Call of Duty Black Ops 4, mirando hacia el competitivo

Algunas cosas nunca cambian. Por más que los años pasen y las generaciones den lugar a nuevas plataformas llenas de ilusión, marcas consagradas como la tratada en las próximas líneas no se permiten el lujo de perderse su cita anual. Call of Duty ha pasado por su propia etapa de transición, iniciada con una Sledgehammer que nos permitió despegar los pies del suelo por primera vez en su largo recorrido. Pero todo termina volviendo a su cauce. La propia compañía que emprendió el vuelo, terminó inclinándose por una experiencia todo lo clásica que se podía permitir con WW2.

Ahora, un año tras aquello, Treyarch toma el relevo para seguir con su icónica subsaga. Tras habernos pasado tres días pegados a los mandos en la primera incursión de la beta, os contamos nuestras impresiones de lo que ofrecerá Call of Duty Black Ops 4 durante su llegada el próximo 12 de octubre.

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ADN competitivo

Hubo un tiempo en el que Call of Duty era el rey indiscutible del género. La mayoría de estudios que buscaban su porción del pastel, miraban detenidamente los componentes que hacían de la saga todo un éxito de masas. Algunos conseguían elaborar un producto similar, pero con las suficientes características que les permitían tener personalidad propia, mientras que la mayor parte simplemente seguían su estela como podían. El catálogo de first person shooter alrededor del 2009 era desolador. Modern Warfare 2 sacudió todos los registros del momento, las alternativas de su propuesta eran más bien escasas.

Con el paso del tiempo, en pleno 2018 las tornas han cambiado. Ahora es ella quien mira de reojo las nuevas tendencias de éxito. Sin ir más lejos, el nuevo modo Blackout es la interpretación de Treyarch de la vertiente Battle Royale, del que sabremos mucho más durante el próximo mes. Sin embargo, el multijugador tradicional también se ha visto afectado por esta amplitud de horizontes. Los ajustes realizados suenan a su propio intento por crear una experiencia centrada en impactar de lleno en la escena competitiva.

Algunas influencias parecen claras. La rama hero shooter, tan de moda en estos momentos, ha sido su principal valedora en su apuesta por establecer un número de clases muy marcadas desde el inicio. Nombres como Overwatch o Rainbow Six: Siege son los principales abanderados de dicha corriente. Durante la beta pudimos encontrarnos un total de diez especialistas, algunos sustraídos directamente de su antecesor (como es el caso de Ruin). Cada uno de ellos cuenta con su propia habilidad especial y dispositivo, intransferibles entre sí. Siguiendo con el ejemplo de Ruin, este podrá cargar su golpe devastador que eliminará a todos los enemigos a la redonda, mientras que el uso de su garfio le permitirá atravesar cualquier distancia sin pisar el suelo.

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Al contrario de lo que podríamos pensar, la elección de los especialistas correctos es clave para que un equipo se alce con la victoria. No solo se cuenta la habilidad individual, sino que el desempeño de las labores de ciertos personajes es imprescindible si queremos ayudar al colectivo. Lo que más nos ha sorprendido es la división invisible de los mismos. Algunos serán ofensivos; otros, en cambio, ayudarán a defender posiciones. Nomad puede plantar minas láser extremadamente útiles para la defensa de puntos de control, mientras que otros como Seraph precisan de movimiento constante para poder sacar provecho de sus balizas de posición, que revelarán la silueta de todo adversario que entre en su radio de acción.

Durante las partidas no se puede repetir operador, lo que ayuda a balancear la propuesta. Esta búsqueda del equilibrio también se traslada al ámbito de la personalización. Volveremos a estar regidos por el sistema de puntuación, diez puntos de clase que distribuiremos por nuestro equipo según nos convenga, incluso con el gadget especial, que puede ser intercambiado por cualquier arma arrojadiza clásica. Granadas, cegadoras, etcétera. Cambiarlas consumirá un punto de clase; si mantenemos el del propio soldado, no.

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Una nueva forma de entender Call of Duty

Es a los mandos cuando los cambios de Black Ops 4 se hacen notar. Durante las primeras partidas notamos que el ritmo de la acción es más pausado que en anteriores versiones. La agilidad del personaje se ha reducido un poco, siendo el deslizamiento la única opción que proporciona más velocidad frente al sprint. Correr ahora no implica un aumento drástico de la velocidad, sino que se ha ajustado en relación a los mapas para hacer del movimiento una tarea más táctica. Andar como pollo sin cabeza ya no es una opción que te asegure la victoria, ahora tendremos que pensar bien hacia dónde ir para no quedarnos en tierra de nadie.

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Al control se le suma el inédito sistema de salud. Treyarch ha arriesgado en esta posición, haciendo que la vida no se regenere automáticamente. Ahora tendremos que pulsar un botón para poder inyectarnos salud, haciendo que la barra aumente progresivamente hasta llenarla. La inyección tiene su propia tasa de refresco, y si nos atacan en plena regeneración nos la pararán. Esto va unido al aumento de la energía de 100 a 150 puntos. A más salud, mayor tiempo de muerte ('time to kill', para los que están acostumbrados a dicha jerga). Se nota el aumento de los tempos respecto a lo que estábamos acostumbrados.

La expansión de la fórmula CoD hacia terrenos más tácticos le sienta muy bien. Poder decidir en qué momento recuperar salud, que ésta no se regenere automáticamente y la pequeña reducción del ritmo de la acción son elementos de suficiente impacto como para hablar de una nueva etapa dentro de la saga. Si algo aportaron las entregas con jetpacks es variedad pese a la pérdida (en parte, según la comunidad) de identidad. Volver a tener los pies en el suelo no bastaba con eliminar todas las novedades, precisaba de cambios en el núcleo de juego para poder llevar más allá la línea tradicional.

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Por lo que hemos probado, Black Ops 4 parece que lo ha conseguido, y se erige como un candidato férreo (más si cabe) para estar entre los competitivos de primera línea. En los últimos tiempos había perdido presencia dentro de los deportes electrónicos, y quizá uno de los rasgos negativos era la falta de innovación. Treyarch ha querido tomar elementos prestados de aquellos grandes del género para crear su propia versión preparada para asaltar el ring de los canales de retransmisión.

Aunque todavía queda bastante margen de mejora. La beta nos ha dejado algunos errores que esperemos que sean propios de una versión en desarrollo. Los tiempos de carga, por ejemplo, son excesivamente largos, y las pérdidas de conexión con el host eran el pan de cada día, ligadas a la no obtención de la experiencia obtenida durante el juego. Tampoco nos ha convencido el diseño de algunos mapas. Por extraño que parezca, parecen diseñados para las mecánicas de Black Ops 3, con muchas secciones que se prestan al parkour y al vuelo. A veces, menos es más, y aquí abundan las escapatorias y los pasillos que hacen que la navegabilidad sea más enreversada de lo que debería ser.

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Algo similar ocurre con el balanceo. El énfasis por equilibrar según qué facetas choca con el mismo fallo de años atrás. Los subfusiles están por encima del resto de armas, y pueden aumenta de poder si compaginamos el uso de accesorios como fuego rápido. Los francotiradores han perdido relevancia al plantear diseños de corte horizontal; las escopetas hacen peor servicio que un arma automática, solo valen para un cierto tipo de encuentro. El peso del armamento lo llevan principalmente los primeros y los rifles de asalto. Eso sí, se agradece la escasa presencia de granadas.

El futuro ilusiona

La nueva faceta de la experiencia Call of Duty nos ilusiona. Echábamos en falta que el germen competitivo volviera de la mano de novedades que profundizaran en su estilo de juego. La simplicidad queda lejos; ahora, Black Ops 4 coloca todas sus fichas en un único casillero, arriesgando en algunas mecánicas como la no regeneración de vida y la disposición férrea de los especialistas vistos en el tres. Tan solo esperamos que durante la versión final se pulan las asperezas que encontramos en términos de estabilidad, una de las piedras angulares para convertir al juego en un multijugador de referencia para el público general.

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