Todd Howard no quiere una remasterización de TES: Morrowind

Skyrim se ha convertido en uno de los juegos más prolíficos de la última década. La obra de Bethesda, lanzada en casi todas las consolas domésticas de esta y la pasada generación, ha servido a la compañía americana para cubrir muchos huecos vacíos en el calendario. Para Todd Howard, director de Bethesda, ha reconocido que para él remasterizar dicho título fue algo lógico y necesario, pero una remasterización de The Elder Scrolls III: Morrowind es algo que no le seduce en absoluto.

Según ha explicado en una entrevista, “Para la remasterización de Skyrim hicimos cierto trabajo, pero a nivel visual se mantuvo muy similar al juego original. Sin embargo, pero algo como Morrowind, en mi opinión creo que no debería remasterizarse”.

El valor de la retrocompatibilidad

Cabe recalcar que a Howard no es contrario a este tipo de productos siempre que tengan sentido en el contexto en que se ponen a la venta, pues sirve para que esos títulos lleguen a nuevos públicos; tanto es así que ha elogiado la forma que tienen las tres grandes, Nintendo, Sony y Microsoft, a la hora de traer de vuelta obras antiguar a la actual generación.

El caso de Morrowind es además especial porque gracias a la retrocompatibilidad que solo ofrece Microsoft con Xbox One se puede jugar al tercer TES numerado y encima con las mejoras que se añaden en hardware como el de Xbox One X, que parece casi una remasterización gratuita.

“Me hace feliz el hecho de poder jugar a Morrowind en Xbox One gracias a la retrocompatibilidad. Me alegra saber que empresas como Microsoft, Sony y Nintendo hagan más sencillo poder jugar a títulos antiguos de la misma forma en la que se disfrutaron en su momento. De hecho, prefiero jugar a los los videojuegos originales sin remasterizaciones”. Para él, parte de la identidad de Morrowind se perdería si no lo jugamos en su estado original.

Por tanto, toca esperar, tanto para esa remasterización como para el próximo episodio numerado de la saga, The Elder Scrolls VI.

Fuente | The Guardian

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