Juego del Año Meristation 2017

Como cada año desde Meristation, hemos querido elegir cuál es el “GOTY” ese juego que se considera el “mejor” de los 12 meses que quedan a nuestras espaldas. Un ejercicio tradicional y entretenido tanto para el que lo hace como para que lo lee, además de un buen aliciente para lanzarse a descubrir ese juego del que todo el mundo tanto habla, así como una buena oportunidad de celebrar un gran título -aunque habrá quien argumente de que los nombres que se comentan en este tipo de listas ya han sido celebrados sobradamente-. En todo caso, es una excusa válida para echar la vista atrás de lo que han sido estos meses en su conjunto.

Por ello, hemos preguntado a los integrantes de Meristation, a todos los que hacen posible el día a día de esta publicación, cuál ha sido el juego favorito este año. A raíz de sus votos han salido una lista de nombres que componen nuestro “podio” particular este año.

Con empate técnico por tener el mismo número de votos, quedan dos juegos muy distintos prácticamente a todos los niveles. Uno es la producción AAA de uno de los estudios occidentales más asentados internacionalmente de Sony. El otro es una relativamente pequeña apuesta experimental por parte de un equipo creativo cuya producción siempre ha sido considerada nicho. Los dos eran proyectos de riesgo, Horizon por ser la primera aventura abierta y en tercera persona de un estudio especializado en FPS; Nier por el simple hecho de que ningún juego de Yoko Taro ha logrado algo más que el aplauso sonoro de un reducido grupo de jugadores. Y los dos han conseguido romper expectativas y elevar a sus responsables: Guerrilla es hoy en día un estudio con más prestigio del que tenía en su época de Killzone. Y Platinum ha demostrado que era la pieza que le faltaba para que la genialidad de Taro y la gente que le rodea pudiera salir a la luz y no se quedara siempre atrapada en producciones imperfectas.

Horizon es, en cierta medida, lo que se espera de uno de los principales títulos de una “first party”. Un juego fastuoso técnicamente, con unos valores de producción altísimo y que además ha conseguido acertar creando un sistema de juego sólido y una protagonista con mucho carisma. Nier Automata en cambio es un título inclasificable en su planteamiento, pero cuya historia resulta cautivadora por ejecución y originalidad, bien acompañada nuevamente por una banda sonora majestuosa de Keiichi Okabe y el estudio Monaca, que a estas alturas ya se pueden considerar como uno de los grandes referentes musicales en el videojuego contemporáneo (si no lo eran ya). El buen hacer de Platinum termina de darle forma y concretar un paquete mucho más sólido que pasados intentos de Taro como la serie Drakengard o el propio Nier original, lo que se ha dejado notar en la proyección internacional de Automata y su recibimiento en críticas y ventas.

En resumen, dos títulos distintos pero con elementos realmente destacables que se quedan juntos en este podio improvisado. Atrás en el voto conjunto de los miembros de Meristation se quedan enormes juegos como Persona 5, Divinity Original Sin 2, Yakuza, Cuphead, Mario Odyssey o Wolfenstein II, entre otros.

Cuando un juego que salió en marzo sigue siendo notorio protagonista en lo que resta de año, los usuarios y publicaciones siguen hablando de él y se sitúa como uno de los grandes favoritos incluso con diez meses por delante, aventurar que tiene papeletas para recibir galardones de “juego del año” es una apuesta bastante segura (ya pasó algo similar con The Witcher, que apareció en mayo consiguiendo un resultado similar). En un año de grandes títulos, el nuevo Zelda ha conseguido triunfar haciendo algo tan simple y tan difícil como reinventarse, atreviéndose a desprenderse de algunas de las señas de identidad que habían acompañado a la serie desde Ocarina of Time. Desprenderse de semejante manto no era tarea nada fácil, ni tampoco renunciar a una estructura de juego que va incluso más allá del primer Link en 3D, anclada como estaba en los orígenes de la aventura creada en la mente de Miyamoto.

Pero había que cambiar, era una necesidad. Si algo demostró Skyward Sword es que el público no iba a aguantar otra vuelta de tuerca a la estructura tradicional de mundo y mazmorras. Vivimos en la era de los juegos abiertos, de vagar libre por el paisaje buscando nuestra propia diversión, de buscar momentos que podamos llamar propios más allá de los preestablecidos en el juego. La gran aventura tenía que aprender a ser menos encorsetada y el equipo liderado por Hidemaro Fujibayashi supo encontrar el camino adecuado, creando un Hyrule enorme, variado y en el que moverse por tierra, mar o aire es siempre un placer. Ideas como la escalada o el planeador resultaron claves en redefinir los horizontes de Link, contribuyendo a crear la sensación de que estamos realmente recorriendo caminos inexplorados, que sólo nosotros individualmente hemos descubierto.

Multitud de sistemas y entretenimientos, una buena variedad de actividades, la ingente cantidad de armas y armaduras disponibles así como la necesidad de ir variando constantemente, el notorio aumento de la dificultad en el combate en relación a pasados Zelda, la belleza estética del mundo, la bellísima y minimalista banda sonora… la lista es larga, pero sólo son piezas sueltas que no explican por sí solas la grandeza del conjunto. Breath of the Wild no sólo es el mejor juego del año, ni el título que ha renovado a su saga, sino también una de las grandes influencias futuras a la hora de crear otras aventuras y otros mundos. Ya con eso acumula méritos sobrados para ser considerado “mejor juego del año”.