¿Queda aún esperanza para Street Fighter V?

Capcom rectifica... ¿a tiempo?

La manera de hacer videojuegos de lucha ha cambiado. Hace 20 años bastaba con ofrecer un elenco de algo más de una decena de personajes y dos modos de juego, Arcade y Versus, pero eso ya no es suficiente, algo que debemos agradecer a franquicias como Soul Calibur, Tekken o Mortal Kombat -y posteriormente Injustice-, que se han empeñado en ampliar la oferta de contenido en sus entregas. En estas apareció el año pasado Street Fighter V, sucesor del título que, no lo olvidemos, volvió a poner la lucha en 2D en el primer plano de los videojuegos, pero no lo hizo de la manera adecuada.

Este llegó al mercado cometiendo varios pecados. El primero pero no necesariamente más importante, la alarmante escasez de contenido -en contraste con la competencia-, con un modo Historia mediocre con tres o a lo sumo cuatro combates con un desafío nulo, y un modo Survival, pero sin atisbo de nada parecido a un modo Arcade, o a los Desafíos, que llegarían más adelante en forma de actualización gratuita. También el modo Historia ampliado se implementaría a los pocos meses del lanzamiento, pero las dos o tres horas de narrativa confusa y sin interés de este no suponía un gran añadido en absoluto.

Quedaba patente que Street Fighter V estaba planteado como una plataforma, un servicio, más que como un videojuego en sí, muy orientado al competitivo, pero tampoco este aspecto estaba trabajado. La escasez de opciones no era el mayor de los problemas, pero sí lo era el funcionamiento de sus partidas, con un matchmaking que tardaba incluso minutos en encontrar rival, y cuando lo hacía, era fácil presentarse en una partida injugable por culpa del lag del que hacía gala en los inicios. Tampoco ayudó el modelo de negocio, tal vez mal comunicado por parte de Capcom, que abandonaba las revisiones de la cuarta entrega para pasar a algo más similar a un free to play en el que adquirir el contenido adicional con dinero real o del juego, aunque eso sí, a costa de ofrecer de salida un título semivacío.

Pero algo tenía bueno, y era una base jugable tremenda, siendo un juego más accesible que su predecesor, pero igualmente exigente, y dicho sea de paso, un apartado técnico sobresaliente. Pero el daño ya estaba hecho, y Street Fighter V lo pagó tanto en ventas -que a principios de este año llegaban a niveles alarmantes- como en crítica, con un 77 en Metacritic que supone nada menos que 17 puntos menos que Street Fighter IV.

Afortunadamente para esta franquicia, se trata no solo de la más popular del género, sino de una leyenda de los videojuegos, y de no ser así, probablemente estaríamos hablando de un juego ya prácticamente olvidado. En el circuito competitivo profesional ha funcionado realmente bien, pero los números de los que ha presumido en este aspecto quedan por desgracia muy lejos, por desgracia, de la cantidad de jugadores que juegan desde casa, online o en solitario, y han seguido llegando fighting games sólidos como The King of Fighters XIV o Injustice 2, más los que están por llegar, sobre todo Dragon Ball FighterZ.

La reacción de Capcom tenía que llegar, y por fortuna así ha sido. La gran editora nipona se ha visto obligada a lanzar la nueva Arcade Edition, que no es sino una actualización gratuita para quienes tengan el juego original, y que incluye una cantidad ingente de contenido que, no nos engañemos, debería haber llegado de serie con el juego. Además introduce algunos cambios en la jugabilidad, con lo que parece una buena excusa no solo para encontrar nuevos jugadores, sino para recuperar a aquellos que lo han ido abandonando desencantados. No es difícil encontrarlo muy rebajado en numerosas tiendas físicas, con lo que tal vez se haya convertido por fin en una alternativa a tener en cuenta para aquellos que lleven más de un año dudando si lanzarse a por él, pero al fin y al cabo, no deja de ser un juego que necesita de un cuidado contínuo por parte de Capcom para que funcione. Y puede que eso sea mucho esperar.

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