Análisis de Wonder Boy The Dragon's Trap

La saga Wonder boy, una de las más aclamados de Sega Master System, vuelve a nosotros gracias al maravilloso trabajo de Lizardcube, que ha renovado esteticamente el título sin tocar la jugabilidad que es tal y como la recordamos. Este juego se podría decir que fue un juego adelantado a su tiempo. Apostó por la exploración de los escenarios y la búsqueda de secretos, obligándonos a mirar detrás de cada puerta y a romper cada bloque en pos de encontrar ese ítem que nos hace falta para avanzar en nuestra aventura.

Wonder Boy: The Dragon's trap! encaja en el género plataformas y acción con un toque de rol, ya que en este sentido tendremos que ahorrar monedas para mejorar nuestro armamento y así poder hacer frente a los peligros que nos acechan, que no son pocos. Para empezar, así sin anestesia, nos encontramos ante un impresionante dragón que tras ser derrotado nos lanza una maldición que nos convierte en lagarto. Para volver a nuestra forma humana tenemos que derrotar a otros “dragones” (así con comillas porque algunos de ellos no tienen forma de dragón) que nos irán convirtiendo en otros animales, cada cual con habilidades distintas, hasta dar con el que posea el encantamiento que nos devuelva a nuestro ser.

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No nos resultará fácil avanzar por el juego, ya que son pocas, en ocasiones ninguna, las indicaciones que tenemos para movernos por el mapa. Esto puede resultar frustrante para algunos o todo un desafío, si veis que la cosa se pone muy dura, siempre podéis recurrir a los códigos de 1989 que aún siguen vigentes a día de hoy y que nos desbloquean todas las transformaciones, ítems, oro, etc.

Mas que un remake, un homenaje

La jugabilidad no se ha tocado: es el mismo juego en ese sentido que el de hace 30 años.No es que el juego sea difícil, es que en muchas ocasiones te encuentras perdido, sin saber dónde ir y sin ninguna indicación ni pista a seguir, que aquellos que jugaron en su día les resultara divertido y un reto a superar, pero los nuevos jugadores probablemente estamos muy mal acostumbrados a que nos lleven de la mano por el mundo aunque sea abierto y podamos explorar a nuestras anchas. Aquí es donde creemos que radica la dificultad del juego. 

Los enemigos, una vez entiendes su patrón de ataque, son bastante asequibles, y a pesar de que hayamos tenido que reiniciar algunos niveles en más de una ocasión, no merece la pena ir al modo fácil. Otro punto a tener en cuenta: si mueres, reaparecerás en la aldea y tendrás que recorrer el camino desde el principio; si sales del juego se guarda automáticamente pero empiezas desde la aldea, sin importar en que momento ni en que lugar estuvieses, y por lo tanto al aparecer en la aldea tendrás que volver desde allí.

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Aunque parezca un poco frustrante la verdad es que funciona: si tuviésemos un punto de guardado justo antes del jefe de nivel se haría demasiado fácil y perderíamos el interés en el juego, de esta manera, estamos en tensión constante ahorrando pociones y apurando hasta el último recurso para llegar hasta él en las mejores condiciones. Sensaciones que se tenían en las aventuras 2D de la época, donde su duración radicaba precisamente en la falta de checkpoints.

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Para hacer frente a los distintos niveles y sus correspondientes enemigos nos van transformando cada vez que superamos un dragón. Empezamos como humano y el Mecha Dragón nos transforma en Lagarto, que lanza fuego y es el único que tiene ataque a distancia. Después viene el ratón que es más débil pero nos permite andar por paredes, techos y accedes a lugares más pequeños; le sigue la piraña con la que podemos nadar y recorrer secretos ocultos bajo el agua, el león que es el más poderoso y el que mejor estadísticas nos da, y por último el halcón, que vuela y nos facilita muchísimo la vida a la hora de recorrer áreas por las que ya hemos pasado varias veces y a las que volvemos a por algún que otro secretillo.

Al ser del estilo Metroidvaner tendremos que recurrir a cambios de forma o a ítems especiales para desbloquear distintas zonas. Algunos de estos ítems nos permiten romper bloques, crearlos, conseguir más dinero en cofres o por enemigo abatido, a los que podemos derrotar con bolas de fuego, pequeños tornados, bumerangs, todo por salir airosos de esta épica aventura que pone a prueba nuestras habilidades como jugadores.

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Un comic jugable

El apartado visual ha sido renovado completamente, era un juego de 8 bits con el que tenían bastante margen para dar rienda suelta a la creatividad, y lo han hecho con una estética de comic que funciona muy bien. Mezcla estilos franco-belgas con la inspiración japonesa del original y la animación tradicional se nota hasta en la expresión que ponen los personajes cuando son derrotados.

El estudio francés Lizardcube ha querido mantenerse fiel al original. Por ello ha creado los escenarios y personajes tal y como se los imaginaban al jugar de pequeños. También continúan los personajes que tanta simpatía cosecharon en el juego original, la enfermera y el cerdito fumador siguen en el negocio con un aspecto renovado, más actual que ha gustado incluso a Ryuichi Nishizawa, el creador del juego original.

La música, que ya era fantástica en su tiempo, ha evolucionado a una banda sonora orquestal que incluye instrumentos de distintas partes del mundo. Así en la zona de desierto encontramos instrumentos egipcios, en la zona de playa caribeños… De esta forma encontramos una banda sonora muy rica en matices que hace aun más divertida nuestra experiencia de juego 

Un detalle que han tenido desde el equipo de desarrollo, y que nos parece todo un punto a favor, es que podemos jugar al remake y dándole a un botón cambiamos al juego original. Tambíen tenemos la opción de jugar con la banda sonora midi y combinarla con la estética comic o incluso podemos jugar en 8 bits con la banda sonora orquestal.