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Cinco razones para desmitificar a Kojima

En esta columna de opinión personal, nuestro corresponsal en Japón, Luis García, expresa sus suspicacias sobre la carrera de Hideo Kojima y sus dudas sobre su futuro proyecto.

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-Esta es una columna que expresa la opinión personal de su autor y no la de Meristation en su conjunto-

Hideo Kojima vuelve a estar de actualidad tras el anuncio de su alianza con Sony. Haciendo un ejercicio de memoria y repasando su carrera, he comprobado con tristeza cómo con el tiempo se ha ido desmoronando un tótem que yo mismo, y seguro que muchos de vosotros también, habíais levantado después de descubrir joyas como aquel glorioso Metal Gear Solid de PlayStation. Vaya por delante que no pretendo quitarle méritos a Kojima, todo lo que tiene se lo ha ganado a pulso. Y le estoy tremendamente agradecido por haberme hecho soñar en su día. Reconozco que es una figura clave en la industria nipona que se ha ganado su fama a pulso. Lo único que pretendo con esta columna es mostrar que quizá esa fama haya sido desmesurada. Este es un ejercicio de autocrítica, en donde me quito la venda de los ojos y reconozco que quizá muchos le hayamos dado a este hombre más importancia de la que realmente se merece. Estas son mis cinco razones para desmitificar a Kojima.

Creaciones que no son en absoluto originales

Las aventuras con las que Kojima se labró un nombre como director de videojuegos son copias descaradas de sus películas favoritas. Snatcher es Blade Runner. Policenatus es Arma Letal. Y Metal Gear es una burdo plagio de rescate en NY, como ya sabemos. Ni siquiera el personaje de Snake es original. Ni su aspecto, ni la ronca voz que copió David Hayter. En el aspecto creativo, si yo fuera Kojima solo sacaría pecho realmente de Antartic Adventure. En el resto de juegos que tiene en nómina, su implicación ha sido más de gestor que de otra cosa. Y en el aspecto jugable, conocida de sobras es la historia de que Metal Gear fue producto de la casualidad debido a las restricciones del MSX, que no permitía poner apenas balas en pantalla, por lo que se forzó el elemento de infiltración. De esta casualidad se forjó una leyenda que Kojima ha sabido ordeñar sin piedad.

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Dependencia exclusiva de Konami durante todos estos años

Kojima nunca ha sido capaz de utilizar la supuesta autonomía que su difunto estudio de Konami le brindaba. La relación entre la antigua Kojima Productions y su editor era una de tantas: no salía del trato puramente empresarial entre  compradores y proveedores de servicios. Otra cosa fue lo que Kojima nos vendió en entrevistas. Pero su accidentada salida de Konami no ha hecho más que poner de manifiesto que Kojima, en el fondo, no era más que un “asalariado” de los que tanto puso a parir Kenji Inafune cuando abandonó Capcom para buscarse los garbanzos por cuenta y riesgo propios.

Su falta de empuje no es más que consecuencia de una excesiva dependencia en editoras que se ha dejado ver más que nunca recientemente. Cuando Kojima dejó Konami tenía todo a favor para comenzar una aventura en solitario y librar una guerra que tenía ya ganada por el nombre que se ha labrado en la industria. Era su momento de sorprendernos con algo distinto, ya libre de ataduras. Pero ha optado por el camino fácil y se ha aliado con otro monstruo, SCE, en donde volverá a hacer uso de una estructura y unos recursos a los que debe responder con resultados. Kojima vuelve a ampararse en una gran editora en lugar de salir a probar suerte como ya hicieran su ex compañero Igarashi, Hifumi Kono (el creador de Clock Tower) o el propio Inafune, por citar algunos ejemplos. Al otro lado del charco, Tim Schafer creó Double Fine en su momento, Gabe Newell hizo lo propio con Valve... Kojima se queda con sus amiguetes de Kojima Productions. El nombre en sí mismo ya es reflejo del punto que viene a continuación.

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Infladísimo ego, al que se ha dedicado a alimentar en exceso

En lugar de encontrar una manera de romper con lo establecido e innovar, no solo en el género sino en la industria, Kojima ha dedicado más esfuerzos a llevar al día sus redes sociales, manifestando unas prioridades un tanto torcidas para alguien de su talla. Resulta normal que la campaña de autobombo que llevaba haciendo en los medios desde hace años forzara trifulcas con Konami. Recordemos, un Metal Gear era inmensamente menos rentable que desarrollos para móviles como Dragon Collection, de presupuestos ridículos en comparación. Aparte está el carisma de puertas para adentro que Kojima tenía en Konami, radicalmente opuesto al que le tributan sus fans. En los círculos cercanos al director le han llamado tirano, y su manejo de los equipos de desarrollo daba la impresión de ser agrio y condescendiente, como también se puede percibir en alguno de los making of que acompañan a los Metal Gear. Y qué mejor manera que ilustrar este punto que recordando la fantasmada de “Kojima kaminandesu” (“Kojima es dios”) que se marcó en Peace Walker.

Víctima de su propia trampa, la franquicia Metal Gear

Tras el follón de MGS2, Kojima anunció que ese sería su último Metal Gear. Luego dijo que no, que se retiraba con el 3. Al final MGS4 sería el que cerraba la saga, pero más tarde Kojima reculó para decir que lo único que cerraba era la historia de Solid Snake. Al final Kojima se ha convertido en una caricatura de sí mismo con tanto anuncio de que se va, para luego desmentirse. El motivo principal que esgrimía para dejar la saga era su carácter apático y poco bregador (dicho por él mismo), hasta el punto de que estar poco motivado para trabajar equivale a “sentirse un poco Kojima” entre muchos de nosotros. Esta desgana seguramente tuvo un efecto negativo en su equipo, liderado por alguien carente de compromiso con su creación.

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Director de cine malogrado

No nos olvidemos, Kojima es en el fondo un director de cine frustrado reconvertido a la fuerza a desarrollador de videojuegos. Sus largas cinemáticas (metidas con calzador en su mayoría) marcaron un estándar que ha servido tanto como para fortalecer a la industria nipona como para hundirla a posteriori cuando Hollywood vino a contestarle. Japón no puede competir contra una tradición cinematográfica como la americana, que es la que ha imperado en la era de PS3 y 360 y parece continuar en la generación actual, donde lo habitual ha sido encontrarnos con superproducciones bajo supervisión de guionistas profesionales. Estos escasean alarmantemente en Japón, país donde todavía al director le da por guionizar sus juegos, aunque no tenga ni repajolera idea de cómo hacerlo (recordad ciertos momentos de la saga MGS). Para gustarle tanto el cine a Kojima, como guionista y director deja mucho que desear. Tanto que no sorprende que no esté al frente de la película basada en su propia franquicia (anunciada en 2012 y de la que seguimos sin novedades de peso). Por algo será.

La lista podría extenderse. Podría incidir en lo poco arriesgado e innovador que ha sido, en que no luchó por más doblajes a idiomas europeos ni por una localización digna tras el salto de MGS a los 128 bits, que su modelo de demos de pago era de todo menos ético... Pero mejor dejarlo aquí. Está más que claro que no me voy a forrar carpetas con la cara del kantoku.

La sombra de Kojima es alargada. Su próximo proyecto va a tener mucha repercusión y generar cientos de portadas, pero por desgracia ya no despierta en mí apenas interés. A su nuevo estudio le ha faltado tiempo para vendernos merchandising, pero yo no quiero tazas. Quiero un juego que realmente haga honor al ídolo de masas que se supone que es Kojima. Sin Konami y Snake, veremos si es capaz de crearlo.