Uno de los juegos de rol más esperados de este año hace acto de presencia. Larian persigue crear su juego más ambicioso, siguiendo los pasos de un gran clásico como Ultima VII.
En el comienzo de año, declarábamos el 2014 como “el año del RPG”. Y aunque algunas de las propuestas de la lista se han caído al 2015, la lista de juegos de rol que tenemos es amplia y generosa, abarcando numerosos ángulos. Uno de los más sorprendentes y celebrados es el regreso de la concepción clásica del rol occidental, juegos actuales que continúan o toman como referencia absoluta clásicos de antaño. Por supuesto, el fenómeno Kickstarter ha tenido mucho que ver con eso, aunque también tiene mucho que ver el hecho de que algunos estudios hayan sabido sabido sacar esta clase de proyectos adelante. Divinity: Original Sin es una mezcla entre los dos mundos, un juego nacido de la voluntad de un estudio experto y enamorado del concepto de rol clásico, que a la vez ha sido llevado a nuevas cotas de calidad gracias al concepto de crowdfunding.
Pero lejos de entretenernos en los detalles de su concepción, el objetivo de este texto es empezar a dar a conocer uno de los destacados de esta nueva hornada de RPGs con aire de clásico. Hasta ahora, el estudio belga Larian se había caracterizado por crear títulos de gran nivel dentro de la modestia y sus limitaciones. Desde el excelente Divine Divinity, una auténtica sorpresa, el estudio ha ido encadenando proyectos de mucho mérito, tratando de superar los problemas propios de un grupo pequeño en cada paso. Salvando el tropiezo de Beyond Divinity, y el hecho de que Ego Dragonis tuvo más de un problema en su lanzamiento -superado a base de parches y un relanzamiento con la “Director’s Cut”-, la trayectoria del estudio es tremendamente sólida, repleta de personalidad y con una intención clara de hacer bien las cosas.
Un factor que contribuye a esa densidad es la gran interactividad mencionada y al enorme grado de detalle que hay en cada paso de la urbe inicial- Cyseal-. Para empezar, todo lo que se ve en pantalla es manipulable de algún modo, incluyendo la posibilidad de “tomarlo prestado”. Alfombras, cuadros en la pared, candelabros, platos, comida...Cualquier barril y contenedor a la vista puede ser explorado, -la mayoría de las veces no tendrán en nada, eso hay que tenerlo claro-. Podemos incluso, con la fuerza adecuada, mover objetos pesados de un lado a otros, ya sean cosas como barriles o muebles que queramos mover por algún motivo, o incluso como parte de una táctica de combate. Podemos hacer cosas como forzar la cerradura de puertas y, si no lo conseguimos, podemos tratar de destrozarlas, lo que costará más o menos dependiendo del tipo de arma o hechizo que usemos -y hay que asumir que hacer esto hace que la durabilidad de un arma se vaya por los suelos y sea necesario repararla-. En principio, podemos matar a todos los NPCs del juego y seguir completándolo, hasta ahí llega la libertad que propone Larian con Original Sin.
Como cabría esperar, las acciones tienen consecuencias, aunque siempre y cuando no te pillen. Al contrario que en otros juegos, en Divinity todo depende de si te pillan con las manos en la masa, que es el momento en el que llamarán nuestra atención, o llamarán a los guardias para imponer justicia -si es que pueden-. Un elemento bastante impresionante de esta característica es que nos permite robar en las mismas narices de un personaje en sus propios aposentos: basta con hacer que un miembro del grupo hable con la persona en cuestión, y mientras tanto controlar a otro personajes para que se ponga fuera del campo visual de nuestra víctima y pueda robar cosas a su gusto mientras está distraído. En base a todos estos sistemas hay una gran libertad para acometer las misiones, lo que a veces puede resultar algo intimidante para el jugador menos habituado a esta clase de experiencias, pero que a la postre nos permite orientar nuestra campaña de la manera que queramos e incluso rolear un poco por nuestra cuenta -por ejemplo, decidiendo no robar aunque podamos hacerlo, no hace falta que el juego nos esté dando palmaditas en la espalda por no hacerlo, basta con saber que estamos siendo fieles al personaje que queremos jugar-.
Audiovisualmente, el juego está a un nivel muy alto, posiblemente el mejor trabajo de Larian hasta la fecha, de lejos. Gráficamente, se han creado toda clase de efectos dinámicos que le dan mucha ambientación a los escenarios, que además están recreados con mucho esmero y una gran atención al detalle. La gran gama de efectos especiales, la riqueza de las texturas y la fantástica luz ambiental dan al juego un aire de gran producción pese a su cámara isométrica y el hecho de que Larian es un estudio pequeño. La música es absolutamente fantástica, original y variada, muy entretenida de escuchar, lo que se agradece para un juego que promete decenas y decenas de horas. Incluso las voces en inglés que escuchamos están a un gran nivel -Larian no pensaba usar voces en Original Sin, pero finalmente contrató los servicios del mismo estudio que puso las voces de Dragon Commander, que también estaba a un gran nivel en este aspecto-.
A pesar de todo lo dicho, el principal factor de atracción de Original Sin en estas primeras horas de juego es sin duda su extraordinario sistema de combate. Algunos veteranos se están relamiendo ante las posibilidades que ofrece el juego de Larian, con un sistema de juego por turnos que podría estar en posición de competir con el gran referente de Temple of Elemental Evil. El planteamiento normal es en tiempo real, que es como exploramos el mapa y nos movemos normalmente, hasta que nos encontramos a un grupo de enemigos y pasamos a un sistema de combate por turnos basados en puntos de acción. Según la iniciativa de cada uno de los personajes en liza, se establece un orden de movimiento y en cada turno estamos limitados por unos puntos de acción que se consumen ante cualquier acción: moverse, golpear, beber pócimas o utilizar conjuros y habilidades consumen puntos, que por otro lado pueden guardarse para tener más margen en el siguiente turno.
Lairan Studios continua la saga Divinity, con Divinity: Original Sin para PC que hará las veces de precuela, recuperando la esencia del rol más tradicional. Conoce de primera mano los acontecimientos que llevaron a Divine Divinity a luchar con los orcos y su devastadora magia. Sólo dos héroes, un guerrero y una renacida, pueden evitar que las naciones libres caigan.