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Tearaway

Tearaway

  • PlataformaPSV9.2
  • GéneroAcción, Plataformas
  • DesarrolladorMedia Molecule
  • Lanzamiento22/11/2013
  • EditorSCEI

Tearaway

La originalidad es la carta de presentación de Tearaway, la última obra de Media Molecule, creadores de LittleBigPlanet. Un mundo de papel se abre ante nuestros ojos para demostrar que el potencial de PS Vita es capaz de sorprender e incluso de enamorar. Descubre una obra exclusiva que va camino de convertirse en uno de los títulos más destacados de este año, y probablemente también del catálogo de la portátil en general.

Decir que la originalidad brilla por su ausencia en la industria de los videojuegos es prácticamente redundar en la cuestión de siempre: pocas compañías pueden permitirse desarrollar videojuegos que cuenten con un fuerte apoyo mediático sin contar con el respaldode algún gigante. Lo que sucede es que para lograr llamar la atención es necesario contar primero con una buena idea y después venderla al mejor postor, justo cuando el boca a boca o algún extraño suceso en las redes convierte el producto en cuestión en el trending topic de moda. Es entonces cuando curiosamente el desarrollador indie, después de pasar por mil y un penurias, pasa a ser un aclamado creador, una figura prominente que marca un punto y seguido en la industria. Aunque la proliferación de las nuevas tecnologías ha permitido que nuevos desarrolladores expongan sus ideas, la jerarquía de este mundillo sigue funcionando como hace una década. Es decir: vende lo que está de moda.

Cuando se anunció LittleBigPlanet, obra pionera en ceder el protagonismo al jugador a la hora de crear su propia realidad virtual, muchos pensaron que una parte de la industria estaba empezando a cambiar, a caminar hacia nuevos horizontes. Ciertamente, Media Molecule transformó el concepto de diversión tradicional combinando la creatividad con un estilo artístico encantador, capaz de conquistar a niños y adultos por igual, sin menospreciar edad, raza sexo o condición. Durante algún tiempo, el estudio afincado en Londrés dedicó el grueso de su esfuerzo a crear un universo estable para su recién nacida franquicia, que más tarde se expandiría en nuevas plataformas y conceptos de juego. Sin embargo, y fruto del gusto por innovar, Sony no tardaría mucho tiempo en sugerir a uno de sus estudios abanderados la creación de un producto "sorprendente" que siguiese los pasos de su opera prima en cuanto a originalidad se refiere. El gigante japonés adquirió Media Molecule en 2010 y con ello la capacidad de decidir, en cierta medida, su futuro inmediato.

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Fruto de ese esfuerzo nació Tearaway, el primer título que el estudio británico desarrolla sin formar parte de su franquicia estrella, totalmente desde cero y con un universo nuevo que se inspira en la papiroflexia. Al igual que sucedió en el pasado, Media Molecule ha volcado gran parte de su esfuerzo en crear un videojuego que aproveche las funciones específicas de la consola para la que ha sido concebido, lo que en este caso nos lleva a descubrir una aventura que requiere el uso del giroscopio, de la pantalla táctil trasera e incluso de la cámara integrada, con la que se pretende fundir el mundo real con el virtual que nos da la bienvenida a pocos minutos de comenzar a jugar. Tearaway cuenta la historia de Iota o de Atoi, chico o chica, héroe o heroína, un paquete de mensajería que ha cobrado vida para llevar un mensaje a los dioses y para perseguir el sol que ha desaparecido de su mundo. Ardua tarea para tal ínfimo personaje, podrán pensar algunos, pero nada más lejos de la realidad, las armas más peligrosas son siempre las que nacen de nuestra propia capacidad inventiva.

Un mensaje para cambiar el mundo

Tearaway apuesta desde el comienzo por una idea clara: la originalidad. El menú principal hacia acopio de varias opciones que se desbloquean a medida que avanzamos en la trama, con opción a regresar a uno de los mundos que ya hemos visitado o de echar, por ejemplo, un vistazo a las estadísticas de la partida. La aventura comienza con la creación de un singular personaje que nace por querencia de un Dios supremo -el jugador-, que cuenta con la capacidad de transformar el mundo a su antojo. Podemos seleccionar indistintamente entre el sexo masculino el femenino, obteniendo como resultado la presencia de un personaje con unos rasgos u otros, pero sin grandes variaciones en la historia. Después, el mensaje se convierte en el mensajero: Iota ha de viajar hacia el Sol para restablecer su mundo, y en su epicentro nos encontramos nosotros, jugadores, dioses con la capacidad de hacer y deshacer a nuestro antojo.

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Es relativamente complicado describir el argumento de Tearaway sin entrar en molestos spoilers o sin restar cierta sorpresa al orden de los acontecimientos que tienen lugar al comenzar a jugar, ya que no sigue las pautas de introducción, nudo y desenlace ni tampoco se enreda en complejas intrigas. El hecho de no seguir el estilo tradicional narrativo es uno de los puntos que más llaman la atención, dado que genera situaciones de desconcierto, inesperadas o simplemente confusas, que a la larga invitan a seguir jugando para descubrir la peculiar misión de nuestro carismático mensajero. Tearaway es uno de los títulos más originales que hemos conocido en los últimos años con respecto a la forma que emplea para presentar el argumento, íntimamente ligado a la estética y a las posibilidades que ofrece la mecánica de juego. La evolución del guión es paulatina y va de menos a más hasta alcanzar un clímax final que verdaderamente justifica las horas invertidas durante la peculiar odisea del héroe. Una auténtica maravilla.

El mundo a tus pies

Era de esperar que, tratándose de una obra de Media Molecule, todos y cada uno de los apartados por los que se compone el juego hayan sido cuidados hasta la obsesión, por lo que no es de extrañar que el argumento esté a años luz de otros títulos que hemos tenido ocasión de analizar en los últimos meses. Sin embargo, existía cierta curiosidad por comprobar cuál sería el siguiente paso del estudio a la hora de crear esta aventura, de la que se dijo en un principio que no seguiría los pasos de LittleBigPlanet. Esto, traducido en otras palabras, quiere decir que no se basa en la creación de escenarios por parte de los jugadores, sino que existe un mundo previamente establecido en el que podemos interactuar con personajes y descubrir objetos ocultos para poder seguir avanzando. Se podría decir que Tearaway es un juego de aventuras que combina la exploración en tercera persona con las plataformas sin decantarse por ninguna de las dos. No se trata de un concepto realmente novedoso tanto en la teoría como en la práctica, ya es que la ejecución de esta idea la que brilla con luz propia.

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La aventura crece paralelamente a nuestra capacidad para hacer frente a los peligros que surgen durante la misma. Al comenzar a jugar, Iota es un personaje que sólo puede andar de un lado a otro mientras esquiva a los enemigos como buenamente puede. Necesita nuestra ayuda para sobrevivir a la invasión de las extrañas -y carismáticas- criaturas que se dan cita en este mundo de papel, una tarea para la que podemos emplear distintas herramientas, principalmente basadas en las funciones 'especiales' de la portátil. Como Iota no se puede defender, es necesario introducir nuestro dedo en la realidad virtual para barrer a los enemigos, una acción que se refleja en pantalla con la aparición real de nuestro dedo a través de la pantalla táctil trasera. Aquí no basta simplemente con tocar la pantalla principal o sacudir la consola: tenemos que convertirnos en un segundo protagonista que poco a poco comienza a tomar cada vez más presencia en la aventura.

Existen algunas tareas más llamativas que otras, aunque todas se realizan como parte de la aventura y sin necesidad de presentarse de forma aislada o como minijuegos. Existe una amplia gama de acciones que podemos realizar para ayudar a Iota, pasando por mover la consola para cambiar el sentido de unas plataformas, por 'tirar' literalmente de una solapa para disparar una catapulta o por el uso del velocímetro para registrar la agilidad con la que realizamos determinados movimientos. No se trata de acciones decorativas como el uso de la cámara, con la que podemos vernos reflejados en el centro del Sol, algo que cumple una función meramente estética aunque relacionada con el argumento, sino de elementos que se funden con la mecánica de juego y que dan sentido al hecho de contar con un mundo de papel a nuestro alrededor. Lo cierto es que incluso la cámara, que aparentemente no cumple un papel muy destacado, termina por convertirse en una de las herramientas más importantes del abanico de opciones dado que con ella podemos realizar una de las actividades secundarias del título.

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Esta actividad está relacionada con la peculiar forma de entender el mundo de Media Molecule y su gusto por la personalización de mundos y personajes. De forma más o menos similar a lo visto en el pasado, en Tearaway es posible cambiar la apariencia de los personajes adquiriendo nuevos objetos o simplemente fotografiando entes de la realidad para aplicarlos durante la partida. Cambiar la estética de nuestro héroe es apetecible entre otras cosas por la constante presencia de su rostro en pantalla o por los juegos de cámara que realiza el título para presentar el argumento, con momentos emocionantes y otros que tardaremos algunos días en borrar de la mente. Lo que hace único a Tearaway no es tanto el hecho de ser una aventura épica como el sorprender constantemente con acontecimientos inesperados, algo que se valora muy positivamente a medida que transcurren las horas de juego.

Integración total

El mundo de Tearaway se basa en el peculiar arte de la papiroflexia y en él encontramos un universo específicamente creado para la ocasión, con un gran número de criaturas que hacen las veces de personajes secundarios, de aldeanos y de otros personajes que se las ingenian de un modo u otro para dar vida al título. Mientras recorremos los escenarios toda clase de elementos se hacen y deshacen a nuestro alrededor, en zonas espaciosas que por otro lado tampoco dejan demasiado espacio para la imaginación. Salvo en determinados casos, la mayor parte de los mundos cuentan con un camino principal y con algún que otro sendero alternativo en el que por lo general se encuentra un objeto oculto, imprescindible para desbloquear el 100% del mapeado en cuestión. La originalidad en el diseño de los escenarios radica en su estética, con cambios en la decoración o en las condiciones que descubrimos a medida que avanzamos.



No es Tearaway un Super Mario, nada más lejos de la reaidad. Aunque las comparaciones son odiosas, en ocasiones nos pueden ayudar a entender el funcionamiento de la mecánica de juego, que pese a encontrar ciertas similitudes con las aventuras del fontanero optan por ofrecer un camino más centrado en el argumento que en la habilidad de cada jugador. De hecho, la curva de aprendizaje del juego invita a recorrer mundos ya explorados para aprovechar las habilidades que Iota aprende mientras intenta acceder desesperadamente al Sol. Durante las primeras fases no es posible saltar para esquivar objetos, por lo que una vez adquirida esta posibilidad es recomendable volver hacia detras para descubrir nuevas rutas o senderos. Como decíamos anteriormente, el nivel de profundidad o de complejidad de los escenarios no puede compararse con los grandes exponentes del género, aunque tendremos que sudar la gota gorda para encontrar los tesoros ocultos de cada mapeado si queremos completar la aventura al máximo porcentaje.

Crea tu mundo

La herencia de LittleBigPlanet es palpable en algunos aspectos de la mecánica de juego, fundamentalmente en los fragmentos que requieren el uso de la pantalla táctil para dibujar algún objeto o similares. Al comienzo de la aventura, una pequeña ardilla solicita la creación de una corona para convertirse en rey, tarea para la cual se requiere más imaginación que habilidad. Una vez creada es posible compartir la imagen con nuestros amigos para que todos puedan ver cuál ha sido nuestra elección, como también sucede con los distintos detalles que empleamos para vestir al héroe. La cámara fotográfica que recibimos a poco de comenzar a jugar es uno de los elementos básicos para dar pie a la integración entre varios jugadores a través de la red, aunque siempre basándonos en compartir nuestras experiencias y no una partida real propiamente dicha.

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Aunque no hubiese estado de más un multijugador integrado en la partida (controlando quizá a un personaje femenino y a otro masculino, por poner un ejemplo), no se puede achacar a Media Molecule su gusto por fomentar el uso de las redes sociales. El uso de las funciones específicas de la consola, por otro lado, nos lleva a descubrir el potencial de la consola pese a que, y al igual que sucedía con Invizimals, no todas están integradas con el mismo acierto. Dibujar en la pantalla de la consola es una tarea que no resulta todo lo cómoda que debiera, al igual que tener toda la presición requerida para solventar algunas situaciones con rapidez. Sea por el enfoque de la cámara (de nuevo, el mismo caso que en Invizimals) o simplemente por falta de pericia del jugador, estas situaciones traen consigo cierta frustración que en todo caso se supera con un poco de esfuerzo por nuestra parte.

Son detalles que no ensombrecen la calidad del juego pese a que no son los únicos. En ocasiones es frecuente que el nivel de dificultad oscile, peritiendo solventar algunas situaciones que asombrosa facilidad y sufriendo más de la cuenta en otras. Aunque Iota aprende nuevas habilidades no recibe nada parecido a experiencia para aumentar de nivel o similares, un aspecto que podría contemplarse en el futuro teniendo en cuenta la dinámica que ofrece la aventura. Por lo general toda clase de jugadores podrán superar la aventura en unas cuantas horas -el juego se nos puede hacer corto- sin demasiados problemas, siempre en función del porcentaje final que deseen obtener. Parte del contenido oculto se hace eco de los pliegues que podemos descarcargar, una vez desbloqueados, desde la página web de la aventura para imprimirlos y crear a nuestros propios personajes en la realidad, en un claro guiño a los más pequeños de la casa.

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9.2

Excelente

Un título referente en su género, que destaca por encima de sus competidores y que disfrutarás de principio a fin, seguramente varias veces. Un juego destinado a convertirse en clásico con el paso de los años. Cómpralo sin pestañear.