Los rumores dejaron paso al anuncio oficial por parte de DICE, y éste a su vez a una presentación in-situ por todo lo alto en la que se exponen las credenciales de Battlefield 4. El sucesor de uno de los títulos más aclamados de la generación actual busca reinventar las claves del éxito sin perder las que han sido sus señas de identidad durante más de una década: realismo y diversión.
Una melodía familiar comienza a sonar por los altavoces del recinto en el que se muestra por primera vez Battlefield 4. “No quiero morir con esta melodía”, murmulla uno de los soldados que se encuentra atrapado en lo que parece ser el interior de un vehículo. El protagonista recobra el conocimiento en una situación caótica. Cuando vuelve hacia la izquierda su cabeza emite un quejido de sorpresa: el jefe del escuadrón permanece tumbado en el suelo rodeado por varios soldados que gritan, maldicen y se mueven con presteza de aquí hacia allá. En medio de la locura y sin saber muy bien en qué situación se encuentra, alguien sostiene un revolver en dirección a una ventana. De repente todo comienza a cobrar sentido. El escuadrón está encerrado en el interior de un jeep que a su vez está sumergido en una zona acuosa aún por determinar. El héroe de turno debe disparar a la ventana sin desperdiciar un segundo pero, si lo hace, el jefe de su grupo morirá, o al menos eso eso sugiere la reacción de sus propios compañeros. “¡No dispares! ¡No dispares!” grita uno de ellos. Sin embargo, ya es demasiado tarde. La oscuridad se adueña de la pantalla a la misma velocidad a la que el agua hace añicos todo cuanto encuentra a su paso. Parece que todo ha acabado pero, ¿cómo han llegado a este punto? La tensión corta el ambiente justo cuando cuatro cifras hacen acto de aparición en pantalla. DICE, creadores de la franquicia, transportan al espectador hacia el pasado, concretamente 18 minutos antes de que la grotesca escena tenga lugar.
El escuadrón de soldados parece mantener estrechos lazos afectivos entre sí. Su efectividad está fuera de cualquier lugar a dudas; sus movimientos son precisos y metódicamente preparados, aunque ciertamente torpes en su ejecución. Recker toma las riendas de la exploración del colegio infantil en el que transcurre la primera parte de la demostración. Del angosto interior del automóvil pasamos a recorrer un entorno que permite mayor libertad de movimientos, y también un despliegue visual capaz de cortar el aliento. Mientras recorremos los angostos pasillos del centro podemos contemplar toda clase de pinturas infantiles decorando las mustias paredes, banderas del país tapando con muerte y política lo que en otra vida fue vida e ilusión. Son las secuelas de la guerra que asola al país, de la destrucción que conlleva una guerra de carácter global. Es cierto, nadie sabe cómo han llegado estos soldados a la situación en la que ahora se encuentran, pero tampoco importa. Las secuelas de la guerra son tan evidentes como las cicatrices que deja una herida muy profunda en el cuerpo de quienes la sufren.
Quizá Irish, jefe del escuadrón, pueda dar buena cuenta de esto último. Poco después de abandonar el colegio, una explosión derrumba una de las paredes cercanas a su puesto, lo que le cuesta quedar con la pierna atrapada. La única forma de sobrevivir es cortar de raíz, y eso es precisamente lo que hace Recker bajo las mandos del jugador. La acción no se detiene en ningún momento, las escenas animadas no son ya una buena excusa para ir a buscar un refresco. La aventura de DICE demanda atención constante, la misma que empuja al protagonista a seguir huyendo despavorido ante la cada vez más hostil presencia de tropas enemigas. Llegados a cierto punto, cuando la extensión de tierra abarca más de lo que nuestra vista pueda entender, es imprescindible aplicar tácticas de combate avanzadas para sobrevivir. La variedad armamentística del grupo permite a Recker tomar un lanzagrandas para flanquear al grupo de soldados que castigan duramente a su unidad a las afueras del complejo industrial en el que pretenden irrumpir.