El viaje de Fable comenzó hace ya más de 11 años, cuando Peter Molineux anunció Project Ego , título que a la postre se convertiría en Fable . Por aquel entonces se trataba de un magno proyecto que prometía encarnar a un personaje capaz de tomar sus propias decisiones y, al mismo tiempo, influir en el mundo que le rodeaba de una forma nunca vista anteriormente. El resultado resultó brillante, pero no a la altura del hype creado por el desarrollador británico. Lo mismo ocurrió con sus dos secuelas, la última de ellas lanzada hace ya año y medio, suponiendo el cierre de una trilogía.
Sin embargo en Lionhead se quedaron con un regusto amargo, con la sensación de que la tierra de Albion aún podía ofrecer mucho más a los jugadores de todo el mundo. Este hecho se combinó con el interés implícito en la desarrolladora por las nuevas tecnologías -les acababan de cancelar Project Milo para Kinect -, por lo que decidieron que la mejor opción era combinar estos dos elementos para llevar un paso más allá la última franquicia creada por Lionhead. Así fue como nació Fable: The Journey , como una experiencia interactiva que pretendía llevar un paso más allá los títulos de Kinect, permitiendo experimentar los videojuegos de una manera más profunda e inmersiva que con el mando de control estándar.
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Esto se traducía en un título de aventuras apto para los jugadores más experimentados. Pero no un juego más, sino aquel que vendría a demostrar que con Kinect también se puede explorar parajes inhóspitos, luchar con criaturas mitológicas o conducir vehículos sin ningún tipo de limitación. Ahora, ya sin Peter Molyneux en el proyecto (por decisión de él mismo), nos toca a nosotros ponernos a los mandos de la primera hora de juego para descubrir si todas estas promesas han caído en saco roto o, por el contrario, Lionhead ha conseguido mantener la altura del listón que ellos mismos habían ido alzando. Hemos podido ponernos en la piel de Gabriel, un simple feriante nómada que, a los mandos de su caravana tirada por una yegua debe recorrer la parte norte de Albión con el objetivo de reencontrarse con sus congéneres. Por supuesto, como no cabía otra posibilidad, todo lo que puede salir mal, sale peor, especialmente desde que se encuentra con Theresa en su camino. Así, este personaje, la adivina de Fable, será la piedra angular del argumento, acompañando a Gabriel durante su viaje y cambiando de manera determinante su destino. El enemigo a batir será la corrupción que asola al mundo y que puebla Albión de extrañas criaturas. Algunas serán familiares -trolls, soldados no muertos, etc…- pero otras han sido diseñadas específicamente para la ocasión. La clave de la historia será el torreón que preside la costa de la región, también uno de los elementos recurrentes de la franquicia. Antes de empezar cabe reseñar que ha habido recortes en lo que a la jugabilidad del título se refiere. Nos referimos a la desaparición de las zonas en las que nos moveremos con libertad, limitando nuestras acciones a un avance continuo en el que tendremos la posibilidad de tomar desvios de tanto en tanto. La razón que explica este controvertido tijeretazo es simple: si funciona mejor con mando, no merece estar en esta producción. Esa es la filosofía que se ha aplicado para la totalidad de la jugabilidad, dando un resultado más que aceptable en muchos momentos y permitiendo a Lionhead lograr su objetivo de hacernos sentir dentro de ese maravilloso universo que crearon hace más de una década.
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Así pues, el primer contacto con Fable The Journey nos pone las riendas de nuestro carro en las manos. La cámara se sitúa en todo momento primera persona para meternos en situación y hacernos sentir en la piel de Gabriel (que por cierto, no podremos personalizar de ninguna manera). El control es simple y accesible, permitiéndonos dominar el vehículo con movimientos de lo más simple. Para acelerar tendremos que azuzar al caballo, para frenar deberemos tirar de las bridas hacia nosotros, los giros son movimientos laterales de las riendas… Y poco más en estas secciones. El avance es automático, pero permitiendo que paremos en determinados puntos para cuidar de nuestro caballo, salvar partida, buscar cofres y secretos, explorar alguna caverna… Al menos durante la hora que hemos jugado no había combates en esta parte de la jugabilidad, aunque tampoco los esperábamos desde un principio. La dificultad de estas secciones viene de la mano de la gestión de energía de nuestro caballo al galopar, así como de la profusión de obstáculos y nuestra propia habilidad al esquivarlos. También viviremos frecuentes persecuciones, así como otro tipo de situaciones más típicas de Fable. Nos referimos por ejemplo a los encuentros con diversos personajes secundarios, que estarán en los bordes de la carretera esperando que paremos (o no) para charlar animosamente con Gabriel. Hemos de decir que el carácter de estas conversaciones es no participativo, lo que le quita cierta gracia al asunto, pero aún con esas es de agradecer que Lionhead no haya querido dejar completamente de lado el pasado más rolero de esta franquicia.
De esta forma se configura una de las dos partes de Fable The Journey, quizás la más simple. Y es que parece que donde realmente este título consigue sus objetivos es cuando nos pone a caminar por las distintas mazmorras diseñadas para la ocasión. Una vez más la exploración será muy limitada, permitiéndonos mirar en distintas direcciones, apuntar con total libertad o saltar lateralmente de un punto a otro. Y a pesar de eso resulta muy entretenido. Con la mano derecha controlaremos los conjuros. Con la izquierda, una especie de látigo que sirve para lanzar a los enemigos y partes del escenario por los aires. Fin de la historia, o principio del cuento. La flexibilidad del sistema de juego implementado es loable, permitiéndonos desplegar una gran cantidad de movimientos de una manera más que intuitiva. Por ejemplo, solo tendremos que gritar ‘fuego’ para cambiar al hechizo que lanza este elemento. Durante la sección que pudimos probar, solo pudimos combinar la onda de energía, el empujón y el mismo látigo. En el primero de estos conjuros, solo hace falta apuntar hacia la pantalla y hacer el gesto de tirar algo. No es necesario realizar movimientos bruscos, ya que un simple movimiento de muñeca resultará igual de eficaz que uno realizado con el brazo entero. Así, ‘lanzando’ onda de energía a la pantalla pasamos la primera parte de la demostración. Por supuesto no nos limitamos solo a eso. También era posible añadir un efecto al conjuro tras lanzarlo solo moviendo el brazo como haríamos si realmente fuéramos magos. Esto, unido a los empujones de fuerza (al más puro estilo Jedi) y la posibilidad de agarrar y lanzar a los enemigos, consiguieron entretenernos de una manera ostensible. Sin lugar a dudas en estas secciones Fable The Journey sí que consigue cumplir lo prometido, es decir meternos de lleno en una aventura de fantasía hasta niveles jamás vistos en el mundo de los videojuegos.
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Para añadirle algo más de esencia al asunto, hemos de apuntar que Fable The Journey contará con un sistema de mejora del personaje mediante niveles de experiencia a través del uso de los distintos conjuros y habilidades. Nada de menús, pero al menos nuestra forma de jugar se verá plasmada de alguna forma en la evolución del personaje y sus aptitudes. Otro detalle destacable es la amplitud del escenario creado. Por la naturaleza de este título como aventura de acción y conducción, la porción de Albión mostrada necesitaba ser más amplia. Por eso precisamente, se puede decir que este será el Fable más grande, triplicando el tamaño de cualquiera de sus predecesores. Ni siquiera se le podrá tachar de corto, puesto que según Lionhead, están preparando unas 150 secciones de aventura diferentes, mientras que para anteriores Fable la cifra de misiones y encomiendas principales no superaba la treintena. El remate ya sería el apartado gráfico y sonoro, muy por encima de gran parte de los títulos de esta generación. Parece que el estudio de desarrollo está siendo capaz de aprovechar el Unreal Engine 3 de una forma eficiente, consiguiendo llegar un paso más allá que sus anteriores obras.
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Finalmente, debemos recalcar que durante la totalidad de la demostración jugamos sentados, reconociendo Kinect con total fiabilidad nuestros movimientos. Además, el retardo típico de este periférico parece ciertamente disimulado por el hecho de funcionar en primera persona. Fable The Journey ha sido diseñado para Kinect y nació de las cenizas de Project Milo, el inconcluso proyecto de Peter Molineux. De este han extraído, por ejemplo, gran parte de las mecánicas de interacción con nuestro caballo (a la postre una de las partes más importantes del título, aunque en nuestra demostración pasaba a un segundo plano). En resumidas cuentas, Fable The Journey es un proyecto interesante, capaz de introducirnos en un mundo de fantasía como pocas veces hemos podido hacer antes. Para conseguir esto ha renunciado a algunas de sus características iniciales, como es la exploración de espacios abiertos o la libertad de movimientos. Una pena, pero sin embargo sigue destilando esa ‘magia’ que diferencia a los títulos memorables de aquellos que van a parar a la estantería del olvido. Quizás sea esa la clave, probar la magia para quedar convencidos de sus posibilidades, aunque de momento tendréis que confiar en nosotros…
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