Pandora's Tower, Impresiones

La industria del este sabe que actualmente está por detrás de la occidental, que debe apoyarse en la innovación, el tamaño y la calidad jugable como ejes centrales de sus desarrollos, abandonando fórmulas que durante lustros le han funcionado muy bien pero que hoy ya no tienen el mismo empuje comercial y creativo. Las marcas tradicionales de Square Enix o Capcom se están reinventando, y el juego de rol japonés tal y como lo conocíamos hasta hace 5 o 6 años, también. De este esmero han salido obras sobresalientes que consiguen destacar aunque sea en la consola menos potente de las actuales, en Wii, que últimamente ha acogido con los brazos abiertos maravillas del calibre de Xenoblade: Chronicles o The Last Story. Ahora, en dos semanas, para cerrar el trío de joyas made in Japan, llega este Pandora's Tower, un juego que poco o nada tiene que ver con estos dos e incluso con ningún otro producto. Una obra diferente y poderosa, que agarra como la más irrompible cadena.

Las cadenas del amor

Pandora's Tower es una fábula tradicional, con personalidades para los participantes ya por todos conocidas y una estética preciosista que se intercala con imágenes bastante más desagradables y crudas. Como el juego en sí, toda la trama es un contraste de sensaciones donde el amor, la heroicidad, la magia o los valores anclados en la cultura japonesa salen a flote. Las cadenas metálicas son el gran símbolo de este juego de acción y algo de rol, no solo por su constante aparición y ser una de las dos armas principales de la aventura, sino por su sentido más metafórico, el de la unión de dos partes, la unión de dos personas inseparables.  La narrativa de Pandora's Tower es bastante literaria y estilosa, usando recursos imprevisibles y jugando con un doble sentido durante toda la historia.

Helena, la tímida y afligida coprotagonista de la historia, admira y siente una fuerte atracción por Aeron, el héroe de Pandora's Tower y único personaje controlable durante las más de 20 horas de juego que nos esperan en este universo. La a priori misteriosa doncella sufre una angustiosa mutación mágica que solo se detendrá si consume carne de bestias y de los Amos de las 13 Torres. Su cuerpo está pasando a convertirse en el de un monstruo, con pronunciadas deformidades, tencátculos y vísceras, mostradas con realismo en las imágenes y generando cierto estupor en el espectador, es asombroso. Mazda, la bruja-guía del juego ha llevado a los personajes hasta el paraje donde las monumentales construcciones mitológicas descansan, repletas de peligros, criaturas sobrenaturales, trampas y, cómo no, jefes. Así abre el telón este nuevo teatro de clichés, personajes predecibles y recurrentes que, por suerte, irán mucho más allá de lo que a primera vista cabría esperar. La afinidad entre Aeron y Helena, o algunas decisiones tomadas llegarán a variar el final, algo que podremos ir decidiendo incluso en los diálogos o los regalos que traemos a la joven, siempre en reposo en el Observatorio, la casa central entre las torres.

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A espada y tirón

A partir de aquí, Aeron tendrá que adentrarse en solitario en 13 maravillosas arquitecturas temáticas con referencias elementales y mágicas, que actúan como las 13 grandes mazmorras de un mundo de ensueño pero a la par perturbador. Empezando por la Torre Arbórea que actúa como tutorial, el juego va introduciendo conceptos básicos como los combates cuerpo a cuerpo y con combos de espada y el uso de la cadena, esencial en todo tipo de situaciones y para acercar objetos, colgarse de salientes altos, atar elementos entre sí, etc. Esta cadena mágica se puede lanzar en cualquier momento desde el puntero del Wiimote y con el botón B, interactuando con cualquier objeto, personaje o enemigo de la pantalla. Esto crea todo un abanico de nuevas posibilidades jugables que alternan entre espadazos, combos, movimientos de esquivo y magias típicas de los hack and slash más profundos, junto a todos los movimientos de Aeron con la cadena, que también hace daño, se puede recargar e incluso entrelazar con la espada, según se ha podido ver aunque en estos primeros 90 minutos todavía no se permitan tantas combinaciones.

Los puzles, otro ingrdiente muy presente en la mezcla de Pandora's Tower, también se basan en los golpes de cadena y las posibilidades con ésta, desde un simple interuptor que se activa a distancia hasta una puerta con diversos enganches o arrastres exigidos. Al acabar con las numerosas bestias que encontremos, podremos darles un golpe final que las haga desaparecer y ofrecer un objeto, o arrancarles un trozo de su carne para llevárselo a Helena al final. En combate, también la cadena permite desmembrar a enemigos, arrancarles partes como el ojo para que no puedan ver o la pierna para que se muevan más lentos. Hay otros que requieren abusar de los tirones, como los panales de abejas monstruosas que ya hemos podido afrontar, donde se obliga al jugador a arrancar cada trozo para deshacerlos.

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El manejo es muy cómodo e intuitivo, aunque al principio resulta algo extraño todo el conjunto de posibilidades que el juego ofrece, muy distintas e imprevisibles. Por lo recorrido hasta el momento, Pandora's Tower aparenta tener una curva de dificultad muy bien calculada y donde se van ofreciendo poco a poco las novedades y opciones. Es un título semilineal, y los diseños de los escenarios son lo bastante accidentados como para hacer las peleas variadas, siempre en completo tiempo real y con variedad de ataques y movimientos ejecutados por los enemigos. El botón A sirve para los espadazos (cargados o simples) e interacción, mientras que el B queda para activar el zoom del cursor a donde queremos mandar la cadena, para luego con gesto de tirar, mover el mando y recogerla. Aeron es muy ágil, podrá saltar, escalar y dejarse caer como en las mejores aventuras, aunque todo lo hace de forma levemente automatizada, por lo que tampoco podemos decir que estemos ante una aventura con plataformeo.

El toque rolero a tanta acción lo pone todo el sistema de inventarios, diálogos, decisiones y trasfondo de una aventura híbrida de géneros que no deja indiferente ni aun jugada durante unos pocos minutos. Pandora's Tower absorbe, y tiene ese punto de J-RPG que tan bien sabe mezclar disciplinas. Los pequeños objetos recolectables nos permitirán dan forma a otros más útiles, como pociones de curación, armas y armaduras. El sistema de equipo en este título funciona mediante cuadrícula, con piezas que encajar para amortizar al máximo el espacio y sobrecarga de Aeron. Con la cruceta podremos pasar entre los diversos objetos y utilizarlos en tiempo real, ocupando éstos unos segundos de inmovilidad del protagonista. Las habilidades aprendidas y el fuerte peso de la trama son el otro componente rolero de Pandora's Tower, que, como digo, no deja de ser más una aventura que cualquier otra cosa.Un sello y 13 claves

El sello divino de la espalda de Helena representa la inevitable y dolorosa transformación que la joven sufrirá poco a poco. La crudeza de algunas imágenes y el extraño carácter de los personajes crean un ambiente incómodo, incoherente, lo que aparece también en el propio diseño de las torres, los irreverentes enemigos o incluso los Amos, cada uno de los jefes de cada Torre. Precisamente sobre éstos, el juego es aquí donde ofrecerá un acierto similar al que Shadow of the Colossus logró en su día, mezclando intelecto y habilidad para descubrir en cada caso cómo afrontar cada mastodóntico rival, y todo antes de que la mutación de Helena -representada en un círculo que se va rellenando- llegue al tope. El primero -el que hemos visto de la Torre Arbórea- realmente no requerirá demasiada astucia, pues bastará con encontrarle puntos débiles a los que lanzarles la cadena, cargarla y tirar. También se puede proceder a espadazos, pero el daño es menor y el riesgo de daños superior. Escenarios que se derrumban, manotazos con ramas de árbol, suelos que se levantan... un verdadero espectáculo para el momento álgido de estos primeros 90 minutos de juego, capaz de poner el hardware de Wii al máximo sin perder por ello los 30 frames estables por segundo.

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Música y colores de otro mundo

La banda sonora de Pandora's Tower es desde ya imprescindible. Se trata de una revisión de piezas clásicas de músicos de época, recogiendo partituras de grandes batutas de la historia de la música y adaptándolas a un espacio onírico como el que ofrece este juego. Abundan los temas corales, que crean verdadera imponencia y dan al conjunto un espíritu gótico innegable. En lo gráfico, el benchmark técnico de Wii vuelve a ser acariciado como ocurrió con The Last Story o The Legend of Zelda: Skyward Sword. Texturas, un nivel de detalle asombroso, iluminación, animaciones suaves y buena paleta de efectos lumínicos, también para los tránsitos imparables entre día y noche. Un diseño de todo el juego y los personajes tan estético y asombroso no podría mostrarse en todo su esplendor si no fuera por un motor capaz de moverlo todo con soltura y lograr auténticas estampas pictóricas a cada paso que demos con Aeron. Una vez más, se vuelve a lamentar en Wii la ausencia de HD, que en este mundo de piedra, magia y organismos hubiera funcionado de maravilla.

Pandora's Tower, por otra parte, tiene a cambio un sistema de cámaras fijas que ya en lo recorrido nos ha jugado alguna que otra mala pasada. Los planos estáticos fomentan el apartado artístico del título y ayudan a su mecánica de apuntado a la pantalla para interactuar con elementos concretos, pero realmente esto debería haberse solucionado en cierta medida ya que se echa de menos en exceso una rotación de cámaras para los combates más multitudinarios, que también los hay. Cotrolado con Wiimote + Nunchuck, o con Mando Clásico de Wii -que lógicamente elimina las opciones de puntero-, el juego no deja mirar a nuestro alrededor, aunque hay que reconocer su intento por facilitarse en todo momento alejando bastante el ángulo de visión para que el jugador pueda tener una perspectiva general de lo que está pasando.

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