Need for Speed: The Run, Impresiones
Además de los trazados en las grandes urbes estadounidenses y los momentos de QTE para narrar la huida a pie de Jack Rourke, Need for Speed: The Run tiene adrenalina también en todo tipo de carreteras estatales, autovías, periferias y caminos rurales. Electronic Arts quería que viéramos en este último hands on del título cómo es correr por la vastedad de Norteamérica. Probamos en este código muy mejorado y casi final niveles de supervivencia, carreras de adelantamientos y fugas de la Policía en cinco nuevas pistas.
Frostbite 2.0, sistema de comunidad online AutoLog, montones de coches reales llevados al límite, tratamiento de superproducción, más de dos meses de motion capture, presupuestos históricos en la franquicia, contratos con actores reales... Need For Speed: The Run no es ningún producto secundario. Electronic Arts no quería que nadie tuviera esa apreciación y ha ido demostrándonos todo esto en anteriores eventos, siendo la semana pasada, durante el EA Showcase Winter, donde quiso prender fuego a la traca final del que llegará para ser el NFS más frenético y espectacular jamás creado. A un mes del lanzamiento, la división canadiense de la compañía -madre de los estudios encargados, Black Box- nos dejó sentarnos ante un código casi final, con muchísimo contenido disponible, total ausencia de bugs, refinado gráfico tal y como el que mostrará el juego de las tiendas, un manejo de los automóviles más preciso y satisfactorio o todas las pistas de audio y doblaje ya implementadas. Esta obra pretende dar un giro a la marca, sin desilusionar por ello a sus habituales fans. Ha sido un movimiento muy caro que llega en una época repleta de competencia. La conducción vertiginosa y extrema, busca en esta obra su nuevo exponente.
Del Golden Gate al Empire State, la carrera de Jack Rourke, al que persiguen las fuerzas del orden y varias bandas por un delito que aún desconocemos si llevó a cabo o no, será un viaje largo a través de variadas zonas, urbanas, desiertas o frondosas. Su desarrolladora quiere que el jugador empatice con el protagonista, se emocione con esta historia -en definitiva de coches- que profundiza más de lo habitual en la figura del conductor, con un argumento lineal y trazado que promete grandes momentos aunque todavía se desconoce bastante. Los nuevos circuitos que nos ha enseñado EA nos trasladan hasta el Gran Cañón del Colorado, las empinadas calles de San Francisco y su mencionado y enorme puente, una zona de refinerías de las afueras de Chicago, la bajada llegando a Nueva York por una ladera llena de hojarasca otoñal, y una tormenta en mitad de los campos de maíz. Esta vez no se nos ha enseñado ninguna parte de Quick Time Events, quizá por la reacción tibia que ha tenido la comunidad de jugadores al ver en vídeos cómo se desarrollarán, de forma muy tradicional y básica. The Run solo dejará un 10% aproximado a estos momentos de pulsar botones mientras contemplamos cinemáticas con Jack bajado del coche, liándose a tortas, huyendo por los tejados o en tramos de sigilo "sobre raíles". El otro 90%, pretende traer de vuelta la conducción Need For Speed habitual, ahora mucho más emocionante, frenética y vistosa gracias al brillante aspecto visual del juego.
Black Box ha logrado sacr un partido fenomenal al motor nuevo motor de Electronic Arts, logrando un apartado técnico que impacta, especialmente por su fluidez, sistema de iluminación y la sensación de velocidad que tendremos en todo momento, capaz de poner nuestra adrenalina al límite y hacer que casi nos duelan los choques más espectaculares a los más de 250 Km por hora que alcanzan algunos de los bólidos, entre los que hemos visto en esta ocasión el McLaren MP4-12C, un Ford Shelby GT500 Super Snake plateado, o el último modelo del potentísimo Lamborghini Aventador. Jack no se andará con chiquitas a la hora de escoger vehículos, dejando al jugador que antes de cada parte del juego monte al personaje en un concreto, dependiendo de cuáles pueda robar o tomar prestados en cada momento, algo que viene determinado por la cantidad de coches que desbloqueemos para el modo singleplayer. El multijugador utiliza los mismos cochazos, pero tiene un sistema más clásico de selección y disponibilidad. El engine Frostbite 2.0 nos ha sorprendido especialmente, una vez más y como en Battlefield 3, por su interpretación del sonido, dejándonos unos efectos que ponen los pelos de punta, donde cada motor ruge de forma verosímil y casi sentiremos las vibraciones del volante gracias a cómo un derrumbamiento, los derrapes o los disparos suenan con rotundidad.
Y por supuesto, el espectáculo gráfico con toda la descomposición en partículas, destrucción de los entornos y los coches, sistema de físicas coherente y creíble, lejanías visibles, iluminación dinámica y cambiante durante la carrera que se refleja de forma absoluta en todos los elementos de los escenarios y las carrocerías, colorido, fluidez, variedad... The Run busca su faceta cinematográfica plena apoyándose también en realismo de las imágenes y modelados. No se evita por ello cierto popping en algunas partes y daños y comportamientos irregulares en algunos coches, aunque, a cambio, no hemos presenciado ni rastro de ralentizaciones. Por supuesto, tenemos que volver a destacar los niveles de supervivencia, donde un helicóptero nos acribilla a balazos desde el cielo, la carretera se llena de tráfico y eventos accidentales de la naturaleza a los que tendremos que saber enfrentarnos y todo ello sin dejar de dar esquinazo a varios coches patrulla que nos pisan los talones. Este tipo de fases del juego son las que mayor partido sacan al Frostbite 2, y dejan claro que en Black Box han buscado, por encima de todo, que nos conmocionemos con lo que vamos a presenciar en pantalla, a veces una cascada de scripts, claro, pero están tan bien preparados, que la experiencia de juego también se enriquece y alcanza una nueva forma de entender la conducción arcade.
El tramo del Gran Cañón nos mostraba un atardecer por carreteras serpenteantes entre las rocas rojas del conocido yacimiento gigantesco. En esta etapa como en la del descenso por la ladera y la tormenta de las llanuras en una carretera secundaria estrecha y con camiones, el objetivo era adelantar a un número de coches que corren en nuestra dirección ante sde que se acabe el tiempo. Son pruebas de velocidad punta, donde tendremos que medir bien la trazada de las curvas, cuándo usar el nitro de turbo, saber frenar y apretar los dientes al esquivar el intenso tráfico en tramos con muchas rectas, caminos alternativos a través del campo, curvas peraltadas o cambios de rasante y cuestas arriba donde nos deslumbrará y cegará el sol, con un efecto lografdísimo gracias al Frostbite y su tratamiento de las luces. En estas partes no hay desprendimientos por todos lados, helicópteros siguiéndonos, tiroteos o explosiones, el objetivo aquí es bien tradicional, pero se lleva a un nuevo nivel con la recreación de la velocidad extrema que muestra The Run y ningún otro Need For Speed ha alcanzado nunca.
El nivel de San Francisco ya sí juega más a los fuegos artificiales. En un mediodía y principios de la tarde de la ciudad del Golden Gate, tendremos literalmente que volar con nuestro coche y dar los clásicos saltos en las cuestas de la urbe. Todo ello con varios rivales siguiéndonos y disparándonos, un tráfico intenso de media tarde y el espectacular cierre de nivel con la huída a toda velocidad por el puente. Aquí las calles se llenan de indicadores virtuales, como una especie de holograma, de las curvas, en un respeto claro a los anteriores Need For Speed. También incluso veremos partes en las que podremos aprovechar rampas para subirnos a determinadas rutas secundarias con el coche, como callejones o una terraza amplia de un restaurante al aire libre llena de mesas. Los coches de Policía aquí tienen una barra de resistencia encima, y a medida que los hagamos chocar irán perdiéndola y quedándose por el camino.
El tramo de las afueras de Chicago es nocturno, empezando en el ocaso y acabando en plena noche cerrada. Ha sido el más espectacular de los que hemos jugado hasta el momento, haciendo explotar bidones y tanques de industria, echando abajo todo tipo de estructuras que van cayendo sobre la carretera y tenemos que esquivar sacando nuestros mejores reflejos, etc. La sensación de batalla en este tipo de niveles es constante, con el incansable helicóptero de las pistas de esta ciudad que nos alumbra con su foco y comienza a disparar sin miramientos, teniendo que escapar todo el rato del enorme haz de luz. No por ello se sacrifica un solo ápice de la parte de conducción purista, al estilo de siempre en los mejores Need For Speed, divertida pero profunda. El nuevo control que nos ha mostrado Black Box realmente no tiene nada que ver con las anteriores tomas de contacto con el juego, donde controlar los coches a tanta velocidad era un engorro tosco y poco preciso. Ahora rápidamente cogeremos la dinámica de frenadas, derrapes con el freno de mano y usos del turbo, que solo tarda dos segundos en comenzar a rellenarse de nuevo y nos deja usarlo muchísimo.
El juego aparenta ser díficil. Pese a su espectacularidad, búsqueda del script predecible en muchísimos momentos y algunos tramos que pueden llegar a hacerse monótonos por su longevidad y rectitud (son recreaciones de carreteras nacionales de Estados Unidos), lo cierto es que logra enganchar y desafiar como pocos NFS dado que si nos salimos de la vía, en seguida nos marca un error, rebobina hasta el anterior check point y nos vuelve a dejar intentar llegar al siguiente, todo ello sin aumentar el tiempo, por lo que dos o tres errores de este tipo que activan el Rewind, y veremos nuestro contador de tiempo límite a cero. El manejo es muy satisfactorio, como decimos, pero el tráfico estilo Burnout, las curvas de más de 130 grados en algunas ocasiones o la cantidad de elementos que interrumpen la carretera nos harán dar volantazos en muchos momentos y acabar en la cuneta, despeñados por un precipicio o con un alud encima. Hay partes en que llega a dar escalofríos la desorbitada velocidad que estamos alcanzando. Nos ha dado muy buena impresión en este sentido, mejor que anteriormente.
Ahora hemos visto que Need For Speed: The Run tiene unas calidades gráfica y jugable superiores a lo que esperábamos, será un digno competidor en los juegos de conducción, y una búsqueda de la adrenalina al volante sin igual, es una nueva forma de entender este tipo de experiencias. Nos preocupa que, a un mes de su lanzamiento, Electronic Arts aún no nos haya enseñado y dejado probar alguna de sus modalidades online. Tenemos muchas ganas de ver cómo está implementado el nuevo y ampliado sistema AutoLog, cuántos coches podrán competir y en qué partes concretas o si habrá una curva de progresión para que el jugador vaya obteniendo beneficios con sus partidas, como hacen los juegos de disparos más exitosos en su faceta en red. Nos tranquiliza el Frostbite 2 en consolas, logrando un aspecto bastante sólido ya que el género de la conducción se lo permite en cierto modo, aunque no le evita el popping, al menos en este código previo al lanzamiento definitivo. The Run quiere dejar claro que es un juego de coches y velocidad por encima de todo, más allá de polémicas con los QTEs y algunos defectos que todavía le acompañan y hemos comentado. Todo apunta a que sabrá comportarse muy bien y hacer felices a los que están habituados al volante ofrecido cada año por Electronic Arts, un volante que ahora vibra, ruge mejor que nunca.
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