Rise of Nightmares, Impresiones
Sumergirnos en el terror más escalofriante. Ésa es la idea. Si poco o nada de survival horror clásico hemos podido ver en la Gamescom, resulta que Sega tenía una de las propuestas más divertidas y cercanas al abandonado tipo de juegos guardada en la recámara de títulos para Kinect. Preparaos para pasar miedo en primera persona, sin mandos, y con un esquema muy tradicional, justo lo que querría cualquier fan del género.
Ya asomó la cabeza en el E3 y en algunas noticias relacionadas con futuros lanzamientos de Sega. Rise of Nightmares puede ser la sorpresa de Kinect y es que, tras probarlo en la Gamescom, no nos cabe duda de que este título de corte mucho más hardcore que los habituales ideados para el periférico es de lo más divertido que podamos encontrarnos hoy por hoy. Sencillo de manejar pero bastante profundo en su planteamiento, ni rastro de raíles como mucho pensaban y solo para adultos. La propuesta pretende trasladar al jugador al videojuego de tal forma que pasemos auténtico miedo avanzando por sus pasillos, llenos de trampas, sobresaltos y, por supuesto, monstruos de pesadilla. Y para hacer frente a este particular infierno, nada más angustioso que vivirlo en primera persona y solo con el movimiento de nuestro cuerpo para cada acción, ya sea caminar, examinar el entorno, abrir puertas, disparar...
La demo que hemos visto es el arranque de la aventura, mezcla de aventura gráfica y FPS con toques plataformeros y hasta puzles que nos obligarán a explorar todo. Podremos interactuar con casi cualquier elemento de los escenarios, items, documentos, llaves, cajas... Para movernos basta con adelantar una pierna, o echarla atrás para retroceder. Y el giro del ángulo de visión se hace con un leve giro de tronco. También podremos activar un modo de movimiento semiautomático levantando el brazo, pero nos decían sus desarrolladores que esta forma de andar solo la querremos usar en determinadas situaciones para avanzar más ràpido o no liarnos demasiado. Patadas, empujones, esquivos... nos tocará hacer de todo.
La aventura comienza en un vagón de tren, con nuestra esposa al lado discutiendo sobre los problemas con la bebida que parece haber tenido el protagonista. Sale del vagón y nos lanzamos en su búsqueda, en un extraño tren donde nos encontramos todo tipo de personajes, desde unas bailarinas hasta una sala llena de cadáveres con un monstruo enorme como responsable de estas muertes que, claro está, acaba llevándose a la coprotagonista. Moverse por el ferrocarril es un completo tutorial que nos enseñará cómo abrir puertas con un giro de muñeca como si torciéramos el pomo, cómo agacharnos, cómo accionar palancas o cómo atacar. Todas estas habilidades se repetirán a lo laego del juego en sus 10 o 12 horas de duración.
El control es muy intuitivo y responde bastante bien siempre que estemos dispuestos a concederle la enorme sensibilidad de cada acción. Si por lo que sea nos giramos un poco, el juego interpretará que queremos girar la cámara y no tardará en hacerlo. Para jugar a Rise of Nightmares hay que empezar desde una posición estática y recta, y no moverse para ninguna otra cosa siempre que estemos delante de Kinect. Eso sí, una vez acostumbrados a esta dinámica, el control es preciso y divertidísimo de ejecutar, acercando bastante la sensación de estar inmersos en este horror grotesco e híper violento, tanto que en la propia Alemania donde se nos mostró el juego no saldrá.
Su acabado gráfico no es para nada sorprendente, ni aspìra a ello. RoN tiene una capa de granulado en todas las imágenes que recuerda un poco al motor que vimos en Silent Hill 4, del que por cierto bebe bastante en estética, dinámica de juego y hasta personajes. Éstos se mueven con mucha soltura, se ensangrentan con cada golpe de hacha o martillo que les demos y se transforman. La oscuridad llena los escenarios con intensidad, pero no llega a agobiar como en algunos clásicos del survival horror. Y menos mal, ya que a veces necesitaremos tener visibilidad en la lejanía para actuar a tiempo con, por ejemplo, murciélagos o gusanos gigantes que se dirigirán hacia nosotros a toda velocidad. Los zombis, los monstruos deformes o con referencias animales serán quienes más pueblen esta pesadilla sobrenatural.
La segunda parte de la demostración nos sitúa en una ladera donde se ha estrellado el tren. Hay un castillo al fondo y en seguida acabamos dentrándonos en una de sus catacumbas. Se disparan flechas, hachas que cruzan los pasillos de lado a lado y suelos de pinchos. Tendremos que correr para no ser alcanzado por estos mecanismos letales, y si caemos, la imagen será cruenta y gore, como hemos comprobado. El combate es la otra parte del juego junto a la exploración y las trampas. Según el arma que llevemos, tendremos que accionarla de una forma u otra. A veces ocurren eventos temporales, como que un enemigo nos llene la pantalla de babas y tengamos que limpiarla o que nos agarre con el tentáculo y tengamos que escurrirnos para escapar. La variedad de movimientos que haremos frente a la cámara de Kinect está asegurada.
Otros dos aspectos que nos han llamado la atención muy positivamente son la música y la dificultad. Sobre la primera, RoN ha tenido detrás a un equipo de especialistas que han buscado en todo momento la melodía más acertada, creando verdadero suspense y terror con las composiciones, aunque sin abandonar el toque de serie B que desprende todo el juego, con algunos momentos de rock descafeinado en los combates más encarnizados. En lo que respecta a exigencia, se nota que Rise of Nightmates no es un juego para niños y no serán pocas las veces que nos maten, teniendo que movernos en ocasiones con absoluta rapidez y reflejos, llevándonos también algún que otro sobresalto ya preparado, como cuando nos miramos en un espejo del tren y vemos a un monstruo horrible en vez del rostro del protagonista.
Sega ha querido arriesgar fuerte y todo apunta a que le va a salir muy bien la jugada, al menos en materia de calidad. Este título no es el habitual de Kinect, no es para todos los públicos y ni mucho menos para un jugador poco habituado a los videojuegos. Aplaudimos la valentía de Rise of Nightmares por partida doble, al traer de vuelta el survival horror clásico y además adaptarlo a Kinect. En apenas dos semanas tendremos en las manos la versión final y podremos comprobar si de verdad funciona su manejo durante toda la aventura, si mantiene la diversión y si el argumento está a la altura. No queremos más que montarnos ya en ese tren que nos lleve a nuestras peores pesadillas para comprobar cómo es eso de introducirse en un juego de terror. A ver qué sucede...