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Alice: Madness Returns

Alice: Madness Returns

Regreso al País de las Pesadillas

American McGee vuelve a llevarnos al barroco y surrealista País de las Maravillas de Alice, en una aventura de acción y plataformas muy especial que nos hará ver el cuento de Lewis Carroll con otros ojos. Preparaos para atravesar la madriguera del conejo...

Son muy pocos los juegos que hayan causado un impacto similar al que provocó American McGee's Alice en el año 2000, cuando EA lo lanzó para PC. El planteamiento amable y directo de ser una recreación del bello cuento infantil de Lewis Carroll se acababa perdiendo en un universo gótico, de pesadillas y momentos sangrientos que poco o nada tenía que ver con los eventos narrados en 'Las aventuras de Alicia en el país de las maravillas' y en 'A través del espejo y lo que Alicia encontró allí', fundamentalmente porque se situaba varios años después de dichos acontecimientos. Una Alicia trastornada, que pierde el contacto con la realidad y se ve atrapada en una recreación caótica, oscura y desconcertante del País de las Maravillas generada, según nos cuentan, por su propia mente atormentada.

Aquel primer Alice ofrecía unos diseños excelentes, un inteligente diseño de niveles y una gran jugabilidad, elementos que se fusionaban con maestría para componer un título inolvidable y que dejó huella en un gran número de usuarios. Tras abundantes rumores, cancelaciones y no menos tira y aflojas, Electronic Arts decidió retomar la franquicia y permitir que American McGee se volviese a sentar en la mesa de diseño para preparar la segunda entrega de la que, posiblemente, sea la creación por la que mejor se le conoce (a pesar de que participó en títulos como Doom o Quake). ¿Qué podemos encontrarnos? Pues, a un nivel muy básico, un estilo de juego similar que se basa en las secciones de plataformas, en la acción y en la exploración de un mundo oscuro, barroco e imposible.

Argumento
La acción se sitúa diez años después del primer juego. Alice superó el trauma del incendio en casa de sus padres y, tras los sucesos del final de su última aventura, parecía haber recuperado la cordura y que todo iba a ir bien. Sin embargo, esto no ha sido así, y nuestra protagonista sigue sufriendo severas pesadillas con ese mundo fantástico. El problema es que cada vez son más grotescas y sangrientas, como si las pesadillas y los temores de la joven estuviesen apoderándose de lo que antaño había sido un mundo ideal. Aunque ya no está en el psiquiátrico de Rutledge, Alice sigue yendo a tratamiento psicológico en Londres, en plena época victoriana, obsesionada aún con el incendio y atemorizada por sus pesadillas, con indicios de que tal vez el fuego no fuese el mero accidente que pensaba.

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El psicólogo, lejos de querer comprender a Alice o de intentar darle una solución certera, se limita a incitarla a olvidar, pero ella no puede y cada vez son mayores las alucinaciones que sufre, llegando a salir de sus sueños para apoderarse de ella en la propia vida real. Agobiada, estresada y atemorizada, Alice regresa al País de las Maravillas para sentirse a salvo; pero la situación tan precaria de su mente, aún peor que la primera vez, provoca que la zona sea un auténtico caos en el que deberá salvar a los habitantes del mundo fantástico mientras lucha por conseguir resolver el misterio de la muerte de sus padres. En ese aspecto, serán muchos los personajes clásicos que regresan (el gato de Cheshire, el Sombrerero Loco, la Duquesa…), aunque muchos habrán cambiado bastante.

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Sin lugar a dudas, Alice destaca por lo mismo que el original: el bello y característico acabado artístico que luce, el cual se apoya en un guión enrevesado que nos invita a sentirnos como la propia chica protagonista intentando poner en orden su mente atormentada. El argumento de Alice: Madness Returns cumple con solvencia ese cometido de conseguir que todo cuanto nos presenta en pantalla la producción sea creíble y nos anime a seguir adelante. La plasmación de temores de Alice en el País de las Maravillas y su percepción de lo poco que vemos de un mundo real que la rechaza consiguen mantener nuestra atención constantemente. Además, el ir descubriendo secuencias del pasado para desentrañar el misterio del incendio de la casa de Alice supone un aderezo impagable para aumentar el carisma de la producción en general.

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Apartado técnico
Como decimos, el argumento sirve como ayuda impagable a seguir avanzando en la aventura, pero siempre sujeto a la espectacularidad y personalidad del apartado artístico, seña de identidad de la franquicia y que, en Madness Returns, llega a un nivel muy superior en todos los aspectos. No se puede negar, ni por un momento, que este Alice es un juego que entra por los ojos, y que si la propuesta gótica, recargada y surrealista satisface al usuario desde un primer momento, conseguirá encandilarlo hasta el final si le da una oportunidad a la producción. Y es que este País de las Maravillas es capaz de ir mucho más allá de lo que Lewis Carroll en su momento, o Tim Burton más recientemente (que también intentó un acercamiento barroco a este universo), han sido capaces de imaginar.

La belleza de los escenarios reside, en primera instancia, en el excelente diseño artístico de todos ellos, pero también en la gran variedad que se nos presenta. Aquí es posible encontrarse de todo, desde sencillos bosques cargados de champiñones y árboles enrevesados hasta grandes factorías propias del steampunk, pasando por todo tipo de estructuras imposibles que harán volar nuestra imaginación y conseguirán que nos perdamos fácilmente en la obra de arte que puede llegar a ser la imagen que se nos presenta en pantalla. Hay muchos juegos con objetos coleccionables para buscar, pero muy pocos invitan tanto a recorrer todos sus recovecos como Alice: Madness Returns, ya que querremos ver qué sorpresas nos oculta en cada rincón.

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Se podría decir lo mismo de los enemigos, ya que todos ellos representan una plasmación física de los temores etéreos de Alice, y tendremos infinidad de criaturas imposibles que no dudarán en hacernos la vida imposible. Sus diseños también rayan a un gran nivel, aunque algunos destacan más que otros y dejan un mejor sabor de boca. Eso sí, pese a estar algo descompensado, el plantel de enemigos no dejará indiferente a nadie: desde criaturas de oscuridad hasta teteras con ojos y patas, pasando por los soldados cara de la Reina Roja en versión zombi. Desgraciadamente, el soberbio acabado artístico se ve lastrado por los errores técnicos que no se han pulido de todo y evitan que el acabado gráfico general llegue a alcanzar cotas superiores.

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La cámara puede ser una molestia importante en más ocasiones de las que debería (sobre todo en zonas sencillas y pequeñas), las texturas tienen algún problema de carga en ocasiones (y algunas dejan bastante que desear) y en algún que otro caso podemos ver cómo los enemigos atraviesan las paredes con facilidad. Pese a todo, seguimos estando ante un juego notable, digno de disfrutar en el terreno visual y, además, también en el sonoro, ya que la banda sonora es bastante cautivadora y se ajusta perfectamente a todo cuanto se nos presenta durante el juego, con unos efectos sonoros muy apropiados y que combinan con maestría la fantasía alegra de la infancia con la oscuridad y gravedad presente en esta visión del universo de Alice.

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También es muy, pero que muy digno de elogio el gran trabajo de doblaje al español que se ha realizado en Alice: Madness Returns, con un importante número de voces fácilmente reconocibles del mundo del doblaje en España. Se meten muy bien en su papel y consiguen hacer creíbles a todos los personajes. Toda la traducción está muy cuidada, hasta el punto de que todo texto que aparece en el escenario (no hablamos de textos en recuadros o menús, sino propias texturas del mundo) está también en nuestro idioma. Una edición muy cuidada para nuestro territorio y un apartado audiovisual que, pese a sus defectos, deja un gran sabor de boca y consigue que nos dejemos llevar por el espectáculo que se nos presenta durante la aventura.

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Jugabilidad
Es en este apartado donde Alice: Madness Returns presenta sus lagunas más importantes, aunque no porque su jugabilidad sea mala, sino porque no es todo lo buena que podría ser y algunas dudosas decisiones de diseño evitan que llegue a ser la excelsa aventura que se percibe en lo más profundo del juego. Para empezar, debemos decir que Alice: Madness Returns es una aventura de acción, basada en avanzar resolviendo puzles sencillos, superando secciones de plataformas y eliminando a todos los enemigos que nos salgan a nuestro paso. Una dinámica muy sencilla que se sale, en varias ocasiones, de la norma básica establecida para ofrecer minijuegos y pruebas secundarias que no terminan de funcionar del todo bien en el planteamiento del juego.

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Algunas fallan por su aburrida dinámica, otras porque la cámara impide que se disfruten en condiciones, pero en general se perciben como un intento forzado de salir del tedio que puede suponer la repetitiva dinámica básica de juego pero agravando aún más ese problema. El problema del desarrollo de Alice es que no evoluciona ni intenta nada nuevo, desde que nos presenta todos los pilares básicos de la producción en el primer capítulo, recicla idea y repite conceptos hasta la saciedad. Esto habrá a muchos jugadores a los que no les importe, pero a otros les supondrá una carga muy pesada de cara a avanzar en la aventura, y es una pena porque deja una clara sensación de potencial ligeramente desaprovechado a la hora de crear una aventura inolvidable, quedándose un par de pasos por debajo del original.

Afortunadamente, para aquellos que puedan pasar por alto el ritmo repetitivo y reiterativo de la aventura, la jugabilidad es muy satisfactoria y Alice responde muy bien a las indicaciones del mando de control. Ningún salto es una tortura (salvo que la cámara quiera que lo sea), gracias a la posibilidad de realizar varios saltos en el aire y de planear grácilmente antes de aterrizar, lo cual invita a probar incluso los saltos más complicados. De igual manera, el sistema de combate es muy satisfactorio, con un arsenal tan surrealista como los enemigos: un cuchillo, un sazonador de pimienta que usamos como metralleta, conejos-bomba, un paraguas para defendernos y devolver los ataques, una cabeza de caballo, un movimiento de esquiva… Y deberemos usar y combinar todas estas armas, ya que cada enemigo posee su propia rutina.

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Es decir, habrá enemigos a los que tendremos que devolverle su ataque, o que solo se debilitarán con la pimienta, etcétera. Dicha variedad dota de interés a los combates y cada nuevo enfrentamiento estará cargado de sorpresas, aunque también hay que reconocer que cuando los enfrentamientos se repiten y se combinan enemigos de diferentes dinámicas, el juego puede ser una locura… similar a la que sufre Alice cuando su vida está a punto de terminar, momento en el que se transforma y el juego pasa a verse en blanco y negro, pero marcando la sangre y el color rojo, como si fuese Sin City o MadWorld. Pocas más sorpresas que las aquí indicadas ofrece el juego, que bebe de todas las posibles combinaciones de estos elementos para presentar situaciones ligeramente diferentes en estética, pero idénticas en el fondo.

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La aventura se divide en cinco capítulos, cada uno de ellos bastante largo por separado y componiendo una duración total que gira en torno a las diez horas. Pero eso no será todo, ya que el juego cuenta con un gran número de objetos coleccionables, como diferentes tipos de recuerdos que nos ayudarán a descubrir todos los secretos del pasado de Alice, los morritos de cerdo que nos abren camino a zonas secretas, las botellas… Y por si esto fuese poco, los que compren el juego podrán descargar gratuitamente American McGee's Alice, la primera entrega. El choque visual y de control es importante, dado que se nota mucho la década transcurrida, pero pese a todo sigue siendo un título muy recomendable y el complemento perfecto a esta segunda entrega.

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7

Bueno

Cumple con las expectativas de lo que es un buen juego, tiene calidad y no presenta fallos graves, aunque le faltan elementos que podrían haberlo llevado a cotas más altas. Cómpralo sin miedo.