Def Jam Rapstar
Pure Rap
El Hip Hop fue uno de los géneros musicales de moda en los albores del presente siglo, en lo que se ha catalogado como uno de los fenómenos sociales más impactantes de los últimos tiempos. Sus orígenes datan, sin embargo, de mucho antes, estableciendo un legado que se revisa en este karaoke al estilo SingStar en el que por fin podemos entonar las melodías más interesantes del panorama para picarnos en una batalla de gallos contra el amigo presumido de turno. Rapstar es Rap, aunque no es perfecto.
Dicen que el género de los juegos musicales está moribundo, medio sepultado, ahogado en arenas movedizas. Ha caído por su propio peso. Lo que hace unos años era el fiel reflejo del éxito, hoy día es una moda viejuna que no interesa por los altos precios de producción y por la necesidad imperiosa de pasar por caja para adquirir éste o aquél periférico, dos hándicaps que al parecer le han costado caro a Rock Band y Guitar Hero, lo mismo que en su día a Beatmania, Guitar Freaks o DrumMania. Tocar instrumentos de plástico que imitan la realidad es una moda cíclica que se repite cada cierto tiempo, pero evidentemente hay más formas de poder disfrutar de la música en el terreno virtual que éstas. Hay una tendencia que nunca pasa de moda por diversos motivos que ahora no vienen al caso: el karaoke.
Fascina a los orientales, rompe moldes en occidente cuando hay alguna fiesta de por medio, impacta a los más pequeños de la casa. La técnica fue inventada hace bastante tiempo para establecerse firmemente en la rutina diaria del siglo XXI, quizás por la relativa facilidad que implica disfrutar de él. Un micro, una televisión y un grupo de amigos es todo lo que necesita el cantante de turno para desfasarse sin miedo a hacer el mayor de los ridículos.
Aunque tradicionalmente el formato se ha asociado a estilos musicales más bien populares, con alguna que otra excepción rockera, en el panorama de la industria de los videojuegos esta tendencia ha variado ligeramente con respecto a la que imperaba hasta hace unos años. Esto se ha dado principalmente gracias al éxito de franquicias clave, tal es el caso de SingStar por parte de Sony (donde, además, se abordan toda clase de géneros) o de Lips, la apuesta de Microsoft para endulzar el catálogo de Xbox 360. Sing It es la franquicia que se ha adueñado de Nintendo. Cada una cuenta con un espíritu y características propias que a su manera ofrecen una visión distinta del arte de empuñar un micro y cantar.
Emplea una selección de canciones que a buen seguro hará las delicias de los amantes de este género musical sin salirse del camino marcado por sus rivales directos, es decir: el jugador ha de seguir el ritmo que marcan las letras de una canción a medida que éstas pululan por la pantalla de nuestro televisor. Un color determinado marca la velocidad a la que se debe cantar, mientras que la entonación determina el éxito o fracaso obtenido durante el proceso, tan divertido como agotador. Si en los últimos ejemplos que la industria ha ofrecido bastaba con mantener cierta entonación para salir del paso, en Rapstar no sólo importa cómo, sino también qué estamos cantando. Sostener un Oooh', recitar chorradas o hacer el gracioso se ha acabado. Esto es Rap.
4MM pone sobre la mesa una propuesta de fácil comprensión: un compendio total de más de 45 canciones que abarcan distintas etapas de la historia del Hip Hop, estilo musical que según se explica en el propio título engloba otros subgéneros (léase el caso del Rap, aunque no es nuestra intención abrir un debate sobre esta delicada cuestión), cada uno con sus propias características. De esta forma empuñamos el micro en alguna de las tres ediciones que se lanzan al mercado, incluyendo las mismas propiedades, entre las que destaca la presencia de un amplio espectro de posibilidades multijugador o, más concretamente, de tareas a cumplimentar de cara a la comunidad social.
En la práctica, el desarrollo de Rapstar no difiere en demasía de otras propuestas musicales, lo veíamos antes en cuanto al sistema de canto. Sucede exactamente lo mismo con la puesta en escena. Tras seleccionar una canción en la modalidad principal de juego, aparece un vídeo en pantalla donde se comentan los pasos útiles que ha de dar el rapero de turno para no fallar en su intento. 4MM insiste en la importancia de equiparar el significado de las letras con la entonación que se requiera en cada caso, por lo que resulta imprescindible poner atención a las líricas. Cada fallo se penaliza severamente, con lo que se consigue un nivel de exigencia considerable, especialmente a ojos de los jugadores menos experimentados en esta rama.
Funciona relativamente bien la detección de palabras por canción. Esta faceta, unida a la necesidad de mantener un bien tono de voz para evitar hacer el ridículo durante nuestra actuación, fomenta el plano competitivo entre varios jugadores. Dependiendo de la edición que hayamos adquirido se ofrecen unas virtudes u otras en este sentido: en PS3 y en X360 se posibilita en uso de una cámara que registra nuestros movimientos en pantalla mientras se suceden las líricas en la parte inferior de la misma. Resulta extraño visualizar nuestra propia forma de cantar canciones clásicas (I Get Around de 2Pac, Slam de Onyx, Can't Truss It de Public Enemies, por citar algunos ejemplos), aunque no cabe la menor duda que se trata de un detalle cuando menos curioso por su versatilidad.
La presencia de 2Pac, Wu Tang, DMX, Beastie Boys o de Dr.Dre ponen de relieve un marcado gusto por el estilo clásico, aunque también hay cabida para algún que otro hit moderno. No sorprende por lo tanto la inclusión de Rihanna, un artista de reconocido prestigio, aunque sí de otros cuyos nombres apenas figuran en las listas de favoritos. Sucede algo parecido a la situación vivida con Guitar Hero o Rock Band: si bien es cierto que gran parte del tracklist es impactante, hay otras canciones que parecen cumplir un cometido de relleno. Cuando se trata de entonar, o de tocar un instrumento, este hándicap apenas es apreciable. Sin embargo, sí que se trata de un aspecto a tener en cuenta a la hora de aprenderse las letras o de tener una mínima idea de qué estamos diciendo mientras prestamos un poco de atención al vídeo de turno.
Que figuran artistas poco conocidos por el catálogo de canciones es, en todo caso, un problema menor que tampoco se debe entender como una tara que impida disfrutar del contenido. No obstante, no se puede decir lo mismo de la censura que está presente en algunas canciones. Se elimina cualquier insulto o palabra malsonante de las composiciones en un movimiento que se realiza claramente con la vista puesta en no superar una determinada calificación por edades, algo que no encaja con la filosofía del género ni del producto en sí. Se mire por donde se mire es una de esas facetas que se relaciona directamente con el Rap (la libertad de expresión total y absoluta), un término que 4MM quiere poner de relieve en la interesante presentación, pero no en la práctica.
La cuestión de la censura viene a representar uno de los problemas más significativos que arrastra Rapstar, aunque no es el único. La presentación de los menús, de algunos vídeos y en general de la experiencia de juego es bastante mustia, sosa. Se podría haber mejorado este aspecto, donde los principales exponentes del género han prestado especial atención después de la nefasta tendencia impuesta por Guitar Hero. Sin embargo, y al igual que sucede con otros problemas comentados con anterioridad, tampoco es ésta una tara que vaya a pasar factura a los jugadores que estén interesados en la parte musical del título, que a grandes rasgos debería ser la que primase por encima de cualquier otro concepto.
Precisamente por este motivo las opciones que se ofrecen dentro de la comunidad virtual son tan interesantes, ya que no sólo se permite disputar interesantes piques entre varios jugadores, sino también valorar los vídeos que han subido otros usuarios, apuntar nuestros favoritos, juzgar las representaciones de otros, etcétera. La web virtual se convierte en una herramienta que alarga la vida útil del producto de forma insospechable pero, sobre todo, se encarga de dar herramientas a los usuarios para que sean ellos los que decidan cómo y cuándo prefieren jugar con Def Jam Rapstar. La cantidad de opciones existentes para mejorar nuestros vídeos contribuye a mejorar la excelente impresión que se extrae de esta faceta, sin duda una de las más destacables del paquete.
Junto con ella hemos de establecer el apartado destinado al Freestyle, en una lista de nueve composiciones sin líricas que permiten al usuario imponer sus propias rimas para grabarlas y subirlas a la red de la forma que se prefiera. Poco se pueda añadir de esta faceta salvo el hecho de contar con una cantidad relativamente escasa de melodías que podamos emplear para este fin. Si presencia se limita a ampliar el espectro de posibilidades ante el que se encontrarán los jugadores tras adquirir el título, aunque es evidente que se podía haber mejorado su integración mediante alguna modalidad extra de juego que sirviese como justificante para sacarle el máximo rendimiento.
Bueno
Cumple con las expectativas de lo que es un buen juego, tiene calidad y no presenta fallos graves, aunque le faltan elementos que podrían haberlo llevado a cotas más altas. Cómpralo sin miedo.