FIFA 11
Esencia 'street'
La propuesta deportiva de EA Sports cambia en Wii respecto a lo que solemos ver en otras consolas. Si este año se ha reinventado la versión de PC para dar mayor realismo a un estilo de juego desfasado, la consola de Nintendo se resigna a recibir una nueva entrega arcade en la que apenas se incluyen novedades. Sólo un modo de juego en la calle salva del ostracismo a este FIFA 11 que por primera vez en varias temporadas baja el nivel al que nos tenía acostumbrados. Más que bajarlo, lo mantiene exactamente en el mismo lugar doce meses después.
En algún momento de la historia reciente de los videojuegos, las compañías comenzaron a separar los productos destinados a la simulación de los que tienen un claro componente arcade. Antes no existía tal diferenciación. Era frecuente que cualquier estudio de poco calado entre el gran público probase suerte con un concepto manido que tratase de recuperar la esencia del algún clásico atemporal, léase el caso de Pac-Man o Tetris, para ir ganando experiencia y técnica en la producción de un videojuego. Hoy día las cosas han cambiado, no sabríamos decir en qué momento ni exactamente el motivo. EA Sports fue una de las primeras en probar la posibilidad de cambiar el estilo de juego de las principales consolas de sobremesa respecto a la Wii. Lo que en 360, PS3 y PC era simulación, en la consola de Nintendo sería arcade. De cara a la galería, el sistema no se propone como una variante a la tendencia habitual de la industria, sino a una especie de degradación de lo que aparece en otras plataformas.
Con todo, el resultado de la oferta de EA Sports en Wii se entiende como un producto bastante distinto de la tendencia que FIFA muestra en el resto de consolas del mercado, incluyendo a las portátiles por el camino. Es una situación extraña la que se obtiene con este movimiento, ya que por un lado sólo es posible disfrutar de una propuesta arcade en términos futbolísticos en la sobremesa de Nintendo, pero para ello se sacrifica la posibilidad de dar a un público muy específico un simulador que invite a disfrutar de las famosas tardes de fútbol' entre varios amigos. Pro Evolution Soccer supo aprovechar el sensor de movimientos de Wii con el fin de otorgar una nueva perspectiva al estilo de juego de la franquicia, obteniendo un éxito cuando menos loable. La crítica reconocía el esfuerzo del PES Team, que desde hace unos ediciones parece haber ido en retroceso por la alarmante falta de novedades con la que nos topamos edición tras edición.
Lo mismo le ha sucedió a FIFA por más que trate de abordar el plano arcade del deporte. Ya lo anunciábamos en el análisis de la edición del Mundial de Sudáfrica que aparecía hace pocos meses, manteniendo la base de FIFA 10 al tiempo que se sustituían los clubes por selecciones, añadiendo por el camino el modo manager que los aficionados habían reclamado durante tanto tiempo. El resultado fue aceptable pero, como decimos, mostraba claras señas de desgaste. Denunciamos la necesidad imperiosa de solucionar la extrema facilidad con la que se anotan goles desde cualquier punto del campo y la falta alarmante de estrategias o variantes que ofrezcan algo de diferenciación a la mecánica de los partidos que se disputan. Era de esperar que EA se tomase la molestia de añadir nuevos modos de juego o de reconvertir el estilo arcade en uno que se hiciese eco de un plano con más posibilidad para la simulación. Finalmente sólo ha variado uno de estos dos aspectos.
Para empezar, se ofrece la posibilidad de que nuestro jugador empiece desde lo más bajo del panorama futbolístico. Elije un escuadrón de jugadores (un total de cinco por equipo) con los que compite ganando toda clase de competiciones de menor nivel. A medida que aumenta de experiencia, sus habilidades le permiten realizar mejores regates, disparos más certeros y básicamente la opción de convertirse en el jugador total: aquel que dribla, chuta, remata de cabeza y lo hace todo con enormes expectativas de obtener éxito en su objetivo.
Jugar en la calle es la opción más innovadora que ha presentado la franquicia desde hace bastante tiempo, más aún si tenemos en cuenta que la mecánica de juego es exactamente la misma que la de la pasada edición. A medida que aumentamos nuestras posibilidades como futbolistas crece la necesidad de combinar nuestro juego con el resto de jugadores de campo, aunque la escasa exigencia de la Inteligencia Artificial tampoco ofrece demasiadas opciones a desarrollar un juego especialmente profundo sobre el campo. La sensación que transmite esta modalidad es similar a la de FIFA Street, con toda clase de filigranas y astucias que podemos verter sobre la pequeña cuadrícula de juego sin faltas, penaltis ni ninguna otra clase de impedimento para realizar el fútbol que mejor nos venga en gana.
Dentro de esta opción hay varias posibilidades para ralentizar el movimiento rival a base de mejoras o habilidades especiales que ofrecen algo de variedad a los partidos. El problema llega cuando pasamos de nivel a las ligas superiores. En este punto comprobamos que las novedades incluidas en la mecánica son tan escasas como insignificantes durante los partidos, tal es el caso de la barra de potencia con la que contamos a la hora de lanzar una falta a balón parado. Si antes valía con sacudir el mando en el momento justo, ahora debemos preocuparnos por la potencia que imprimimos al disparar, un factor un tanto abstracto que dominamos a los cinco minutos de comenzar a jugar.
Lo mismo sucede con el comportamiento de los porteros, que ha mejorado sustancialmente respecto a la edición pasada, aunque con matices. Mejorar el nefasto resultado que ofrecía FIFA10 en este sentido es una tarea relativamente sencilla teniendo en cuenta la facilidad que existe a la hora de anotar un gol desde el centro del campo o desde cualquier zona que colinde la portería rival. Regatear, tirar pases en profundidad o realizar jugadas de gol es una tarea que se realiza con demasiada facilidad y sin reto alguno por parte de una CPU que siempre tiene las de perder ante las embestidas de los mejores equipos del campeonato. Pongamos el ejemplo de Messi, dotado de los mejores atributos. Salvo en el tiro, el jugador del FC Barcelona es capaz de anotar gol prácticamente cada vez que dispara a puerta, ya sea tirando una falta o un penalti.
Respecto al sistema de control, la tónica es básicamente la que conocimos -como en tantas otras facetas- la temporada pasada. Existen tres configuraciones: wiimote y nunchuk, mando clásico o wiimote a secas. Las dos primeras permiten cierta integración con el fútbol que queremos plasmar sobre el campo, aunque es la primera la que claramente debe llevar la batuta en esta ocasión por la necesidad de sacudir el mando para realizar determinadas acciones sobre el campo. La tercera, sin duda también la más absurda de las tres, nos invita a jugar únicamente con el wiimote, sin control alguno sobre los jugadores. Sólo apta para los más pequeños de la casa o para aquellas personas que no reconozcan la consola o el videojuego como un elemento familiar.
Nada cambia en el plano visual o sonoro, donde se mantiene la línea de siempre, así como en la cantidad de modos de juego. Lo más destacado en este sentido, al margen del modo de de la calle a los estadios', es poder jugar libremente partidos en el fútbol callejero de toda la vida o de potenciar el modo Manager que viene siendo exactamente el mismo que conocíamos en la edición pasada de la franquicia. Sin novedades en este sentido, FIFA vuelve a centrar gran parte de su atención en la infraestructura que se habilita para que los jugadores puedan competir entre sí. El multijugador deja entrever que una de las mayores virtudes de este título es precisamente las buenas sensaciones que transmite cuando se trata de buscar la diversión entre dos jugadores que tienen experiencia (o todo lo contrario), pero desde luego no cuando se trata de disputar partidos frente a la CPU.
La caricaturización de los jugadores es la tónica general del apartado visual, que apenas se renueva para la ocasión. No hay distintas cámaras sino ligeras modificaciones para mejorar la vista que se ofrece desde un primer momento, otro impedimento para que el jugador pueda decidir exactamente a qué clase de fútbol desea jugar. No se comprende que por más que pase el tiempo, FIFA se niegue a evolucionar un concepto que encaja perfectamente con las posibilidades de la consola en la teoría, pero desde no tanto en la práctica.
Bueno
Cumple con las expectativas de lo que es un buen juego, tiene calidad y no presenta fallos graves, aunque le faltan elementos que podrían haberlo llevado a cotas más altas. Cómpralo sin miedo.