Tom Clancy's HAWX 2
Uno de los títulos más esperados de la pasada campaña, HAWX, va camino de reinventarse con una auténtica pila de novedades que apuntan a la mejora de la base jugable de la franquicia, que gustó pero no terminó de convencer a los acérrimos en la materia. La secuela de la novela creada por Tom Clancy se dejaba ver parcialmente la semana pasada junto a un pack de imágenes que ilustra el anuncio, misión ingame mediante, con la que Ubisoft planea robar el trono del género de la aviación de combate al todopoderoso Ace Combat, que a día de hoy y pese a su tendencia arcade sigue siendo el referente de un estilo de juego que por desgracia no se estila tanto como quisiéramos en nuestros días.
Se esperaban grandes cosas de HAWX, que a su anuncio oficial por parte de Ubisoft Bucharest levantó, como lo haría en su día EndWars, una expectación inusitada entre los aficionados de la rama del entretenimiento electrónico. El desarrollo de un videojuego en la actualidad exige, entre otras cosas, el desembolso de una cantidad desorbitada de dinero que sólo unos pocos son capaces de amasar para que la obra en cuestión salga hacia adelante y no encalle en una de las múltiples rocas que aguardan a su paso. Ubisoft es una de las compañías que más y mejor ha apostado por la denominada next-gen. Prueba de ello encontramos diversos títulos de prestigio que con sus más y sus menos han logrado hacerse un hueco en la memoria de los jugadores que consideran arte la industria de los videojuegos.
HAWX fue, como decimos, uno de los que más alto apuntaba. El uso del nombre de Tom Clancy suele garantizar un efecto mediático que pocas veces pasa desapercibido en los medios especializados, a su vez fuente de conocimiento para los aficionados. Esta vez se trataba de abrir espacio en el género de la aviación, o más concretamente en el del uso de cazas de combate. Durante los primeros meses de creación se albergaban esperanzas de que la calidad del título hiciese honor al enorme despliegue publicitario del que hizo gala durante más de dos años, tiempo que el estudio de Bucharest dedicó en cuerpo y a alma a confeccionar todos y cada uno de los aspectos de la que más tarde sería denominada primera entrega' de una franquicia que nació prácticamente sin que nos diésemos cuenta. Siendo así las cosas, su actuación en el mercado fue bastante discreta, alejada de las expectativas originales.
También lo fue la calidad del mismo, que a nivel jugable ofrecía más de lo mismo con un planteamiento poco gustoso, amén del uso de un motor gráfico que pese a su destacable apariencia dejaba mucho que desear cuando la ambición se interponía en el camino de la técnica. Dicho en otras palabras: da la sensación de que los creadores de HAWX no eran precisamente eruditos en la materia, y como tal parieron un título que como se comenta se perdía en la querencia de ser más que toda competencia que hubiese aparecido en algún momento anterior del tiempo. No debe preocuparse el lector si al leer estas líneas ha pensado en Namco Bandai o más concretamente en Ace Combat, ya que la licencia japonesa sigue siendo el referente a superar en la actualidad, como también lo fue en las décadas pasadas desde que debutase a mediados de la década de los noventa.
La susodicha nos lleva a una nueva hecatombe mundial en la que varias cabezas nucleares han desaparecido de un almacén ruso. El objetivo del jugador pasa por encontrar el motivo último de este robo y la facción que se esconde tras los actos vandálicos. Por el momento sólo es posible tomar el control del avión desde la distancia mientras realizamos varias piruetas que nos ayudan a sentirnos más cómodos con el pilotaje del caza. Con el F-16 despegamos de la base aérea, tomando el control del avión en todo momento, prestando especial atención a cada uno de los elementos (altitud, velocidad) que debemos medir con lupa para evitar cometer cualquier error que nos condene a un accidente. El realismo del momento se ha depurado sin hacer especial hincapié en la necesidad de ser un experto para lograr un resultado halagüeño de aquí al final de la misión, que poco más tarde nos lleva a registrar varios convoyes que pronto comienzan un ataque hostil hacia nuestra posición. El obús se lleva consigo a un helicóptero causando estragos en pantalla. La acción es espectacular, aunque no hay mucho tiempo para disfrutar de ella.
Las primeras maniobras que realizamos sirven para acostumbrarnos al control del caza, así como para entender la diferencia entre el uso del cañón principal en contra de los misiles, así como de las bombas aire/tierra que lanzamos para hacer daño a una unidad que se encuentre en el suelo. La persona que controla la demostración se encarga de poner a prueba este ejemplo lanzando un devastador ataque contra las unidades de tierra, que pronto desaparecen de nuestra vista. De paso, se garantiza que la precisión que se requería en el título original se reduce para dar pie a un mayor divertimiento, que se ve reforzado por la posibilidad de jugar la partida principal, el modo historia, con un compañero que nos dé soporte en todo momento. El cooperativo, que no fue mostrado en esta ocasión, se perfila como una de las disciplinas en la que mayor énfasis ha puesto el estudio de Bucharest para mejorar su anterior resultado.
Esto se pone a prueba en la siguiente misión que conocemos, esta vez con África como marco, a manos de un F-35 del que nuevamente nos toca despegar desde el suelo. Repetimos la operación, esta vez prestando especial atención al hecho de que la luz solar se ha ido para dar paso a la oscuridad total que refleja el cielo. El ataque tiene lugar en una pequeña base militar repleta de convoyes enemigos. La gracia radica en la necesidad imperiosa de diferenciar entre las unidades aliadas de las que debemos destruir. Podemos cambiar la visión para obtener un objetivo clara marcado en un color determinado, pero no saldremos de dudas hasta que el blanco esté directamente bajo nuestras alas. El estudio pone de relieve otro de los puntos en los que parece que se está volcando gran parte del esfuerzo creativo: siendo África un país continente que no cuenta con material anti-aéreo a tener en cuenta, las medidas que se toman para impedir el ataque apenas logran hacer cosquillas al enemigo.
Hay que tener cuidado, no obstante, de no interponernos en la hilera de balas que de cuando en cuando suena cerca del rotor principal, o de cada pequeño sistema de orientación que nos ayuda a tener una idea de los enemigos que nos rodean. No se ha desvelado información sobre la cantidad de daños a los que podrá hacer frente el caza, como tampoco de qué manera se piensa mejorar el motor gráfico, aunque por lo visto la espectacularidad crece en forma de efectos especiales, explosiones y toda clase de sonidos que acompañan a la acción, al parecer tomados de ejemplos reales en batalla. Lo que sí sabemos es que también se incluyen aterrizajes manuales en cargueros, y que a grandes rasgos la implicación del jugador en los movimientos del caza se ha visto ampliada para lograr, como decíamos anteriormente, una mayor sensación de veracidad a la hora de controlar el aparato con el que hacemos la guerra en esta ocasión.
El juego llegará previsiblemente a las estanterías este otoño, y para entonces tendremos -esperamos- ocasión de probar parte de las novedades que se han confirmado, como el uso de los UAV, que permitirán tener el control de un vehículo en tierra para espiar al resto de unidades, otro punto que teóricamente ampliará las posibilidades a las que tendremos acceso en el modo solitario. Está por ver de qué forma evoluciona el multijugador y si realmente se consiguen cumplir las promesas formuladas a lo largo de este texto, aunque algo nos hace pensar que Ubisoft Bucharest prefiere volar bajo para guardar la compostura y sorprender a la comunidad de aficionados con un título mil veces mejorado respecto al original. De momento van por buen camino, el futuro dirá si finalmente el barco llega a buen puerto.
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