Kane & Lynch 2: Dog Days, Impresiones
Tenemos ocasión de hincarle el diente, por primera vez, a la secuela de Kane & Lynch. La pareja de peligrosos ex convictos creada por IO Interactive pone esta vez patas arriba la ciudad de Shangai. Un par de frenéticos niveles nos demuestran lo brutalmente real que puede llegar a ser un videojuego.
Los chicos de IO Interactive, y la editora Koch Media, comienzan a enseñar la artillería de Dog Days, la segunda aventura de estos dos ex convictos mal avenidos que parecen obligados a entenderse. Así, hemos tenido ocasión de admirar, en acción, un par de niveles del juego e, incluso, ponernos a los mandos en uno de ellos. Así, hemos asistido, en primera persona, a la vuelta de tuerca que se le ha dado a esta gamberra y polémica licencia que, con el primer título ya ganó un buen número de adeptos.
Antes de ver el juego, tuvimos ocasión de ver algunos de los vídeos internos que utilizaron los diseñadores de IO Interactive para construir la nueva imagen del título. Vídeos de peleas callejeras grabados por aficionados y colgados en Youtube o escenas de reality shows estilo COPS o Callejeros se mezclaban con escenas de acción sacadas de películas como Collateral o la Jungla de Cristal. Esto fue la Biblia' para el equipo de arte y luego ellos mismos grabaron vídeos en este estilo en cientos de localizaciones de Shangai. Estas pequeñas grabaciones, cámara al hombro y con encuadres forzados y hasta desenfocados, les ha servido para tener material de sobra a la hora de generar los escenarios y para copiar esa sensación de videoaficionado con la que han querido dotar a la cámara del juego.
El resultado es sencillamente espectacular y, sobre todo, muy original. El primer nivel en el que tuvimos ocasión de comprobarlo, el nivel dos en el juego, comienza con los dos protagonistas en el asiento trasero de una limusina y la cámara, como si se tratase de una cámara oculta, muestra un plano imposible como si estuviera tirada en el asiento trasero, enfocando al interlocutor de ambos delincuentes. Nuestros dos protagonistas esperan cerrar un buen trato con su anfotrion y todos hablan de lo maravillosa que es la ciudad de Shangai para gente como ellos. Todo es muy apacible hasta que un coche choca contra la limusina y comienzan a volar balas fuera y dentro del coche.
Como ya sabíamos, en esta secuela toca manejar a Lynch, el más loco de los dos (al menos el que está diagnosticado oficialmente) y lo hacemos inmediatamente después de que éste salga del coche. La cámara se coloca detrás como si estuviera en el hombro de un cámara imaginario y tiembla, pega saltos cuando corremos, se desenfoca, toma extraños enfoques fruto de las prisas y hasta pixeliza la imagen en ocasiones, como si hubiese interferencias en su señal digital. Todo ello ayuda a crear esa sensación de documental televisivo en riguroso directo.
Pero a los movimientos de la cámara se unen otros recursos muy originales como el color oscuro y la trama televisiva que inunda la imagen, los efectos ópticos que provocan los focos (que dibujan líneas en pantalla como las que se crean en las cámaras de vídeo) y lo más sorprendente: el efecto que pixeliza trozos de la imagen a modo de censura. Cuando disparamos en la cabeza a algún enemigo, podemos intuir el espectáculo dantesco de su cabeza reventada, pero sólo intuirlo, porque aparece una zona de pixels que lo oculta. Y este efecto no se ha aplicado para rebajar la calificación por edades del juego, el título tiene un PEGI de +18 completamente justificado, sino para seguir aumentando esa sensación de retransmisión televisiva, de dura realidad demasiado fuerte para aparecer, sin censura, por televisión.
En cuanto a la jugabilidad, pudimos comprobar los cambios en el sistema de cobertura que han aplicado al título. En este nivel, con Lynch en medio de una autopista rodeada de sicarios que quieren acabar con su vida, vimos como el protagonista podía utilizar cualquier coche para refugiarse de los disparos. Al más puro estilo Gears of War, Lynch se pega a cualquier cobertura pulsando un botón y se asoma para disparar de forma automática. Podemos abandonar la cobertura pulsando el mismo botón o saltar a una cobertura cercana para cambiar nuestro ángulo de tiro. Nuestro objetivo en el nivel es intentar proteger al capo que es nuestro anfitrión, eliminando a decenas de sicarios enemigos y policías por las calles de Shangai.
Aparte del realismo brutal del nuevo diseño y la nueva imagen del juego, destaca lo frenético e imprevisible de sus niveles. Y es que se nota que ahora es Lynch el personaje que lleva las riendas de la acción. Mientras, siempre tendremos detrás al bueno de Kane, más frío y calculador, que no dejará de insultarnos e increparnos por nuestras locas decisiones. En el segundo de los niveles que pudimos ver, y en este caso probar, los dos protagonistas comen en un restaurante y sufren una emboscada a traición, y el local se llena de policías que quieren liquidarlos. En medio del tiroteo comprobamos lo sencillo e intuitivo del sistema de coberturas, un sistema más fino de apuntado y un entorno completamente destructible.
Disparamos a una pared de madera y la destrozamos, acabando con el policía que se ocultaba detrás. Pero no es fácil, ya que la IA parece muy depurada. Los enemigos se esconden, buscan coberturas de manera muy inteligente y hasta rodean el escenario para cazarte por la espalda. Cuando esto ocurre, Lynch cae al suelo medio herido y la pantalla se llena de sangre, pero aun desde el suelo tenemos ocasión de disparar a nuestro verdugo y acabar con él. Así, podemos recuperarnos y seguir al lío. Las siguientes escenas corren por las estrechas y atestadas calles de Shangai, eliminando enemigos a cada paso.
El par de niveles nos deja sin aliento y con un buen sabor de boca. Además, sabemos que a la campaña del juego se puede unir un segundo jugador en cualquier momento, para manejar a Kane, tanto offline (con un segundo mando) como a través de la conexión a Internet. Y a este modo cooperativo, se le unirán los modos multijugador de la primera entrega, mejorados y con nuevas sorpresas. Pero en Koch Media nos aseguran que eso es otra historia, y que nos la contarán en futuras visitas. Deseosos estamos.
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