La fiebre amarilla

La invasión de los juguetes amarillos continúa. Ya han conquistado el mundo del cine (Star Wars e Indiana Jones), han empezado con el del cómic (Batman) y ahora se atreven a enfrentarse a los más grandes en el panorama musical. Para este primer acercamiento se han valido de la experiencia de Harmonix con Rock Band, tomando esta saga como base, pero añadiendo ese toque tan característico que hace inconfundibles a los títulos protagonizados por estos alegres personajillos. Así nos encontraremos con un nuevo reto a nuestro sentido del ritmo en el que podremos encarnar el papel de cantante, guitarrista, bajo o batería. Los instrumentos en esta ocasión se incluyen por separado, siendo los indicados los de la saga Rock Band. Podremos jugar en solitario o con hasta tres amigos en los distintos modos cooperativos, tratando siempre de seguir la canción con la máxima fidelidad posible.

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Hasta aquí, pocas novedades. Pero como hemos dicho, los personajes rechonchos y amarillentos salidos del mundo de los juguetes han sabido dar su toque a toda la producción. No nos referimos únicamente a que todos los cantantes, guitarristas, etc… estén pasados por el filtro Lego (incluidos los miembros de Blur, Queen, Iggy Pop, Prince…). Sino que las características de sus anteriores juegos se han transferido a Lego Rock Band.  La primera y más obvia es la que tiene que ver con la personalización de nuestros avatares, multiplicando las posibilidades exponencialmente. Las posibilidades de ‘tuneo' llegan también a afectar a nuestro local de ensayo, que podremos ir mejorando con distintos accesorios conforme vayamos ganando dinero durante el modo historia. Es de agradecer que por primera vez en un juego musical podamos gastar el dinero (en este caso las piezas) en algo que no sea propiamente instrumentos.

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Los cambios no se limitan a esto, sino que también afectan al modo de juego principal (que se puede jugar en solitario o en compañía), que nos obligará a tocar cada uno de los 45 temas en diversos locales a través de todo el mundo. Aunque avanzaremos en la historia ganando estrellas, los muñecos de Lego han sabido imbuir su peculiar sentido del humor en cada bit de este título. Así, encontraremos un gran número de escenas cinemáticas que irán hilando los diversos conciertos y en las que veremos cómo estos muñecos cabezones y mudos intentan hacerse entender de las más diversas formas. La implicación más directa de este pequeño cambio lo vemos durante las partidas, en los llamados Rock Power Challenge. En estos momentos una circunstancia externa al grupo musical nos exigirá dar lo mejor de nosotros mismos para conseguir un objetivo. Puede ser un grupo de obreros de la construcción pidiéndonos ayuda con una demolición, una lucha con un pulpo gigante o  incluso una abducción extraterrestre. El caso es que también por primera vez veremos cómo nuestro éxito o fracaso al reproducir una pieza afecta directamente al mundo que nos rodea.

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Por desgracia esta colección de éxitos musicales es insuficiente para mantener un interés mantenido durante toda la historia del juego principal, haciendo una vez que pasemos el tramo medio, se comiencen a repetir temas hasta conseguir que perdamos las ganas de seguir tocando en solitario en el mundo de Lego. Afortunadamente, por tan sólo 10€ podremos exportar las canciones de este Lego Rock Band a cualquier otro juego de la saga, e incluso se nos permitirá la descarga de cualquier canción ya disponible para el resto de juegos, siempre y cuando se trate de canciones para todos los públicos. Y es que otra de las características principales de este título es que trata de ser accesible para todos los públicos. No sólo con la selección de piezas, sino también permitiendo que cualquiera pueda ponerse a jugar sin excesivos problemas.

Un buen ejemplo de esto son los modificadores que nos permitirán variar la velocidad del scroll de pantalla e incluso desactivar el pedal de la batería si esto supone alguna complicación. El esfuerzo es tal que se ha creado un nuevo nivel de dificultad, super-fácil, que hace que pulsando cualquier botón de los distintos controladores, el comando se ejecute a tiempo. A esto hay que sumarle que por primera vez en Rock Band, no podemos perder, sino que al hacerlo mal únicamente perderemos las fichas que llevemos acumuladas hasta ese momento.

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La otra expresión de esta apertura a todo tipo de públicos la encontramos en la posibilidad de jugar en cada canción una versión corta. El problema de esto es que se ha tomado simplemente el fragmento inicial de cada tema, muy al estilo Singstar o Lips, con lo que puede que el final de cada versión reducida pueda llegar a acabar de una manera demasiado abrupta (cortando voces, limitando solos de guitarra, etc…). Puede que este nuevo espíritu ‘para todos los públicos' esté bien visto por gran parte de la audiencia, pero se han perdido modos de juego en la mudanza. La desaparición más obvia es la de cualquier tipo de referencia al juego online, lo que limita el divertidísimo modo multijugador a partidas de manera local. Estas además sólo pueden ser cooperativas. Quizá sea para ahorrar las riñas familiares…

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Los apartados técnicos están a la altura de las circunstancias, cumpliendo sin estridencias de ningún tipo y en su papel. Si bien es de agradecer la expresividad de todos los muñecos Lego en el escenario, incluidos los miembros del respetable. Respecto al apartado sonoro, poco hay que comentar que no se haya dicho ya acerca de la lista de temas. Y es que los Lego son mudos, por lo que pocos sonidos emitirán.

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