Fate / Unlimited Codes, Impresiones
Capcom se lanza al terreno de los juegos de lucha en portátil con una nueva serie que plantea toda una revolución en el concepto de bolsillo. Multitud de personajes, escenarios de calidad, un aspecto gráfico a la altura de las circunstancias e incluso una sabia selección de la banda sonora son algunas de las virtudes de un título que en su día alcanzó la popularidad por no aparecer en su país natal en otro formato que en descarga digital. Ponemos a prueba la calidad que atesora la edición original.
Capcom se lanza al terreno de los juegos de lucha en portátil con una nueva serie que plantea toda una revolución en el concepto de bolsillo. Multitud de personajes, escenarios de calidad, un aspecto gráfico a la altura de las circunstancias e incluso una sabia selección de la banda sonora son algunas de las virtudes de un título que en su día alcanzó la popularidad por ser la última apuesta de una compañía que generalmente no suele defraudar en estos menesteres. Ponemos a prueba la calidad que atesora la edición original.
Las series de animación japonesa son un filón inagotable entre las compañías japonesas. Da la sensación de que nunca se cansan de seguir explotando licencias que salen a flote entre la competencia por contar con un argumento original, un dibujo exquisito o simplemente una puesta en escena que sea capaz de enganchar a la audiencia. El caso particular de Fate/Stay Night es doblemente curioso, ya que por un lado hablamos de una novela audiovisual cuyo originen no es la escena manga nipona, sino los compatibles, mientras que por el otro se trata de una franquicia creada exclusivamente para videoadictos, nada de simples adaptaciones para tratar de exprimir el dinero de los consumidores.
Hay que viajar hasta 2004 para conocer los orígenes de una peculiar aventura creada por Type-Moon con intenciones pseudo filosóficas, relaciones interpersonales, intrigas, traiciones, situaciones subidas de tono, etcétera. El resultado del primer exponente de la serie fue cuanto menos aceptable, un hecho que se confirmaría cuando apenas dos años más tarde Studio Deen decide ponerse manos a la obra para lanzar una sucesión de OVAs donde los personajes habituales de la serie cobran vida. El mundo al revés, dirán muchos. La cuestión toma tintes aún más particulares cuando descubrimos que la adaptación al papel, eso que hoy conocemos por tomos manga, no empezaría a ser distribuida hasta principios de 2008, en una jugada que definitivamente viene a corroborar la extraña procedencia de esta licencia.
El plano que afecta directamente a los videojuegos no puede ser considerado interesante hasta finales del año pasado, cuando Capcom anunciaba oficialmente el lanzamiento de una nueva adaptación de la serie en forma de juego de lucha tridimensional. La idea no trasciende más allá de una quincena de combatientes que miden sus fuerzas en los escenarios de la adaptación anime. El verdadero atractivo del producto radica en su simplicidad, una curva de aprendizaje asequible para toda clase de jugadores. El impacto que obtuvo el título en PS2 se convirtió en la mejor excusa posible para convertir el juego original en una nueva edición específicamente diseñada para la portátil de Sony.
Un solo golpe de botón es suficiente para que el personaje se desplace lateralmente, lo que a su vez le otorga unos segundos de reacción para evitar el golpe que el enemigo haya asestado. Realizar los ataques especiales requiere una combinación perfecta entre varios botones, siempre teniendo muy en cuenta la posición en la que se encuentre el rival. Un descuido se traduce en un violento contraataque, una posibilidad que también es viable en la ejecución de una cadena de golpes por parte del contrario. Es relativamente sencillo tomar las riendas del sistema de juego; el auténtico reto supone vencer al rival de turno en los niveles más avanzados de dificultad, tarea que difícilmente se puede resolver sin la práctica suficiente.
Las modalidades que hacen acto de presencia atienden al estándar del género, empezando por el modo arcade, en el que asistimos a la tradicional lucha de un personaje contra diez rivales, cada cual más efectivo en el combate, pasando por el modo práctica para terminar con las misiones. Las últimas consisten en superar una docena de combates empleando diversas tácticas, algunas de ellas realmente complejas de ejecutar. Existe un cierto nivel de exigencia en la mayoría de las competiciones que realizamos contra la máquina, si bien es cierto que la dificultad que viene establecida por defecto apenas hará sudar a los más experimentados del género. La sencillez es una constante en la fórmula que utiliza el título para facilitar a cualquier jugador el poder disfrutar de unas partidas rápidas sin la necesidad de pasar horas practicando con la consola.
Hay varios puntos que han de ser tenidos en cuenta a la hora de valorar este primer contacto, siendo el primero y más importante la correcta utilización de los controles. Existen dos vías para manejar a los personajes; la cruceta y el stick. Probablemente sea el último la mejor opción a elegir en caso de duda. La facilidad para ejecutar comandos viene ceñida por una accesibilidad inmejorable, en parte también ocasionada por la ausencia de movimientos que requieran una gran coordinación. Lo esencial es divertirse, es el objetivo que se fijan las modalidades de enfrentamiento contra la máquina o contra un amigo cualquiera -sin opción a disputar partidas en Infraestructura, al menos en la edición japonesa-. A ellas se suma el típico museo donde se recopila el material que se desbloquea a medida que superamos el modo arcade con diferentes personajes, así como las pruebas en el modo misión.
Otra curiosidad que permite indagar en los movimientos más básicos de los personajes se encuentra en el modo watch', que permite visionar un combate entre dos luchadores seleccionados a gusto del jugador para comprobar cómo se manejan en el terreno de combate. Hay que admitir que su utilidad no parece ser precisamente digna de elogio, aunque de nuevo será una cuestión que se analice detenidamente en el correspondiente análisis del juego cuando vea la luz en territorio occidental. Por el momento no se conocen los añadidos que se planean incluir en esta edición, que pese a la ausencia de alguna modalidad de juego realmente duradera se perfila como una correcta adaptación del original sin demasiadas pretensiones. La afirmación se va confirmando a medida que transcurren las horas de partida, sin apenas profundizar en ninguno de los aspectos de la mecánica.
Hay algunos detalles que se corresponden con la serie de animación original, guiños que serán apreciados por los seguidores de la misma, aunque nadie debería esperar un producto sumamente cuidado en este sentido. Aquí lo crucial es combatir y obtener la victoria a cualquier precio, motivo por el cual hay que tener siempre en mente el reloj de arena que acompaña a los dos medidores de energía que hemos de vencer en cada round. Por este motivo los combates son considerablemente extensos, siempre dependiendo del nivel de dificultad que hayamos asignado.
El resto de indicadores, como de costumbre, atienden a elementos como la magia, que viene a ser un accesorio para los ataques a distancia o las combinaciones frenéticas de golpes, que aquí sí que son posibles. Sólo están al alcance de los jugadores que logren dominar las artes de cada luchador, una tarea que, por otro lado, se consigue con algo de práctica o de partidas a diario.
Las lagunas del sistema de juego a buen seguro se convertirán en uno de los principales contras de un título que apuesta por la simplicidad, sin querer rizar en demasía el rizo. Un estilo de juego asequible para cualquier jugador independientemente de su experiencia, donde también hay espacio para los que busquen un reto a la altura de su nivel. Puede que para estos últimos Fate/Unlimited no sea precisamente la apuesta más acertada, pero qué duda cabe que se trata de un videojuego que tiene mucho por ofrecer en el catálogo de PlayStation Portable. Su calidad pasará prueba la primera semana de septiembre de este mismo año. Sólo, eso sí, en formato virtual.