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Ha vuelto

El E3 de este año nos ha dejado muchas cosas positivas a nivel de anuncios, títulos y presentaciones, pero la mejor noticia posible es el regreso de la feria tal y como la conocíamos hace tres años. El espectáculo puede continuar.

Para bien o para mal, para disfrute de mis sentidos o castigo de mi cuerpo y reducción de mi esperanza de vida, he estado cubriendo el E3 durante mucho tiempo. Concretamente desde el año 2001. Esa primera vez nunca se olvida, vaya que no. Habiendo estado en otros eventos internacionales de la industria como el desaparecido ECTS, la escala y ambiente del E3 me impactó de lleno. Todo se hacía a la american way: a lo grande. Pabellones enormes repletos de ostentosos stands, bellas azafatas, regalos a los visitantes, exhibiciones, shows, presencia de famosos... Bueno, un auténtico espectáculo. La industria tenía un referente. Un lugar donde todo el mundo quería estar y no perderse, tanto compañías como profesionales del sector y aficionados. Ese ritmo, difícil de mantener por otra parte, se mantuvo cuatro años más. Hasta el 2005. A partir de esa edición, la más monstruosamente obscena que recuerdo, comenzaron los recortes.

Las compañías se quejaban de lo costoso que resultaba el alquiler de sus espacios dentro del Convention Center, la organización comenzaba a implementar restricciones respecto a los decibelios que se podían utilizar para evitar guerras acústicas, los gritos conservadores en contra del atuendo de las azafatas y las proporciones de éstas -en California son así- lograron recatarlas hasta que pasaron desapercibidas, y el enorme número de asistentes supuso un problema debido a que muchos de ellos se consideraban público no objetivo para las acciones que realizaban los participantes. A partir de ahí, en 2006, comenzaron los tiempos oscuros. Muy negros. Una desastrosa chapuza en Santa Mónica, de hotel en hotel con 40 grados a la sombra en pleno julio californiano al año siguiente, y después, una discretísima vuelta al Convention Center, con los pabellones cerrados y todas las citas concentrándose en meeting rooms, hicieron que las compañías comenzaran a no asistir, no realizar anuncios, apostar por sus eventos privados y así, peligró la continuidad del evento.

Afortundamente, la legendaria feria está de vuelta. En tiempos de crisis es necesario un catalizador de ilusiones, y este E3 da perfectamente el perfil. Ha vuelto a devolver la ilusión. Hemos pasado cinco días de show vibrantes, con anuncios estelares, presencia de los nombres más importantes de la industria y oportunidad de probar grandes títulos. Todo ello envuelto en el aura de espectáculo por el que se conocía la feria, sin echar de menos nada. Quizá únicamente se pueda criticar que este año el número de asistentes ha quedado en algo más de 41.000, mientras que en su mejor época, el número se quedaba a poco menos del doble. Esto se notaba a pie de moqueta, las colas no eran tan numerosas y no se veía al visitante medio, cargado con bolsas de goodies y merchandising, corriendo de un stand para otro. También es cierto que en esta edición la ESA ha sido más meticulosa con sus acreditaciones.

Pese a esto, que seguro que tiene mucho que ver los tiempos de crisis económica internacional que vivimos, podemos estar tranquilos. El E3 ha vuelto. Esperemos que por mucho tiempo. Larga vida al rey.