I-Fluid, Impresiones

Una gota de agua como protagonista
El juego se engloba dentro del género de aventura y plataformas, y destaca desde el comienzo por su simplicidad. Somos, llanamente, una gota de agua. Sin expresión, sin detalles, pero con vida, deberemos luchar por lo más importante: nuestra supervivencia. I-Fluid nos sumerge en una aventura fascinante donde los más pequeños objetos pueden volverse rápidamente nuestros enemigos. Imaginad tener que escapar de abundantes desayunos, atravesar sartenes con aceite hirviendo o incluso orientarse en una cocina a oscuras con la única ayuda de una pequeña luciérnaga. Este juego nos situará en todo tipo de escenas muy cotidianas para cualquier ser humano, pero que pueden representar un auténtico infierno para una mera gota de agua.

Tuberías como caminos obligados
Después de un largo viaje, nuestra gota de agua se encuentra en una encrucijada: estamos en un sumidero donde varias tuberías nos llevarán por diferentes niveles. Esto nos sirve además como primera toma de contacto con nuestro personaje. Aprenderemos los movimientos básicos antes de empezar: avanzar, retroceder y girar. Una vez encontramos la tubería que nos llevará a nuestra primera 'misión', aparecemos en la mesa de una habitación repleta de clips, lápices, bolígrafos y demás objetos típicos de un lugar de estudio. Nos llama la atención un punto de interrogación que tenemos enfrente y que nos servirá como tutorial a lo largo del juego. Tras trepar por una regla y caer sobre un folio nos evaporamos, y nos damos cuenta de que el juego no es tan fácil como parece.

Escenarios y jugabilidad
Tras volver al sumidero y elegir otro de los caminos posibles, regresamos a 'la vida real', esta vez en una cocina. El escenario, como todos los de I-Fluid, busca el máximo realismo para que el jugador se sumerja por completo en la situación que experimenta su gota, y lo consigue. Sin aspavientos ni alardes, el juego plasma a la perfección todos los entornos que se propone para que nos sintamos como en casa. Destaca, además, el movimiento de nuestro personaje, que aunque no tiene cara, ojos ni ningún elemento descriptivo más que el de estar formado por agua, es muy realista.


En cuanto a la jugabilidad, podemos afirmar con total rotundidad que Exkee ha conseguido su propósito: hacer de esta experiencia algo al alcance  de cualquiera. De este modo, se ha puesto especial énfasis en la simplicidad, presente también en otros elementos del juego. Es muy sencillo mover a nuestra gota y hacer cada una de las cosas que le pedimos. A pesar de que al comienzo del juego sólo podemos avanzar, retroceder o girar, a lo largo del título aprenderemos nuevos movimientos que nos serán realmente útiles (un salto o un doble salto, trepar por diferentes superficies y un largo etcétera) para alcanzar nuestros objetivos. En cuanto a la cámara, su importancia es mayúscula. Debemos controlar en todo momento nuestra posición para evitar sorpresas (como desprendimientos de nueces). En este apartado, I-Fluid nos lo pone fácil: giramos con el ratón y nos acercamos/alejamos con su rueda. Aunque es muy sencillo, y cumple con su cometido, echamos en falta la posibilidad de ver el decorado desde un punto de vista panorámico.

La fruta es nuestra mejor amiga
Esta frase, que bien podría ser dicha por cualquiera de nuestras madres, resulta fundamental para el devenir del juego. A lo largo del mismo, la única manera de 'recuperar vida' (en este caso, agua), será movernos encima de las diferentes piezas de fruta que encontraremos repartidas por las distintas pantallas. De este modo, una manzana, una pera o incluso una naranja, nos salvarán de ver como nuestra gota se evapora. Podemos estar al borde de la muerte o haber perdido simplemente algunas partículas, en cualquier caso, la fruta será siempre nuestra mejor amiga. Por el contrario, debemos estar atentos a cualquier potencial enemigo. Los más letales y mortíferos son todas esas superficies absorbentes tales como el azúcar, las esponjas y la harina, que nos dejarán secos en un instante.

A esto también ayuda la música. Es suave y simple, como las texturas de los escenarios. Y esto puede ser un arma de doble filo: el sonido nos relaja, nos acompaña a lo largo de todo el juego, pero acaba por resultar demasiado repetitivo.