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Need for Speed: Undercover

Need for Speed: Undercover

A ralent

La franquicia de conducción de EA por antonomasia tiene su cita anual con los videojuegos también en PSP, esta vez respetando un argumento que se erige como punto más importante en un juego mediocre, aceptable técnicamente pero muy pobre en cuanto se refiere al comportamiento de los vehículos en carretera y a la inteligencia artificial de la que hacen gala los rivales a los que nos enfrentamos.

Need for Speed ha corrido una suerte dispar a lo largo y ancho de los más de diez años que la franquicia lleva formando parte de los planes habituales de EA Games. Desde los primeros y poco apreciados títulos de PSX hasta los últimos de nueva generación, desarrollados por EA Black Box y que en última instancia han perdido parte de la fuerza que la serie obtuvo al introducirse en el interesante mundo del tuning y de las persecuciones policiales. Como cada año por estas fecha, Need for Speed vuelve y lo hace con una nueva propuesta que esta vez tampoco ha acabado de convencer a la prensa especializada, aunque por el momento sigue contando con el apoyo popular en lo que a ventas se refiere.

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Esto en lo que respecta a la franquicia en sobremesa, porque en cuanto a las esporádicas apariciones de la misma por portátiles -hasta hace bien poco solamente en Nintendo-, la suerte pasa de ser dispar a nula. Tampoco se le puede achacar el peso del fracaso a EA en este sentido, hay que admitir que tanto GBA como NDS no se prestan a generar motores en 3D y que en PSP los primeros intentos fueron de prueba y error. Al final se ha logrado cierto seguro de calidad en estas adaptaciones, pero siguen lejos del nivel que esperamos y que se puede exigir a la compañía.

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El caso de Undercover es a grandes rasgos la historia de siempre, con una buena idea sobre la que sustentarse, una buena trama argumental, etcétera, pero con una jugabilidad que no tiene nada que ver con las ediciones de sobremesa y que deja mucho que desear en muchos sentidos.

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Al filo de la ley

Si algo destaca el Undercover, al igual que en el resto de las entregas de la franquicia, es en la cuidada representación artística que ofrece al jugador. Este aspecto se mantiene tal cual en PSP, con los mismos menús y el mismo impacto inicial al comprobar que el grueso de los vídeos que presentan el argumento gozan de una calidad cuanto menos llamativa, que nada tiene que envidiar a las películas que han aparecido hasta el momento en UMD. La representación de los vehículos que podemos comprar o que poseemos en nuestro garaje es fiel a la realidad, además de otro de los puntos que se han respetado respecto a los homónimos de sobremesa.

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La primera toma del contacto con el juego se hace directamente y sin rodeos, con una carrera inicial que deja entrever cuál es el camino que ha elegido Need for Speed en esta ocasión. Más allá de nuestro resultado, lo importante es que hemos sido elegidos para una misión encubierta en la que nuestro objetivo es el de infiltrarnos en una banda callejera que se dedique a las carreras ilegales, con el fin de dar con el cabeza de grupo e ir deteniendo a los pequeños maleantes. Antes tendremos que hacernos una reputación en Sunset Hill, y la única vía para conseguirlo es disputando trepidantes carreras donde lo único que cuenta es ganar, sin importar lo que cueste, sin margen para el segundo en atravesar la meta.

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El único contacto que tenemos con la policía es Chase Linh, rol que interpreta la popular Maggie Q. Ella es quien nos dirige y nos informa de los lugares a los que debemos acudir, de las zonas más movidas de la ciudad. Tras seleccionar uno de los coches que nos ofrecen de partida, entramos en un mapa hud de la ciudad, con los puntos de interés marcados con relevancia. La urbe se divide en tres zonas en las que disputamos una cantidad considerable de eventos, únicos o variados, siempre con el fin de obtener dinero y puntos de reputación con los que desbloqueamos nuevos circuitos y mejoras para nuestros vehículos.

El sistema de juego es bastante sencillo, una versión simplificada del Undercover original, y lejos de abrirnos un amplio abanico de posibilidades se centra en una repetitiva mecánica de cumplir retos mientras los vídeos afrontan todo el peso del argumento. No podemos recorrer la ciudad como tal, simplemente disputar eventos independientes en los que se nos exige superar una serie de condiciones como ganar una carrera de varias vueltas, un sprint de varios kilómetros o dejar atrás a la policía, entre muchos otros. En algunos casos sí la podemos recorrer a nuestro antojo, independientemente de la dirección o del rumbo que queramos tomar, pero siempre con límite de tiempo y con la obligación de cumplir ciertos requisitos, bien sea escondernos o destrozar la ciudad.  Es difícil de comprender los motivos por los que EA ha optado por no incluir el modo libre, a nuestro entender una de las características más importantes de los NFS adultos.

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En cualquier caso, el modo de escenificar la acción está muy bien pensado para aquellos que jueguen partidas cortas y rápidas, sin ánimo de pasar más de un cuarto de hora con la consola entre las manos. Ciertamente es agradable poder recrearnos con el aspecto de los deportivos que caen en nuestro poder, y es una lástima que las distintas zonas por las que se suceden las carreras no muestren un aspecto más logrado, más vivo. No tanto por la calidad de las texturas, bastante notable, sino porque falla al transmitir la sensación de estar recorriendo una ciudad imponente y espectacular. Más o menos lo mismo ocurre con la cantidad de rivales por partida -generalmente no son más de cuatro-, y con las ralentizaciones que tienen lugar cuando chocamos frente a una pared o cuando varios automóviles coinciden en pantalla. Por fortuna no se trata de un problema que tenga que ver con las limitaciones de la consola, por la sencilla razón de que Midnight Club L.A Remix supera a Undercover en todo lo relacionado con el apartado gráfico y no presenta ni la mitad de las deficiencias de éste.

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Velocidad…

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Es una de las taras de la conversión directa de PS2/PSP. La sensación de velocidad es nula, y hasta que no superemos la barrera de los 250km/h no tendremos la sensación de estar circulando a una velocidad que supera el triple de la permitida. Sólo por encima de esta cifra comenzará a distorsionarse la pantalla, un hándicap muy importante que ha de ser revisado urgentemente en próximas ediciones. Todo lo relacionado con el comportamiento de los vehículos deja mucho que desear, no es un problema que tenga relación exclusivamente con el motor gráfico del juego, que como decimos en general da la talla y ofrece buenas vibraciones, aunque podría ser mejor -y fallar menos-.

La física de los vehículos y el manejo de los mismos son esperpénticos, el juego se queda en tierra de nadie al no decantarse por el arcade puro y al conservar algunas pinceladas de realismo en momentos muy puntuales. Como veremos a continuación, la deficiencia más acentuada del UMD se encuentra precisamente en el punto que más valoramos los jugadores.

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Esta adaptación mantiene la propuesta del Undercover original; carreras rápidas, frenéticas, en las que dominar la conducción consiste en aprender a dominar en qué momentos mantener el acelerador pisado y cuándo bajarlo. En otras palabras; frenar, derrapar y otros aspectos pasan a un segundo plano, aquí lo más importante es mantener la velocidad, saber emplear el nitro y evitar cualquier roce o colisión que nos obligue a perder algunos segundos. Evitar obstáculos y mantener la trazada correcta nos beneficia enormemente, la barra de nitroso comienza a rellenarse a mayor velocidad, obtenemos una serie de bonificaciones indispensables para asegurarnos el primer puesto en las carreras. El segundo puesto nunca es una opción, y ganar reputación y demás sólo es posible obteniendo la victoria en todos los eventos.

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En cuanto a modalidades de carrera, Undercover puede presumir de la variedad habitual de un Need for Speed. En este sentido no se ha recortado material, por lo que completar el modo historia es una tarea que nos llevará bastantes horas. El argumento no deja de ser un cliché que recorre distintos criminales -representados por actores medianamente populares- a los que sólo podremos acceder tras superar una serie de pruebas previas. Ya hemos comentado brevemente algunas modalidades; el modo circuito, sprint y persecución policial, pero encontraremos muchos más. Eliminación, Coste para el Estado, donde debemos causar cuantos más daños en la ciudad posible bien sea colisionando con el tráfico o destruyendo conos y señales de tráfico, Desafío de Control, etc.  Incluso un pseudo modo duelo denominado ‘demarraje' en el que debemos superar a un adversario en la ciudad por una distancia de 300 metros.

Hay variedad para todos los gustos y colores, el problema lo encontramos de nuevo en el pésimo sistema de manejo de los coches. Cada vehículo cuenta con sus propias características, más o menos similares entre sí, dependiendo de la tracción y de la potencia, pero en cuanto a control todos adolecen de lo mismo. Al ser tan básico el mecanismo de juego, que no nos propone nada más allá de conseguir dinero para adquirir un coche cada vez más potente y más capaz en cuanto a opciones de rendimiento y de mejora de motor se refiere, todo el peso de la jugabilidad recae sobre el comportamiento de los coches, y este no es ni la mitad de satisfactorio de lo que debería. En esencia es muy básico y limitado, y se ve perjudicado por la terrible Inteligencia Artificial de los competidores y de la policía, que en todo momento demuestran un comportamiento surrealista y casi diríamos insoportable.

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Hay una docena de ejemplos que podemos citar para reflejar esta afirmación, pero entre todos destacan algunos, unos pocos, los más frecuentes. Ya desde la misma salida es posible chocar contra el adversario que este justo delante, quedarnos enganchados y ver cómo somos arrastrados hacia los muros laterales sin forma alguna de evitarlo salvo frenando, y perder segundos tratando de arreglar el estropicio. Con la policía también hemos vivido escenas cuanto menos absurdas, y pese a la aparente facilidad con la que nos deshacemos de ella durante las carreras, en el modo huída -que nosotros hemos denominado persecución policial- es prácticamente imposible darles esquinazo tal es su virtud para recuperar cien metros o un kilómetro en cuestión de segundos. Si el coche de la policía nos bloquea accidentalmente y disponemos de todo el espacio del mundo para huir, nos damos de bruces con un elocuente mensaje que nos aclara que hemos sido detenidos por esperar varios segundos antes de dar marcha atrás.

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Los contrincantes colisionan solamente cuando están en pantalla; si uno coge la delantera es prácticamente imposible alcanzarle, pero si estamos en las cercanías lo más probable es que choque frontalmente contra el primer vehículo que aparezca en pantalla. Cuando mejoramos las prestaciones del coche, los rivales siguen siendo capaces de seguirnos la pista exactamente igual que antes de hacerlo, y así un sinfín de ejemplos que ningunean la calidad general del título. Todo esto no implica que sea imposible disfrutar de una buena carrera en la que con algo de suerte no sucede nada extraordinario ni inexplicable. Al menos reiniciar la carrera es cuestión de segundos, y al igual que muchas otras opciones no conllevan apenas tiempos de carga.

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Tenemos a nuestra disposición un buen número de pruebas dispuestas a lo largo de tres zonas residenciales, Sunset Hills, Port Crescent y Palm Harbor. Cada misión que superamos se ve reflejada en un porcentaje que nos indicia cuánto hemos completado del juego, la ‘bolsa', que indica qué rango criminal ocupamos, y el dinero del que disponemos para comprar vinilos, alerones, llantas, mejoras para el motor, etcétera. Las opciones de edición siguen estando ahí, y pese a no ser especialmente elocuentes en cuanto a la cantidad de elementos de los que disponemos, es suficiente para entretenernos durante un rato modificando la apariencia de nuestro coche. Además del modo historia tenemos la posibilidad de disputar una partida rápida y, lo que es más importante, los modos Ad Hoc e Infraestructura que nos permiten disfrutar con otras personas de carreras a través de la red, limitados a carreras en distintos circuitos entre cuatro jugadores.

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En nuestro caso hemos padecido enormes problemas para disputar unas carreras, con inexplicables cuelgues y desconexiones, aunque es de agradecer que EA siga apostando por incluir estos apartados en sus juegos punteros. Falta algo más de profundidad y una mejor conexión, problemas que suponemos se irán solucionando a medida que transcurran las semanas. La banda sonora presenta algunos de los temas de la versión de sobremesa, y un año más vuelve a ignorar por completo el sonido del motor de los coches que manejamos. PSP puede dar mucho más de sí en este aspecto.

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6

Correcto

No es lo último ni lo más original, tampoco cuenta con la mejor ejecución, pero puede divertir si te gusta el género. Bien, pero mejorable. Cómpralo si te gusta el género y te gusta tenerlos todos.