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Crash: ¡Guerra al Coco-Maniaco!

Crash: ¡Guerra al Coco-Maniaco!

Bandicoot vs. Cortex, Round 2

Crash vuelve a todas las consolas de nuevo con su nueva aventura, un divertido y accesible plataformas con elementos de aventura que no puede ocultar su falta de ambición. Cortex está de nuevo en el ajo y toca pararle los pies y, cómo no, la familia Bandicoot es de nuevo la elegida para dicha misión. ¿Serán capaces de lograrlo?

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Echemos la vista atrás, con diez años será suficiente. ¿Qué veis? Vale, sí, el Mundial de Francia, pero si intentáis hacer memoria, seguro que muchos os recordaréis jugando a las por aquel entonces flamantes PlayStation, Sega Saturn y Nintendo 64, y a sus fantásticos juegos que sacaban máximo provecho de los sistemas para los que fueron concebidos. Los usuarios de la consola de Sony llevaban ya varios meses con un catálogo de exclusivos envidiable, entre los cuales se encontraba una saga de plataformas de una compañía que daría que hablar a posteriori.

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La saga Crash Bandicoot, nada más y nada menos, cuyos juegos para PSX fueron poco menos que la panacea, unos títulos cuidadísimos que conseguían unir una jugabilidad fantástica con un diseño de niveles envidiable, dando como resultado auténticos juegazos de los que -desgraciadamente- ya no se hacen. En la memoria quedan las primeras partidas al primer título de la serie, o casi cualquier fase del brillante Crash Bandicoot 3 Warped, siempre sin desprestigiar Crash Team Racing, algo así como una droga de diseño de la cual era imposible alejarse; puro vicio.

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Naugthy Dog, compañía tras la serie  -a excepción del mediocre Crash Bash de Eurocom-, decidió con el salto generacional deshacerse de la licencia y pasarle la propiedad intelectual a Vivendi. De esta forma, Naugthy quedaba libre para desarrollar otra franquicia, la que sería Jak & Daxter, mientras que el Bandicoot podría seguir apareciendo en juegos creados por otro estudio. La serie experimentó un bajón de calidad que dejaba entrever que la franquicia caería en el olvido por su incapacidad de mantener el listón alto… hasta el año pasado.

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Crash se estrenó en las máquinas de nueva generación con Crash: Lucha de Titanes, un juego divertidísimo, que recuperaba la esencia de los clásicos de PlayStation y además se tomaba la molestia de incluir nuevas fórmulas y apoyarse sobre los clásicos sistemas de subida de nivel o posibilidad de usar animales para avanzar, para conjugar un plataformas con elementos de acción más que meritorio, en absoluto redondo, eso sí, pero suficientemente sólido para que ahora este Guerra al Coco-Maníaco pudiera tener un poco de interés real más allá del personaje protagonista.

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Y al ponernos a los mandos del juego experimentamos una sensación extraña. Crash: Guerra al Coco-Maníaco, recupera el sistema de juego que hizo tan divertido el anterior Lucha de Titanes, siguiendo a rajatabla las fórmulas de aquel acertado revival. Por tanto nos encontramos con un plataformas que en esta ocasión intenta ir un poquito más allá, contando con un desarrollo más cercano al de títulos como Kameo: Elements of Power. ¿Qué significa esto? Básicamente que tenemos un pueblo base en torno al cual se desbloquean el resto, formando un mapa completo de zonas y niveles.

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Comenzando desde la casa de Crash y el pequeño valle en el que se encuentra, iremos avanzando progresivamente por ambas partes del mapeado hasta cruzar escenarios radicalmente diferentes en lo que podría considerarse un espacio no especialmente extenso de territorio. Así, según conseguimos diferentes habilidades se nos da acceso a nuevas zonas que previamente estaban cerradas por compuertas, interruptores u otro tipo de obstáculos, como ocurría en el fantástico juego de RARE. Pasaremos por glaciares, bosques, runas o zonas desérticas, siempre con un objetivo principal y varios secundarios.

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El avance por los mapeados es más abierto que en los títulos clásicos de la serie, pudiendo volver hacia atrás o ir hacia delante en cualquier momento, caminando sobre nuestros pasos para recoger bolas de experiencia, tomando caminos alternativos para llegar a zonas secretas, o simplemente acabar con todos los enemigos mediante un sistema bastante sencillo en tiempo real, similar al de los Beat'Em Up clásicos. Crash en esta ocasión -y como ocurría con Lucha de Titanes- es capaz de desencadenar varios combos, más de 30 en total, mediante la pulsación reiterada de los botones básicos del pad.

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Para obtenerlas simplemente habrá que recoger bolas de experiencia y acabar con enemigos, consiguiendo así subir de nivel y por tanto aprender mejores habilidades. De los puñetazos básicos se pasa a patadas más ágiles o el clásico ataque en forma de torbellino. Todo ello, como no podía se de otra forma, se permite enlazarlo para ir realizando combos cada vez más complejos. Pese a que el ataque cuerpo a cuerpo es importante, más lo es el uso de los diferentes titanes, que repiten desde el capítulo anterior sirviendo de montura-arma al protagonista, como las transformaciones en bestia de Kameo.

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Cada una de las disponibles cuenta con una habilidad única totalmente necesaria para progresar en el mapeado. El primero de todos es contundente a nivel físico, realizando arañazos que causan un daño elevado a los enemigos y que permite además destrozar puertas. El segundo es un ente de fuego capaz de derretir el hielo, al que le siguen otros tan surrealistas como un pájaro con telequinesia, un gigantesco gorila o un rinoceronte que se enrosca de forma similar a Sonic para subir por cuestas. Al igual que Crash, estas bestias también suben de nivel, mejorando así sus atributos principales y siendo más eficientes en combate.

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Podremos llevar hasta dos, uno de ellos guardado en reserva, algo muy útil sobretodo para resolver los puzzles -escasos, eso sí- de los escenarios. Básicamente todo consiste en avanzar hacia delante e ir acabando con todos los enemigos, dando vueltas de 'fase' a 'fase' según obtenemos diferentes bestias y habilidades para poder seguir avanzando en una historia que vuelve a recuperar al maquiavélico Cortex, que busca acabar con la familia Bandicoot. Todo un clásico.

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Crash: Guerra al Coco-Maníaco se beneficia además de un modo multijugador en la misma consola que permite jugar hasta a dos personas, de forma similar a los LEGO Star Wars/Indiana Jones/Batman, con ambos personajes en pantalla y avanzando al unísono. Sobra decir que esta modalidad es la más divertida, si bien incluir la opción de disfrutarla a través del Online habría sido un acierto. Por lo demás no es un juego especialmente complicado, más bien podría decirse que cuenta con una curva de dificultad muy ajustada y que hará las delicias entre los más jóvenes de la casa o los nostálgicos que se acerquen a Crash tras sus anteriores aventuras.

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Tampoco es muy largo, rondando las 10 horas de juego, por lo que los elementos rejugables se limitan -en la versión para 360- en desbloquear los 50 logros de los que dispone el título, generalmente sencillos, si bien algunos suponen un pequeño reto. No son complicados, eso sí, sino que simplemente llevarán algo de tiempo y no se conseguirán yendo a lo loco por el modo principal.

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Si bien a nivel jugable se agradece -y mucho- que recupere el espíritu de los plataformas clásicos e intente darle un poco más de 'chicha' a la mecánica que popularizó Mario Bros hace más de dos décadas, no puede decirse lo mismo de su apartado técnico. De acuerdo: Crash Guerra al Coco-Maníaco no luce mal, es un título agradable de ver, muy colorista y que cuenta además con unas animaciones más que correctas. Pero sólo eso: correctas. Kameo es de los primeros juegos de la consola y luce mucho mejor, y ya no hace falta mencionar Banjo Kazooie, título que analizamos hoy mismo y que está a años luz de éste.

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Lo que sí habría que alabar sería su particular sentido del humor, transportado a todos y cada uno de los elementos del juego. Sin ir más lejos, la mayoría de las cinemáticas del juego son escenas que bien podrían ser de alguna serie de televisión animada, realizadas totalmente a mano y con bastante acierto. Diálogos hilarantes y algo ácidos en ocasiones que sin duda se agradecen a pesar del enfoque infantil del juego. A nivel sonoro nada sorprende: seguimos contando con un doblaje al castellano que no pasa de aceptable, efectos de sonido sencillos y una banda sonora no especialmente trabajada. Cumple, sin más.

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6.5

Correcto

No es lo último ni lo más original, tampoco cuenta con la mejor ejecución, pero puede divertir si te gusta el género. Bien, pero mejorable. Cómpralo si te gusta el género y te gusta tenerlos todos.