Wii Music, Impresiones
¿Qué sabes de Wii Music? ¿Quizás recuerdas el E3, donde Miyamoto acompañado de otros dirigentes de Nintendo tocaba desenfadado sobre el escenario? ¿O lo que te viene a la mente es aquel hombre que tocaba la batería como un loco? Bueno, pues olvidad todo eso, en las siguientes páginas os vamos a contar lo que de verdad ofrece este elaboradísimo juego de Nintendo.
¿Qué sabes de Wii Music? ¿Quizás recuerdas el E3, donde Miyamoto acompañado de otros dirigentes de Nintendo tocaba desenfadado sobre el escenario? ¿O lo que te viene a la mente es aquel hombre que golpeaba una batería virtual como un loco? Bueno, pues olvidad todo eso, en las siguientes páginas os vamos a contar lo que de verdad ofrece este elaboradísimo juego que va mucho más allá de lo que se ha visto hast ahora.
Nosotros no somos quién para decirle a Nintendo cómo debe promocionar sus productos, pero lo cierto es que nos parece bastante obvio que durante el E3 no consiguieron transmitir lo que es Wii Music de verdad. La gran mayoría de la gente se quedó con la idea de que aquello era un título chorra en el que lo único que había que hacer era mover los mandos sin orden ni concierto junto a algunos amigos para ver lo que terminaba saliendo en la pantalla en forma de música.
La presentación que hizo Miyamoto del que, según él mismo, es su juego más ambicioso, apenas mostraba cómo se tocaban algunos instrumentos, precisamente la parte menos interesante, ahora veremos por qué. Igualmente, aquel concierto que dieron a posteriori lo que nos daba a entender es que es un juego para todos los públicos en el que no hay objetivo alguno, salvo divertirse de una forma más bien simple simulando tocar un instrumento.
Por lo tanto, antes de seguir, ¿crees que Wii Music es un Guitar Hero (o similar) usando los mandos? Pues olvídalo. ¿Lo que te piensas es que es un título de características muy básicas que sigue en la línea de Wii Play y Wii Sports? Pues también descártalo. Bueno, y ahora que esperamos que tengáis la mente en blanco, vamos a intentar rellenar ese hueco con lo que nos ha parecido que sí es Wii Music.
Afortunadamente, la gente de Nintendo España nos han contado en mucho más detalle todas sus funcionalidades, las cuales nosotros mismos hemos podido experimentar. No se trata de un juego de habilidad con los dedos o con los brazos, lo que cuenta es tener sentido del ritmo y algo de oído musical. Lo que este producto pretende es que ambas cualidades las adquieras o mejores progresando en sus diferentes tutoriales disponibles.
El objetivo final es que te conviertas en creador musical, dando rienda suelta a tus dotes de compositor en el modo de improvisación, que es precisamente lo que vimos en el E3. Lo gracioso del asunto es que ése es el penúltimo paso, y en aquel evento se comieron los anteriores, mucho más interesantes. La última etapa, después de la improvisación, es grabarnos mientras tocamos solos o hasta cuatro amigos, para luego compartirlo en Internet.
La dificultad de partida de Wii Music, la barrera de entrada que la llaman, es relativamente alta. Ponerse a disfrutar del juego no es inmediato, requiere un tiempo de adaptación y práctica en el que hemos de emplearnos a fondo. No obstante, según vamos adquiriendo cualidades, cada vez se nos hace más sencillo superar la siguiente prueba que nos ponen. Lo que queda claro es que, ya por última vez, no es aquel juego chorra del E3.
Hay cuatro maneras básicas de tocar los instrumentos en Wii Music, y todos se tocan así, de una de estas cuatro formas. Esto ya da idea de que lo que tiene un mayor peso en el juego no es la simulación a la hora de dar a entender que tienes un instrumento en tus manos. Estos cuatro modos son similares a tocar una guitarra, un piano, un violín o una flauta, y salvo excepciones muy concretas, no se sale de ese esquema ni un ápice.
Las técnicas básicas del tutorial consisten precisamente en eso, en enseñarnos cuáles son las cuatro maneras de tocar. Aparte del movimiento con los brazos que imaginamos que todos os hacéis una idea de cómo va, se introduce el uso de la palanca analógica y los botones tanto del Nunchuk como del Wiimand. En ocasiones producen exactamente el mismo efecto, pero en otras depende de qué periférico lo haga, entonces es tenido en cuenta qué mano lo ejecuta en el juego.
Estos botones permiten variantes como alargar las notas o acortarlas (piano), activan el punteo (guitarra), indican que se mantenga la nota que sonaba cuando la siguiente comienza (violín). Incluso se marca la intensidad del sonido según cómo de alto o bajo tengamos el Wiimando (flauta) o según cómo agitemos ambos controles (piano). Pero lo cierto es que tampoco tiene mucha relevancia mostraros en más detalle cómo funciona, puesto que, como decimos, no es lo fundamental de este juego.
En total encontramos más de 60 instrumentos, y de partida apenas una sexta parte está desbloqueada. Es necesario avanzar por los tutoriales avanzados para ir liberándolos. Estas técnicas más complejas lo que nos muestran son aproximadamente una quincena de pruebas por cada uno de los estilos musicales incluidos: rock, pop, latino, jazz, clásico, japonés, tango... para todos los gustos. El ritmo y la ejecución, lógicamente, cambian según cuál escojamos, así que tenemos que adecuarnos a ellos.
Cada reto consiste en tratar de calcar un patrón de ritmo que se nos muestra en pantalla, moviendo el mando o lo que corresponda en el momento justo. Si lo hacemos bien unas cuantas veces, saltamos a la siguiente parte que es repetir ese mismo esquema pero sin verlo en pantalla, para verificar que lo hemos adquirido. Lo mejor de todo es que podemos dar nosotros mismos por buena una lección si lo consideramos adecuado para pasar a la siguiente. Somos nuestros propios correctores.
Al principio las lecciones son muy básicas, dado que los patrones a seguir son muy sencillos. Pero no tardan en complicarse, introduciendo la pulsación de botones o lo que es mucho más complicado, un cambio de ritmo en mitad de una canción. Cuando tenemos el esquema con las notitas delante se hace razonablemente bien, sin embargo, en cuanto nos lo quitan se nos olvida todo de repente.
Por suerte, contamos con algo de ayuda. En la esquina inferior derecha aparecen unos seres con aspecto de nota, llamados Be-Nitos, que van marcando la pauta como si de un metrónomo se tratara y tienen alguna otra utilidad. Por ejemplo, si cambian de forma, quiere decir que el ritmo de la música se ha modificado. Por otro lado, por el altavoz del Wiimando sí que suena un metrónomo en toda regla, por lo que no estamos del todo solos ante el peligro.
No es en absoluto imprescindible seguir estas clases para lanzarnos a improvisar por nuestra cuenta, aunque sí sumamente recomendable. Aprenderéis mucho mejor cómo se conforma una canción, cuál es la labor de cada instrumento y de qué manera suma su sonido al del resto que está acompañando. Además, también conoceréis diferencias entre los distintos estilos musicales, que incluirán qué instrumentos se suelen usar en unos y no en otros, y cómo cambia el resultado final si alteramos esto.
Lo que resulta sorprendente es que se haya omitido la valiosa información de que existen y lo que podemos conseguir con ellos. Si Wii Music consistiera únicamente en grabarnos haciendo tonterías con los mandos, su gracia se acabaría a los dos días. Se trata de un producto didáctico cuyos objetivos van más allá, y lo cierto es que nos parecen de lo más interesantes. Tenemos ganas de seguir profudizando para ver hasta qué punto se educa nuestro oído musical.
El repertorio de canciones del juego alcanza el medio centenar, entre populares en las que se cuenta con grandes como Desde Santurce a Bilbao, que ya se ha podido ver por ahí; clásicas, como el Himno de la Alegría; pop y rock, en donde asoma por ejemplo a September, que ya aparecía en Donkey Konga; y finalmente temas míticos de Nintendo, entre los que no faltan, por supuesto, las melodías principales de Mario y Zelda. Al inicio, eso así, apenas hay unas cinco disponibles.
En cuanto a los escenarios, aquí anda algo más corto el juego, se han creado una decena de ellos. Influyen en dos aspectos básicos: el primero, el vídeo que se crea al grabar una canción, puesto que no es lo mismo estar en un sitio que en otro; el segundo, puede variar incluso la acústica, con una mayor resonancia en algunos lugares, por ejemplo. Pero más allá de eso, no tienen relevancia alguna.
Cuando lo consideremos adecuado, podemos lanzarnos a la improvisación, poniendo en práctica lo aprendido o simplemente dando rienda suelta a nuestra creatividad. Pero si hacemos esto último sin tener en cuenta lo anterior, es posible que el resultado no sea todo lo bueno que esperamos. Eso depende de cada uno y desde luego el juego no te dice si lo has hecho bien o mal, porque esos conceptos no se pueden aplicar.
En primer lugar hay que escoger el instrumento a tocar optando entre la melodía, la armonía, la percusión en dos variantes, los bajos o los acordes. Si elegimos este último, las acciones de los botones varían en consecuencia, pero en cualquier momento podemos consultar cómo se toca un instrumento si tenemos dudas. De hecho, existe la opción de acceder a un modo en el que se nos presentan todos ellos para ir cogiendo el que queramos y así practicar con cada uno individualmente, sin estar en una canción.
Una vez tenemos el grupo montado al que, recordamos, se pueden unir otros tres amigos, nos podemos lanzar. Lo bueno es que no necesitamos a más personas, podemos cambiar que, en lugar de que sea la máquina u otro usuario quien toque, sea una grabación nuestra anterior la que aparezca en el escenario. Así, una única persona puede publicar un vídeo realizado enteramente por ella, sin necesidad de tener que juntarse con nadie más.
Otros parámetros configurables son el tempo de la canción o el estilo con el que vamos a tocar, lo que modifica los instrumentos por defecto y el ritmo. El japonés, por ejemplo, no suele contar con armonía ni acordes, aunque si queremos los podemos añadir a nuestro gusto. De hecho es factible modificar cualquier instrumento de una clase por otro del mismo tipo aunque, en principio, no pegue. De esta forma se pueden introducir variantes divertidas, como los animales que seguro habréis visto en algún vídeo. Y es que no todo van a ser pianos, guitarras, baterías y violines.
La guía de notas que aparece en los tutoriales se puede activar de forma opcional. La idea es no usarla en absoluto, pero no cabe duda de que al principio necesitaremos un pequeño apoyo si queremos lograr un buen resultado. Lo interesante es romper con ese esquema, aunque no de cualquier forma, sino de manera que se integre en la canción. Uno de los mayores méritos de Wii Music es la capacidad de añadir o reducir el número de notas que existían en la partitura original.
Gracias a esto, cambia completamente cómo suena un tema conocido, alargando notas haciendo más melodiosa una canción, o imprimiéndole más vida moviendo el mando con mayor rapidez. Y no es desde luego algo simple, por ese motivo el juego ha necesitado tanto tiempo de desarrollo desde que lo vimos en el E3 de 2006. Comparándolo con lo que finalmente tenemos, no tiene nada que ver.
Si estamos contentos con una creación, podemos asignarle una puntuación, crearle una carátula incluyendo los Miis de los miembros participantes, y subirla a la red Nintendo Wi-Fi Connection. Tenemos espacio para almacenar hasta un total de 30 grabaciones. Sin embargo, aún no hemos tenido ocasión de probar el funcionamiento de este sistema a fondo, por lo que será ya en el análisis cuando evaluemos lo que de verdad aporta.
Wii Music incluye algunos extras para complementar la improvisación, que sin ellos se quedaría algo coja. En primer lugar tenemos tres juegos y seguro que uno os suena del ya mencionado E3 de 2006, en el que la conferencia de Nintendo fue abierta por un Miyamoto de gala a la batuta, llevando una orquesta de Miis que tocaban él magnífico tema principal de The Legend of Zelda.
Bueno, pues en eso consiste, en dirigir a los músicos manteniendo ritmo para después obtener una puntuación. Con el botón 'A' podemos imprimir un golpe de fuerza a la melodía y el tempo varía según con qué velocidad movemos el mando. Lo importante es no estar cambiando todo el rato. Además, según cómo sea la inclinación de la batuta, baja o sube la intensidad de la música.
Por otro lado, encontramos una especie de trivial musical en el que se nos van planteando diferentes cuestiones respecto de distintos sonidos que van apareciendo. Empieza con preguntas simples, como qué nota suena más alta entre dos dadas, cuál es igual que la primera que hemos escuchado entre dos opciones, o qué instrumento falla en un grupo. En cambio, luego se va complicando, con pruebas algo más abstractas, como por ejemplo qué melodía transmite que tienes una caries. Hemos de arrastrar a unas plataformas en el frontal a los Miis que suponen la respuesta correcta.
Finalmente se nos presenta una especie de Donkey Konga con campanas en el que pueden participar hasta cuatro personas. En una partitura van apareciendo campanas de colores, cada una asociada a uno de los ocho controles (entre Wiimandos y Nunchuks) que pueden entrar en juego, y únicamente hemos de agitar nuestros periféricos cuando uno de nuestros dos colores llegue a la línea situada a la izquierda.
Al margen de todo esto, se sitúa el que es el único simulador de instrumento de verdad en Wii Music, la batería. Para poder entrar en este apartado es necesario disponer de una Balance Board, ya que con ella golpeamos los pedales de forma virtual. Incluye sus propias lecciones para hacernos con el control y la opción de improvisar eligiendo entre cuatro tipos diferentes de baterías. Todos aquellos que dispongan de la tabla, seguro que disfrutarán de esta opción.
Esperamos que este artículo os haya permitido conocer mucho más a fondo todo lo que ofrece Wii Music y que hayáis podido romper con la imagen que se dio de él en el E3. Aún tenemos que practicar mucho más para estar seguros de que realmente mejorará nuestras aptitudes musicales, pero de lo que no cabe duda es del esfuerzo realizado en crear un gran producto, Miyamoto quizá vuelva a conseguirlo...