Prince of Persia
El Príncipe de Persia se estrena en esta generación con un estilo visual inesperado pero, al mismo tiempo, realmente bello. El próximo diciembre nos sumergiremos en un cuento de hadas en el que todo será posible.
El Príncipe de Persia se estrena en esta generación con un estilo visual inesperado pero, al mismo tiempo, realmente bello. El próximo diciembre nos sumergiremos en un cuento de hadas en el que todo será posible.
La historia del príncipe de Persia ha sido de lo más variada a lo largo de la historia de los videojuegos. Sus primeras encarnaciones fueron auténticos éxitos de una jugabilidad exquisita que pervivió en el tiempo hasta la actualidad, con el reciente remake del original para Xbox Live Arcade. Pero, anclado en esa fórmula, o tal vez condicionado por ella, no consiguió seguir adelante en las numerosas entregas que verían la luz a posteriori. Hasta que Ubisoft, en la generación pasada, obró un importante lavado de cara en la franquicia, para darle nuevos aires y nueva vida.
El éxito de Las Arenas del Tiempo supondría el lanzamiento de otras dos entregas, que compondrían una trilogía que giraba en torno a dichas arenas mitológicas. La calidad de esa serie era tan elevada que fácilmente se puede hablar de ella como tres de los mejores títulos de la generación de los 128 bits. Así que no era de extrañar que pronto se empezara a trabajar en una nueva entrega para la actual generación; eso sí, ha sido llevada con mucho secreto durante su desarrollo, y prácticamente hasta este mismo año no hemos empezado a conocer detalles verdaderamente jugosos sobre lo que ofrecería al usuario.
Lo primero que llama la atención es el asombroso cambio estético de la franquicia, que ha abandonado su aspecto más realista para convertirse en un título con gráficos en cel-shading, que por sus tonalidades de colores, sus formas dibujadas y la vivacidad presente en todo momento en pantalla, se asemeja más a Okami que a sus predecesores. Eso sí, el resultado es una auténtica delicia visual que, si ya deja un gran sabor de boca en imágenes, al verlo en movimiento consigue evocarnos las clásicas ilustraciones que adornaban aquellos cuentos infantiles que leíamos en nuestra infancia.
Mientras están en el jardín, serán testigos de la destrucción del Árbol y la liberación de un antiguo dios de la oscuridad, Ahriman, quien empezará a corromper todo el entorno con su maldad. Juntos, lucharán por revertir el proceso de destrucción del mundo y volver a encerrar a ese malvado dios. Y ante ellos no tendrán un camino lineal, sino que podrán recorrer todo un mundo abierto en el que elegir la dirección que quieran tomar en todo momento, colaborando estrechamente para poder resolver las complejas situaciones a las que se enfrentarán constantemente.
Para empezar, por el propio desarrollo del título; el jardín del árbol de la vida es el eje central del juego, y desde allí tendremos acceso a las cuatro zonas que compondrán el juego. Tendremos acceso a todas ellas en cualquier momento, pudiendo determinar el orden en el que queremos adentrarnos en cada una; pero eso sí, en determinadas ocasiones nos toparemos con áreas de acceso restringido a las que no podremos entrar mientras Elika no tenga el poder necesario para ello. Esto implicará que, en muchas ocasiones, deberemos ir y venir por los escenarios al encontrarnos constantemente con callejones sin salida y formas de abrir esas barreras que nos cortan el paso.
Efectivamente, como hemos dicho, Elika tendrá poderes, los cuales iremos obteniendo en los distintos niveles. Todos tendrán dos representaciones: una corrompida por la oscuridad del malvado dios, que es donde lucharemos contra sus huestes para acabar con su influencia sobre el mundo, y otra con el nivel curado de su lacra. Esto nos incitará a volver a visitar todos los niveles del juego, ya que en su versión curada estarán repletos de orbes que recogeremos y, con ellos, tendremos acceso a los distintos poderes de Elika. Entre ellos, destacan su posibilidad para volar o para saltar de panel en panel.
Pese a lo que pueda parecer con esta importancia de Elika, el protagonista principal de esta historia sigue siendo el Príncipe, que es sobre quien el usuario tendrá control. Un Príncipe mucho más acrobático y ágil que antes (lo cual no es poco decir), que cuenta ahora con una forma de combatir variada y muy dinámica, lejos de buscar esos combos predeterminados de las entregas anteriores: tendremos un botón para atacar, otro botón para utilizar el brazalete, otro botón para usar a Elika y el último para realizar acrobacias como saltos, esquivas y demás. Las combinaciones componen un bello y fluido ballet en el que ambos personajes combaten contra enemigos de todo tipo.
No es un sistema, a priori, sencillo de llegar a comprender, ya que no se basa tanto en pulsar varias veces los botones como en llegar a hacerlo en el momento apropiado. Eso sí, promete que, una vez dominado, se convierte casi de inmediato en un sistema muy cómodo y que puede proporcionar muchas satisfacciones al jugador. Tendremos que pensar mucho, eso sí, las tácticas que llevaremos a cabo, dado que los enemigos tendrán la cualidad de modificar su tipo, mostrándose más débiles a determinados tipos de ataque según la modalidad en la que se encuentren en cada momento. Si se emplea bien esta característica, y logran evitar que caiga fácilmente en la repetición, puede convertirse en uno de los elementos más atractivos del título.
En lo que respecta a las acrobacias habituales por los escenarios, que serán tanto o más importantes que los combates, el Príncipe contará con un sistema de control bastante similar al de anteriores entregas; eso sí, variará en algunos puntos clave, como puede ser su uso del brazalete a modo de enganche, gracias al cual podrá aferrarse a las paredes, o bien la combinación con Elika para realizar un salto doble. Como no podía ser menos, tampoco faltarán a la cita los clásicos puzzles de la franquicia, aunque por lo que parece, serán bastante más sencillos y se les dará mucha menos importancia que antes.