Red Faction: Guerrilla, Impresiones
Un mundo donde nada se salva de ser destruido. Esa es la premisa de Red Faction: Guerrilla, obra de Volition que pretende llevar a otro nivel su mecánica lúdica. Situado cincuenta años después de la primera entrega, una resistencia nacerá en Marte dispuestá a parar la ambición de la EDF. Volamos hasta Londres para quemarlo todo hasta los cimientos.
Un mundo donde nada se salva de ser destruido. Esa es la premisa de Red Faction: Guerrilla, obra de Volition que pretende llevar a otro nivel su mecánica lúdica. Situado cincuenta años después de la primera entrega, una resistencia nacerá en Marte dispuestá a parar la ambición de la EDF. Volamos hasta Londres para quemarlo todo hasta los cimientos.
Jugar con los escenarios es casi una obsesión por parte de la mayoría de las desarrolladoras en esta generación. Y es que parece ser que, a pesar de que se camine hacia unos mejores gráficos, la nueva tecnología incita a experimentar con elementos del escenario en pos de la jugabilidad, como ya se ha dejado entrever en títulos como Battlefield: Bad Company o Star Wars: El Poder de la Fuerza. A pesar de ello, no deja de ser un recurso para aumentar la espectacularidad; pocos son aquellos que hacen de ello algo más.
Volition tiene experiencia en este aspecto. Su saga Red Faction lleva por bandera el motor Geo-Mod, un sistema que permite destruir cada estructura en su totalidad. Por desgracia, esto sólo se quedó en un quiero y no puedo', quizás por las limitaciones del hardware que había por aquel entonces, quizás porque no se buscó la fórmula adecuada. Ahora, con PlayStation 3 y Xbox 360 asentando unos sistemas que aún deben ser explotados, parece ser el momento perfecto para un nuevo comienzo.
Así nace Red Faction: Guerrilla, título que la desarrolladora, junto a THQ, llevará por premisa dar al jugador la libertad de utilizar el entorno a su favor. Sin tanto ánimo destructor como Volition, volamos hasta Londres donde vimos una beta algo más avanzada respecto a lo que se mostró en el E3 y se nos dejó probar la faceta multijugador, con alguna sorpresa que otra.
Nuestro protagonista no es, en principio, uno de ellos. Lamentablemente las circunstancias que terminarán inmiscuyendo a los suyos le obligarán a tomar partido en el conflicto. Esto no significa que seamos los héroes de la revolución, ni mucho menos. De hecho, desde la propia Volition se nos ha asegurado que el objetivo es proporcionarnos un mundo en el que seamos sólo una parte de él. Las cosas ocurrirán tanto si participamos en ellas como si no, y tan sólo el argumento principal esperará a que estemos preparados.
Quizás el hecho de situarlo en un planeta lejano nos dé más opciones para crear un mundo abierto, donde todo sea explorable desde un primer momento. Lo cual no quiere decir que no muramos a los cinco segundos de acercarnos a una zona donde exista una defensa demasiado férrea en ese momento. Como en todo buen juego, existe una progresión que tendremos que seguir. Aunque, según hemos podido saber, quizás esto no sea del todo cierto.
Las paredes así van cayendo ante nosotros, martillazo tras martillazo, hasta que alcanzamos las vigas maestras. Después, con un poco más de esfuerzo, caen éstas últimas y, finalmente, el edificio se colapsa ante nosotros. Hay que tener un poco de cuidado, eso sí, porque de caérsenos encima el techo moriremos automáticamente. Y, por lo tanto, nuestros enemigos también. Se ha puesto mucho ahínco en que podamos ahorrar muchas balas haciendo del escenario nuestro aliado. Por ejemplo, destruyendo una casa con enemigos de la EDF dentro disparando a los bidones que se encuentran dentro de ella; o destruyendo una pared que les servía de cobertura para que sean pasto de tus balas; o derrumbando un puente para que una serie de vehículos que vienen hacia ti caigan o se detengan, dándote tiempo a hacerlos explotar. Las posibilidades son enormes.
Y es que además, lo que más atractivo lo hace no es el hecho de volarlo todo por los aires, sino que se queda ahí durante el tiempo suficiente como para poder llamarlo persistente'. Hay elementos puntuales que, efectivamente, serán reconstruidos en un espacio corto de tiempo -véase puentes o cualquier estructura que dependa de la jugabilidad o de la historia-, pero por lo general al revisitar alguna zona por la que se haya desatado el instinto bélico humano, todo se encontrará exactamente como lo dejamos.
Por lo demás, el título juega con la ambientación. Sobre todo con los colores, los detalles sutiles -personas y vehículos moviéndose alrededor tuyo, el clima tan atípico del planeta rojo, las continúas comunicaciones mediante canales de audio- los que dan la impresión de que te mueves en un mundo vivo. Además, a pesar de que durante la beta nos vimos limitados a una zona muy concreta del escenario, la terraformación de Marte nos dará más de una sorpresa para que así la ambientación cambie lo suficiente.
Para desplazarnos, a pesar de que podremos hacerlo a pie y a nuestro ritmo, tenemos todo tipo de vehículos con diseño futurista que servirán para estos menesteres. En general, existen equivalentes a los que conocemos en el día presente: utilitarios para una sola persona, camiones, 4x4 existirá además hasta un enorme Monster Truck que provocará el caos allá por donde vayamos. También tendrá su equivalente para la EDF, así que no todo será tan fácil.
En las misiones que hemos visto siempre se ha integrado un shooter en tercera persona con el motor ya mencionado de físicas. Por ejemplo, en una de ellas nos enfrentamos a la EDF en una RAID donde ambos enemigos contaban con un número de fuerzas variable que teníamos que mermar; algo parecido a una pequeña escaramuza. Luego teníamos también una estructura objetivo, que de provocar una explosión en sus pilares maestros se derrumbaría dándonos la victoria automáticamente.
Las armas recorren por lo general los tipos básicos que ya hemos visto en cualquier equivalente del género: pistolas, escopetas, metralletas algunas tienen un mayor potencial destructor que otras, y el martillo es una curiosa arma cuerpo a cuerpo que puede tomar mayor protagonismo del que uno puede esperar en un principio. A su vez se ha añadido un sistema de cobertura automático para poder posicionarnos convenientemente. Eso sí, que desaparecerá en cuanto un enemigo insista en su fuego.
Un enemigo que, además, también usará el entorno en nuestra contra. Así, por ejemplo, nos hemos visto con una granada cerca nuestra en cuanto nos metimos en una casa; esto hizo que, en cuanto ésta explotase, el edificio se viniese abajo acabando con nosotros al instante. Igual ocurre si estamos sobre un puente, donde la EDF concentrará su fuego para hacernos caer y eliminarnos definitivamente.
Tendrán diferentes efectos: por ejemplo, la llamada rhino' nos impulsará violentamente durante un segundo, destruyendo la pared y eliminando automáticamente a cualquiera que esté en frente nuestra; luego tenemos otras que nos dan una velocidad aumentada durante un espacio corto de tiempo, o nos harán saltar a altitudes estratosféricas. Todos ellos se han pensado para potenciar atributos, ser intercambiables fácilmente y que requieran de ello según necesidades estratégicas.
En modos de juego también pretenden salirse de lo típico, a pesar de que se basen en algunos estilos clásicos. Por nuestra parte desgranamos primero el modo Total Anarchy, es decir, el típico Deathmatch todos contra todos donde impera la ley del más fuerte. La mezcla del sistema de destrucción y los backpacks dio lugar a unos encuentros muy divertidos, donde los edificios se convirtieron en los más absolutos protagonistas.
Luego, siguiendo con esta tónica, se nos propuso jugar a Damage Control. En él, nuestra misión era eliminar estructuras propiedad del adversario y hacerlas nuestras. El método, muy sencillo: primero, cogíamos nuestro martillo cualquier elemento letal para acabar con ello -a nuestra derecha teníamos un porcentaje que nos indicaba cuánto nos quedaba para hacerlo-; luego, con una extraña pistola lo arreglábamos para hacerla nuestra. Es una curiosa variante de capturar la bandera, donde era imprescindible una escolta para el reparador, trabajo en equipo, y mucho tesón para acabar con el adversario.
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