Saber enteder tu juego

Cartoon Network tiene una larga tradición en crear y hospedar nuevas series de animación dirigidas al público juvenil -con excepciones-. Puesto que la compañía tiene una aparente facilidad para conseguir éxitos sólidos, no resulta extraño que haya organizado un esfuerzo de mercadotecnia alrededor de cada una de las series, lo que en a día de hoy obliga sí o sí a tener el videojuego como producto estrella.

Curiosamente, Ben 10 es una serie que en muchos sentidos parece un videojuego - en su interpretación más tópica y arcaica-. El personaje es un muchacho corriente y moliente que por circunstancias del destino encuentra un aparato capaz de transformarlo en diferentes héroes intergalácticos, cada uno con sus propias habilidades y personalidades. Al comienzo de la serie eran diez las posibles transformaciones, pero a medida que se va desarrollando aparecen más y más con las que se intenta sorprender a los seguidores.

Un videojuego en forma de serie de dibujos

Todo en esta serie es muy unidimensional, pero cumple con los cánones de su género y resulta lo suficientemente entretenida como para realizar el trabajo. Partiendo de esa base, la idea de hacer un videojuego sobre ella no es sólo obvia, también es bastante sencilla teniendo en cuenta que todo consiste en buscar la transformación adecuada y propinar unos buenos mamporros a la amenaza alienígena de turno. Tal es la estructura de la serie y así queda en el videojuego, que prácticamente es un capítulo extra largo e interactivo.

Pero dentro de las limitaciones que puede suponer estar tan limitado en lo que se puede hacer, el equipo encargado de este proyecto ha sabido leer adecuadamente qué es lo que puede hacer bien para elevar la calidad general de su proyecto y realizar un juego digno. Sí, es cierto que los juegos basados en licencias como esta venden prácticamente por inercia una vez que la serie adquiere popularidad, pero es agradable encontrar un juego de este tipo con algo de personalidad y buen hacer, aunque sea en las cantidades justas.

Ben 10 en DS es un Beat'em Up convencional. Ben simplemente se limita a andar en dirección única y a golpear todo aquello que le sale al paso. Pero en esa mezcla hay algunos elementos interesantes que incluyen variedad de movimientos y algunos puzles no complicados que aportan riqueza al conjunto. Todo gracias a la capacidad de transformación del protagonista, aunque en este juego está limitado a sólo cinco y además no cuenta ellas desde el comienzo, debe recuperar sus identidades.

Cada una de las transformaciones tiene sus propias secuencias de golpes y además poseen habilidades únicas que pueden ser muy útiles para avanzar por el escenario. El gigantón Fourams tiene cuatro brazos con los que además de aplastar enemigos también puede escalar a lugares complicados, mientras que HeatBlast, con su capacidad de dominar el fuego, puede saltar sobre plataformas incendiadas sin riesgo de quemarse. Una barra de energía mide el tiempo que el jugador puede estar transformado, por lo que no hay que dormirse en los laureles una vez transformado.

La estructura es muy predecible en todos los sentidos, los jugadores más veteranos no encontrarán nada sugerente en este juego, pero los que hayan sido atraídos por  su gusto por la serie de dibujos animados se sentirán como en casa. Ben se deja controlar bien, dejando que las transformaciones y sus distintas posibilidades permitan pode encarar a los enemigos y a los jefes finales de la manera más adecuada -aunque en ocasiones habrá que recurrir a un determinado tipo de alien para poder seguir adelante-.

Lo que es una lástima es el desaprovechamiento, una vez más, de la pantalla táctil de DS, que queda reservada para un menú en el que se pueden ver las distintas transformaciones para tenerlas a mano cuando se necesiten. No es algo inútil, pero tampoco es posible afirmar que sea un uso inspirado de este interfaz. Es una lástima que los estudios no busquen más maneras de aprovechar esta opción -ya no sólo es el no usar la capacidad táctil, es que la pantalla queda permanentemente tomada por un menú estático que sirve más bien de poco, mientras que otros juegos son capaces de usar las dos en consonancia para crear escenarios más amplios y con algo más de profundidad-.

El modo multijugador también es bastante pobre, ya que sólo ofrece un pequeño minijuego -romper coches- para un máximo de ocho jugadores, en el que cada jugador necesita su propio cartucho, por lo que a efectos prácticos es como si no tuviera nada -¿para algo tan simple no se podría haber incorporado la capacidad de compartir juegos desde un simple cartucho?-. Es un extra insignificante que no merece mayor valoración.