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PlayStation 2 lleva un tiempo experimentando una etapa extraña. Desde la salida de los últimos denominados 'Triple A' el año pasado, ha ido recibiendo poco a poco varios juegos que extrañamente se pensaba que nunca llegarían a España. Y, para qué negarlo, no hay razón para quejarse. Hace unas semanas coronábamos Valkyrie Profile Silmeria y decíamos que sería el último gran juego de rol para la consola
pues bien: estábamos equivocados.
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Una semana después analizamos Rogue Galaxy, otra pequeña maravilla salida de las manos de Level 5, y ahora viene una más. Creado por Vanillaware, también desarrollador de Odin Sphere (que sigue sin fecha para España), Grim Grimoire es una auténtica joyita que, si bien no se puede suscribir al 100% en el rol, sí toma pequeños elementos del género y los sirve como nutrientes en un sistema de juego rico en posibilidades.
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NISAmerica fue la encargada de apostar por él a la hora de dar el salto más complicado: llevarlo de Japón a Estados Unidos. Este estudio, con un ojo increíble para los juegos marcadamente nipones, también apadrinaron en el pasado la espectacular franquicia 'Atelier Iris', de Gust, cuyas dos primeras entregas llegaron a España y recibieron un 8.5 y un 7.5 respectivamente en nuestra revista. Salidos de su propio estudio, también encontraríamos Disgaea, Makai Kingdom, Phantom Brave o La Pucelle. Calidad sin género de dudas. Y con la nueva obra de VanillaWare, esto se confirma aún más.
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Aprendiz de bruja Nos situamos en un mundo donde la magia es algo común, por lo que todos los niños son desde pequeños familiarizados con ella. Nuestra heroína es Lillet Blam, una aspirante a hechicera que se inscribe en el centro de aprendizaje más prestigioso de la región, donde tiempo atrás un demonio fue sellado y confinado en un lugar apartado por intentar poner en jaque al mundo.
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En la actualidad todo es bastante normal
o eso nos creíamos. Durante los primeros cinco días, Lillet se va familiarizando con los profesores del centro, los demás alumnos y la magia, realizada a través de numerosos grimorios, libros llenos de hechizos. Pero al final del quinto día, el demonio Calvarous se materializa y aniquila a todos los habitantes de la escuela menos a Lillet, que sólo queda inconsciente. Cuando despierta, descubre que se encuentra en su primer día de nuevo
A partir de aquí Lillet comienza una 'misión' para descubrir la razón de sus premoniciones, para, llegado el momento, enfrentarse a Calvarous y darle su merecido. ¿Será capaz?
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Tan atípico como encantador Grim Grimoire encierra uno de los sistemas de juego más ricos que hemos podido ver recientemente en PlayStation 2. Si bien la base es la de un juego de estrategia en tiempo real con recogida de recursos, gestión de tropas, evolución de artefactos, etcétera, encontramos además pequeñas pinceladas de rol, que en suma consiguen que este inicialmente simple título se convierta en una auténtica bestia jugable.
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El desarrollo del juego es muy sencillo: No hay pueblos, ni mil ciudades, simplemente cuadros de diálogo que narran una historia y, posteriormente, una zona donde se desarrolla la batalla. Y punto. Esta simplicidad sería un punto en contra de no ser por que tanto una cosa como la otra están realmente cuidadas. El guión del juego es buenísimo, divertido, irónico y realmente entretenido. El juego nos llega en inglés, pero es lo suficientemente simple como para entender todo lo que pasa sin tener un nivel especialmente alto.
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Ya en lo jugable, tras acabar de leer los diálogos -que también pueden pasarse automáticamente-, todo comienza en una sala cerrada conectada por escaleras y varios pisos. La cámara está situada siempre de frente sin posibilidad de moverla más que en un 'scroll', es decir, arriba-abajo o derecha-izquierda. No podemos situarla en ángulos imposibles ni colocarla en isométrica, claro que tampoco hace falta.
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Todo gira en torno a la creación de elementos gracias a los grimorios, unos libros de hasta cuatro tipos (Nigromancia, Glamour, Hechicería y Alquimia), cada uno con sus criaturas, tropas, etcétera. Disponemos de un objeto común mediante el cual podemos evolucionar a nuestros aliados y que puede subir de nivel utilizando maná. Del mismo modo, hay varias tropas simples que son las encargadas de recoger el maná para hacer subir el total disponible. Esto lo hacen a través de un cristal de maná, como es obvio. Con el maná, podemos crear criaturas para luego enviarlas al combate contra las tropas enemigas. Y ya está. Esta es la base inicial de un combate: recoge maná, crea criaturas, prepara una ofensiva y acaba con tus enemigos. De compararse con algún juego, podría ser perfectamente Warcraft III: el escenario está lleno de 'niebla', de modo que nunca sabemos por dónde nos atacará el enemigo; nuestro objetivo es acabar con su imperio antes de que él haga lo propio con el nuestro.
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El elemento distintivo del juego es lo versátil que resulta y las posibilidades que abre el uso de los grimorios. Inicialmente tendremos pocos, pero a medida que vayamos avanzando en la historia o evolucionemos unidades en las batallas, iremos consiguiendo más, o actualizaciones para los viejos. En los combates, pese a que inicialmente manejamos a un solo tipo de unidades, posteriormente podremos mezclarlas todas: por ejemplo, crear elfos, gatos magos, dragones e incluso quimeras. En la variedad está el gusto.
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Como añadido, existen varias resistencias similares a las de un RPG habitual que determinan que clase de criatura es superior a otra. Así, la Hechicería es fuerte sobre el Glamour pero débil a la Nigromancia, etcétera. Todo esto son pequeños detalles que hacen grande, en conjunto, a un título que aporta diversión a raudales.
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Es además totalmente rejugable pese a que no sea el título más duradero de PlayStation 2: la historia se divide en unas 25 misiones, a las que luego se les añaden algunas extras. Todas ellas son accesibles desde un intuitivo menú, por lo que podremos acceder a equis diálogo automáticamente, o al combate, sin más; como plus, cada nivel puede jugarse en tres niveles de dificultad diferentes, obteniendo premios según en cuales lo superemos.
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Apartados técnicos Técnicamente Grim Grimoire es lo que todos los juegos en 2D deberían ser. Ni más, ni menos. VanillaWare es conocida por la extrema calidad técnica de sus productos y en esta ocasión vuelven a demostrar las razones de su éxito: sprites grandes, detallados, con unos diseños sublimes, efectos en alta resolución, tanto 2D como poligonales. Odin Sphere es otra muestra de ello y su próximo título para Wii, Oboro Muramasa Youtouden, también. Los personajes son realmente fantásticos, tanto a nivel de diseño como en su puesta en escena. Este último aspecto no es en absoluto sorprendente viniendo no ya de Vanilla Ware, sino de la propia Nippon Ichi - co-desarrolladora-, que ya nos ha regalado algunos de los personajes que pasarán a la historia por méritos propios, como Etna, Laharl o Floone del fantástico Disgaea.
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¿Y qué decir del apartado sonoro? De primera. Las melodías son impactantes y están realmente cuidadas. Pero la nota alta -y nunca mejor dicho- es el doblaje: para quitarse el sombrero. Las voces están escogidas maravillosamente acorde a la personalidad de cada protagonista. De nuevo, no sorprende viniendo de Nippon Ichi.
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