Una adaptación complicada

Las consolas portátiles siempre han supuesto un interesante reto para los desarrolladores que buscan trasladar juegos populares desde consolas de mesa. Por supuesto, la gran diferencia de tecnología es uno de los factores principales a tener en cuenta antes de emprender esta aventura, pero también hay otras circunstancias importantes como el tamaño de la pantalla o la habitual limitación de controles. No es una tarea nada fácil cuando se tiene como modelo algo que es simplemente inalcanzable desde diferentes puntos de vista.

Con Dynasty Warriors y Nintendo DS se puede hacer un estudio de campo sobre este tema. El juego franquicia de Koei utiliza docenas de modelos polígonales en pantalla y un amplio campo de batalla por el que moverse libremente y en el que están continuamente sucediendo eventos, dejando que el jugador pueda influir sobre ellos y usar su sentido táctico para establecer prioridades. Es algo complejo de hacer y está fuera de las posibilidades de la portátil de Nintendo si se atiende a su capacidad de manejo de polígonos y efectos -por no hablar del efecto que produciría semejante ensalada de polígonos en la pantalla de DS-.

Es aquí cuando entra en juego la imaginación y la habilidad del equipo asignado para la conversión. No es posible ser fiel al material original realizando una aproximación directa, así que se optó por utilizar las considerables capacidades 2D de DS y crear un sistema mixto, con escenarios polígonales y personajes en forma de sprites, utilizando además diferentes efectos de rotación, zoom y transparencias para simular el campo de batalla plagado de soldados enemigos. La fórmula es ingeniosa y funciona bastante bien, hasta cierto punto, ya que lamentablemente incluso con esta estrategia, los responsables han caído presa de las limitaciones naturales de la plataforma. La presentación es muy correcta, pero el fondo simplemente no está; es una versión demasiado minimizada de lo que ofrece un Dynasty Warriors normal.

Por algún motivo sin explicar, Koei ha decidido no contar con los carismáticos personajes que suelen protagonizar esta violenta narración del Romance de los Nueve Reinos, la obra tradicional china que el estudio japonés ha utilizado constantemente desde sus inicios para ambientar sus juegos, tanto de acción como estratégicos. En lugar de ellos, que aparecen como personajes secundarios, se ofrece al jugador la posibilidad de elegir entre tres protagonistas: Dragon, Chimera y Phoenix, que lejos de mostrar una gran personalidad, se limitan a llevar con dignidad su papel de arquetipos andantes (uno equilibrado, otro rápido y débil, y otro fuerte y lento). Ninguna de las virtudes narrativas de la saga aparece aquí de forma patente, lo que es bastante triste dado que es algo vital que equilibra la acción intensa y continuada de Dynasty Warriors; falta ese toque de romanticismo, heroicidad y carisma que otros títulos anteriores han conseguido reflejar con sus historias y personajes.

Gráficos y audio

Para simular el campo de batalla lleno de enemigos, se ha utilizado una técnica mixta que combina escenarios con polígonos. El resultado es un juego que, sin destacar, cumple su objetivo con solvencia, por lo menos en apariencia. Pero una vez que la acción comienza es cuando se empiezan a ver las limitaciones, especialmente en lo que se refiere a animación, tanto del personaje principal como de los enemigos, que en algunos momentos dan la sensación de ser monigotes sobrescalados. Es una sensación que no resulta desagradable, pero tampoco consigue recrear la sensación de estar combatiendo contra todo un ejército ya que falta la fluidez y la dinámica que se pueden encontrar en las versiones para consola o incluso en PSP.

Incluso sin entrar en comparaciones, la sensación visual de este Dynasty Warrior no llega a la altura de lo que otros juegos consiguen en DS. Incluso en los momentos más espectaculares, cuando se utiliza uno de los clásicos golpes especiales Musou, no produce un efecto que se pueda llamar propiamente "espectacular". El mérito técnico de tener tantas unidades en pantalla está ahí, pero el estudio no ha podido llegar mucho más allá en este apartado. En cuanto al apartado de audio, es simplemente mediocre, con una selección de melodías poco interesante y que resulta aburrida al cabo de los minutos.

Jugabilidad

En la pantalla superior se muestra la acción del personaje en el campo de batalla, controlado directamente por el jugador. En la pantalla inferior hay un mapa con varias zonas y bases. El objetivo es el tomar la base principal del enemigo antes de que el mismo haga lo propio, de modo que hay que ir limpiando de enemigo y conquistar las zonas que lleven al cuartel general del rival, guardado por un poderoso general al que habrá que derrotar.

La mecánica es extremadamente simple en ese aspecto y en el mapa se puede apreciar como los ejércitos intentan tomar los puntos del mapa, lo que también ofrece cierta libertad para decidir dónde acudir. Pero en DS, esta fórmula no resulta tan fundamental como la de sus antecesores, ya que el fluir de la batalla es más lento y previsible, de modo que las implicaciones de ir a un sitio u a otro no son tan severas y la estrategia se diluye. Tampoco la I.A ofrece retos que se puedan disfrutar, dejando un puente de plata para potenciales paseos militares.

Pero quizás el elemento que más desfavorece la mecánica de juego es la poca variedad de golpes, combinaciones y personajes. Mientras que otras entregas de la saga presentan un variado abanico de personajes con una variedad notable de técnicas y golpes especiales, ese rasgo queda aquí severamente reducido por la poca variedad de golpes y la presencia de sólo tres personajes, que además tampoco muestran una gran diferencia de estilos de combate entre ellos. Esto conduce a la monotonía con más rapidez de lo que sería deseable, incluso en un Beat'em Up.

Sólo hay un elemento que intenta añadir algo de profundidad al desarrollo de una partida: el sistema de generales. Los personajes conocidos de la saga aparecen en forma de carta que se pueden ir obteniendo y expandiendo con su uso. Además de guardar las bases conquistadas en el mapa, esas cartas dan acceso a habilidades especiales para las protagonistas, de modo que según el general elegido se pueden crear devastadoras técnicas. Sobre el papel suena bien, pero en la práctica no hay grandes diferencias entre esas técnicas, lo que hace que no tenga sentido tener una selección de técnicas si lo único que cambia entre ellas es su efecto gráfico; se ha perdido aquí una buena oportunidad de dar una decisión táctica relevante al jugador.

Conclusión

A pesar de los diferentes aspectos poco convincentes que han surgido en el desarrollo de esta aventura, quizás el peor de todos ellos es lo sumamente corto y sencillo que es el juego. Puede completarse tranquilamente en una tarde ociosa incluso sin tener experiencia en la saga. Además, el juego no resulta muy ameno al cabo de una hora y se limita a repetir secuencias de movimiento hasta la pelea con el general enemigo, que ofrece algo de variedad. Ni siquiera utiliza alguna función propia de DS como el stylus y se limita a usar las dos pantallas para mostrar el mapa y la acción, algo ya muy manido a estas alturas.

Machacar botones durante cinco horas resulta moderadamente entretenido y el título es correcto en cuanto a presentación, pero es una oferta totalmente desequilibrada con respecto al precio demandado y eso pesa. El multijugador, con hasta tres conocidos compitiendo entre sí en el mismo mapa, sí resulta algo más atractivo, pero requiere de tres consolas con sus respectivos juegos y en la misma zona, ya que no cuenta con juego online, lo que limita seriamente las posibilidades de jugar en multijugador.