Una serie suspendida

Dicen que el valor que damos a las cosas en general siempre se hace en comparación a algo; es decir, que para poder determinar que un hombre es alto tiene que haber otro bajo, algo claro contra algo oscuro… Pues en este orden de cosas, para que haya juegos considerados buenos en el mercado tiene que necesariamente existir 'The Shield'. Para resumirlo de forma sencilla, The Shield es un juego malo, aburrido, que no aporta nada ni al género en particular ni a los videojuegos en general y un buen ejemplo de cómo no hacer las cosas.

En ocasiones nos cruzamos con productos más propios de una fase beta que no 'gold', en otras simplemente el concepto es bueno pero los gráficos no están a la altura, ciertas veces falla algún punto clave de su jugabilidad… pero en The Shield sucede todo eso. A la vez. Si a lo poco que tiene le restamos lo que no tiene (multiplayer, extras desbloqueables de verdad, un guión mínimamente interesante, un poco de emoción que empuje a seguir jugando), el resultado es descorazonador hasta el punto de la lágrima. Quizá no el llanto vivo, pero sí que te sume en un estadio de tristeza impropio de la acción teórica de 'jugar' a un videojuego.

The Shield se basa en la popular serie estadounidense del mismo nombre en la que un equipo de policías usan cualquier tipo de estrategia posible, tanto a un lado como al otro de la ley, para poder frenar una ola de crímenes y de paso engordar sus cuentas corrientes. Manejando a Vic, tendremos la posibilidad de lidiar con todo tipo de sospechosos, liarnos a mamporros con ellos, llevarnos todo el dinero de su casa, requisarles las drogas y usarlas para incriminarles en otros delitos, colocar armas en sus manos para imputarles asesinatos cometidos por nosotros…

Está claro que estamos hablando de un título no dirigido para todos los públicos, y con razón está regulado con la etiqueta para mayores de 18 años. No solamente es cuestionable la moralidad de las acciones que nos vemos obligados a desempeñar durante la trama sino que además hay montones de situaciones violentas, desnudez parcial, tortura, lenguaje obsceno por doquier y sangre por todas partes. Ni con esas convence, no obstante, aunque sorprende que juegos como este pasen desapercibidos a ciertos abogados americanos en busca de notoriedad.

El problema principal de The Shield no es lo que se puede hacer, sino que está implementado de forma tan insulsa que nunca llega a la mediocridad. No solamente el aspecto técnico es pobre, con unos gráficos que ni tan siquiera pueden superar los 1024 x 768 de resolución, sino que además su puesta en escena es horrible desde las mismas cinemáticas que producen la intro del juego. Cierto es que sobre gustos no hay nada escrito pero, siendo honestos, no nos ha gustado nada.

Por ejemplo, Vic se controla mediante una perspectiva en tercera persona y el clásico combo WASD. El problema es que cuando caminamos hacia atrás el protagonista se gira y empieza a correr hacia la cámara, lo que es bastante incómodo. Hubiese estado mejor que la vista se fijara en su espalda o pudiéndola cambiar con un pulsar y arrastrar del mouse, por decir algo, cosa que tenemos que hacer cuando el motor no detecta que justo delante tenemos un objeto que nos impide ver y no aplica la correspondiente transparencia al mismo.

A nivel poligonal se podría calificar de austero siendo benévolos literariamente, aunque en la calle se le tacharía de cutre sin problemas. Para ser justos, falta mucha cantidad de detalle para que fuera mínimamente bonito, ni tan siquiera con el antialiasing activado. Se echa de menos mucho más trabajo sobre personajes y entornos, especialmente sobre estos últimos en los que además la repetición de los modelos utilizados es cansina.

Y las texturas no se libran de la criba, siendo probablemente lo peor del apartado gráfico de The Shield aunque no con mucha diferencia con respecto al resto. Ya desde la primera habitación en la que aparecemos, que es la primera impresión que cogemos del juego, contemplamos no solamente la poca variedad o calidad de las mallas que colorean los objetos sino que incluso al acercarnos a ellas vemos como no aumentan su definición sino que la mantienen. Y no tan siquiera están aplicadas con buen gusto.

El motor de colisiones tampoco es una maravilla digna de mención y de grandes elogios, pues en ocasiones veremos como tumbamos taburetes sin ni tan siquiera tocarlos, golpeamos coches (alertando a los enemigos en situaciones de sigilo, para más inri) cuando no estamos lo suficientemente cerca o bien los errores de falta de contacto que existe en las peleas cuerpo a cuerpo, detalle que comentaremos aparte pero que merece su primera anotación aquí.

Tal vez las animaciones y el apartado sonoro (en inglés hablado y subtitulado) sean lo único que se salve de la quema; aunque algo robóticas la mayoría de ellas y con transiciones que se antojan bruscas, nuestro personaje posee un buen elenco de movimientos que van desde caminar y correr, rodar por el suelo, apoyarse en las paredes, golpear a los enemigos, torturarlos de diversas formas para interrogarlos e incluso utilizar elementos del escenario para minarles la moral.

No obstante, todas estas deficiencias técnicas podrían quedar relegadas a un segundo plano si su apartado jugable convenciera, que no es el caso. The Shield se reduce a una combinación de momentos de shooter de disparos en tercera persona, que ni de lejos está medianamente cerca de un tipo Max Payne, unas fases de infiltración que son de risa y algo de exploración que sinceramente no se nos ocurre un adjetivo gracioso para ponerlo aquí.

Para que alguien pudiera hacerse una idea de la nulidad (o mejor la desgana) con la que los programadores han llevado a su labor, baste un ejemplo: sigilosamente nos debemos infiltrar en la casa de un sospechoso sin ser vistos por los matones del patio. Mientras andamos tras los cubos de basura, separados medio metro cada uno de ellos, nuestra cabeza completa asoma por arriba sin que nadie diga nada. Eso sí, cuando tocamos (es decir, estamos a dos palmos) de un coche aparcado 20 metros más lejos, el aguzado oído canino de un rufián nos descubre. Fin de la fase.

Como este hay mil ejemplos, aunque algunos achacables a bugs del juego sin pulir; en una ocasión debemos interrogar a un sospechoso, que no se achanta ante la visión de nuestra pistola sino que debemos enfundar, liarnos a tortazos con él y después dirigirnos hacia un evento de esos de pulsación rápida de botones (flechas del teclado) para meterle la cara en los fogones. Pues bien, después de 10 minutos atizando, no se activaba el evento. Se le tuvo que disparar, fallar la misión, reiniciar la fase y, entonces sí, al cabo de unas pocas bofetadas se le pudo interrogar.

Los combates cuerpo a cuerpo tienen su miga porque además para dirigirnos al enemigo usamos WASD y no son pocas las veces que golpeamos al aire porque nuestro protagonista no se encara bien; una vez lo agarramos podemos arrearle porrazos sin temor, aunque en los casos en los que no sea necesario conviene más usar alguna de las 3 armas que estarán disponibles a lo largo de la partida. Tampoco se necesitan más, la verdad.

La mayoría de los enemigos, incluso en la dificultad estándar del juego, necesitan una buena cantidad de plomo. Afortunadamente podemos usar cobertura en los espacios destinados para ello como paredes, tabiques a media altura, plantas, etc. Los enemigos no tuvieron dinero para comprar esa habilidad y carecen de la capacidad de encontrar refugio en el entorno, con lo que generalmente podemos abatirlos sin demasiado problema.

Y abatiendo enemigos e infiltrándonos en lugares, rescatando rehenes y protegiendo testigos, discurre la trama del juego. Todo sea para salvar la unidad, cuya efectividad está en entredicho. Aunque, eso sí, Vic también tiene otras preocupaciones y debe procurar encontrar unos buenos fondos para su retiro, y eso puede hacerlo mediante técnicas que distan mucho de encontrarse en territorio de la legalidad.

Para aumentar el dinero disponible para la universidad de los niños, cuando estamos en territorio enemigo podemos investigar ciertas partes del mobiliario en búsqueda de dinero, droga o armas. Para ello aparece una placa de detective en la parte superior derecha sobre la que tenemos que navegar y que tiene un icono que se pone rojo en función de lo cerca que estemos del punto exacto, al estilo del caliente-frío. Si acertamos, obtenemos el botín. Si no, perdemos la posibilidad de aumentar nuestra cuenta corriente.

Aunque no solamente para ganar dinero está el tema, sino que a medida que matemos o maltratemos a malhechores (o disparemos a civiles o gente desarmada) sube nuestro indicador de 'heat', que viene a ser como un medidor de lo cabreado que está el jefe con nosotros. Incriminando a delincuentes o restituyendo botín incautado a comisaría rebaja la tensión ambiental dejando más margen de maniobra para seguir actuando.