Lucha con aroma a clásico

Mucha tinta se ha derramado para explicar el declive de SNK y el posterior semi-fracaso de SNK Playmore. Sus últimos títulos no dejan de ser refritos de los originales que nacieron en la década pasada, si bien es cierto que no todos ellos comparten la misma suerte, como es el caso de King of Fighters: Maximum Impact 2, entre muchos otros. Sea como fuere, esta popular saga se ha visto gravemente dañada en su vertiente 2D por culpa de los últimos lanzamientos de Playmore, situación que se ha procurado enmendar en esta ocasión.

A tenor de los escasos lanzamientos que se producen actualmente en el género, no es de extrañar el ánimo con el que los aficionados a la lucha bidimensional esperan esta nueva entrega. No estamos tanto ante un juego totalmente original, sino que se han pulido los defectos que relegaban los anteriores títulos a meros ‘juegos de lucha mediocres', muy por debajo de lo que otros en 3D ofrecen en esta generación. El auge de los emuladores es otro factor que se ha de tener muy en cuenta en este sentido.

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Hemos empleado muchas horas en destripar todos los entresijos que ofrece la enésima entrega de una de las sagas de lucha por excelencia, obteniendo tras ello un agradable sentimiento de esperanza para el futuro de la lucha en dos dimensiones, dada por perdida tras la llegada de PS3 y 360. Si un título tan sencillo como este es capaz de divertir así, poco pueden importar los gráficos. Aunque para ello, evidentemente, Playmore ha tenido que trabajar lo suyo.

Gráficos

Muchos aspectos necesitaban una mejoría urgente desde KoF 2003, entre los cuales el apartado gráfico figuraba como uno de los más importantes. Playmore optó desde la primera entrega de la saga para PS2 por emplear los sprites comunes en pos de conseguir mayor velocidad y suavidad de movimiento en los personajes. De paso, claro está, el juego no pierde ese ‘aura' de clásico que siempre le ha acompañado.

Y en esta ocasión, como era de esperar, los luchadores han sido representados una vez más bajo el mismo sistema tradicional; prácticamente sólo se podrían destacar los nuevos caracteres que se incorporan a este título. Estos denotan un esmero mayor en las texturas, pese a que en regla general se han matizado todos los personajes, dotándolos de peculiares vestimentas, curiosos gestos y de un buen número de movimientos por cabeza.

Es curioso el contraste que se produce entre los personajes que acabamos de comentarios -de un nivel notable- y los escenarios en los que competiremos; parajes de una calidad soberbia, muy variados entre sí a la par que ofrecen todo tipo de elementos naturales. Muchas veces la diferencia entre el diseño ‘tradicional' en la majestuosidad de los escenarios llama la atención.

En cualquier caso, los personajes se mueven con agilidad en cada combate, sus habilidades, como veremos a continuación, están muy bien reflejadas y sintonizadas con los luchadores. Los efectos especiales, junto a los combos, son puestos en escena de forma elegante, sencilla, sin demasiado espectáculo pero muy acorde con lo que nos ofrece el DVD.

Un necesario lavado de cara

Tanto o más que el resto de elementos que hemos comentado, el lavado de cara de los menús es tan anecdótico como de agradecer. Por primera vez desde hace años la interfaz principal ha cambiado por completo, convirtiéndose en un fresco y accesible menú que refresca la idea de cambio que supura esta entrega. Cajas de texto blancas, con colores grisáceos y agradables para la vista; una propuesta interesante que encaja a las mil maravillas.

Algo tan irrelevante como un menú puede ayudarnos para entender uno de los puntos clave en KoF 11. Como comentábamos, el motor gráfico no ha sido renovado, más bien podríamos decir que ha sufrido algunos arreglos indispensables para mejorar la jugabilidad. El contraste entre los luchadores y los escenarios puede resultar gracioso en los primeros combates, y aunque no tardaremos en acostumbrarnos a ellos -e incluso a sentirnos ciertamente agradados-, reclaman un cambio drástico inmediato.

Con la llevada de la nueva generación algunos aspectos gráficos han variado; las imágenes de Ken en el nuevo remake de Street Fighter 2 son infinitamente superiores a los sprites que desfilan por nuestro televisor cuando disputamos algunas partidas. PlayStation 2 es muy capaz de dar más de sí en este aspecto, razón por la cual no queda más remedio que entender aquello con lo que finalizábamos el párrafo anterior.

Con todo, no hemos de olvidar las cuidadas escenas que narran el modo principal, el arcade, en el que del modo tradicional veremos a ciertos personajes desfilando por nuestra pantalla, hilando poco a poco el sentido del nuevo torneo que se realiza este año, y todo lo que le rodea.

Jugabilidad

Ajustar las irregularidades del ‘tag' era uno de los objetivos principales del grupo de SNK Playmore de cara a solucionar los problemas jugables de KoF '03. El objetivo se ha cumplido de una forma incluso más eficaz de la que nos podíamos esperar en un principio, pese a que aún sufre algunos defectos de menor importancia que otros títulos del género sí que incluyen.

Sea como fuere, el sistema principal de KoF '03 se mantiene, por lo que disputaremos combates de seis jugadores, tres por cada bando. Podremos seleccionar luchador entre un amplio abanico que nos ofrece hasta más de 30 personajes distintos, cada uno con una técnica y estilo de lucha en concreto que tendremos que aprender a dominar. Entre todas las caras a nuestra disposición, tan sólo tres son nuevas; Elisabeth, Momoko y Oswald. Mientras que las dos primeras son féminas rápidas aunque algo débiles, el tercero es un ‘gentleman', lanzador de cartas y mortífero una vez se domina su difícil técnica. El resto del elenco de caracteres se compone por figuras representativas de SNK y particulares de la saga, algunas caras desaparecen, otras se incorporan, aunque como ya hemos comentado sólo daremos con tres personajes realmente nuevos.

Elegir un líder será lo siguiente que hagamos una vez hayamos terminado con la elección de nuestros representantes, para más tarde pasar al combate. Al igual que su antecesor, KoF XI, apuesta por emplear el sistema tag para intercambiar jugadores entre los combates, posibilitando realizar combos más mortíferos o al menos con mayor número de combinaciones. En este aspecto, el juego demuestra haber experimentado una notable mejoría, facilitando la consecución de golpes en cadena.

Aún dispondremos eso sí de la correspondiente opción para cancelar un SDM y lanzar un golpe de mayor envergadura, uno de los múltiples alicientes que ofrece la jugabilidad. Si conseguimos combinar un golpe debidamente nuestro luchador será capaz de realizar innumerables movimientos en un abrir y cerrar de ojos. Y sin embargo, el título no transmite esa sensación de lejanía de otros juegos de lucha similares, parece que realmente controlamos al personaje dada la simplicidad de los controles y la relativa facilidad para hacer combos.

El balance lo es todo

El modo tag es ciertamente un buen sistema de juego, divertido y realmente adictivo si lo disfrutamos con un compañero. Es sencillo entender cuál es la importancia de este sistema para la jugabilidad, tan fácil como disputar una partida en el modo ‘single' para comprobar la lentitud con la que transcurren los combates sencillos, casi exasperante. La diferencia entre los distintos personajes es otro de los puntos más importantes del juego, uno de engranajes por los que gira una jugabilidad reajustada hasta el más mínimo detalle, muy cuidada tras su versión arcade.

SNK Playmore prometió pulir todos los defectos de la máquina original, entre los que se encontraba la alarmante facilidad con la que algunos luchadores nos permitían terminar el modo. En teoría, KoF XI no debería padecer ese problema, y pese a que es cierto que en gran medida que han solucionado todos los ‘conflictos' del arcade, muchos personajes siguen siendo simple y llanamente mejores que los demás. Más rápidos, con mejores combos, etc.

Combos que, curiosamente, también han sufrido ciertas limitaciones con el fin de imposibilitar encadenar interminables cadenas, suficientes para tumbar a nuestro personaje de varias tajadas. Los golpes se han reajustado, midiendo mucho mejor las distancias; los combos son más fáciles de realizar, a la par que se han ‘regularizado'. Pero podemos toparnos con un personaje capaz de moverse a la velocidad de la luz mientras que otros a duras penas lanzan dos puñetazos seguidos.

Se reabre el debate

Los modos de juego que KoF XI ofrece son los habituales; arcade, endless (lucha tras lucha), singular, lucha en equipo, inclusive un curioso apartado en el que tendremos que cumplir objetivos, venciendo a nuestro rival de un modo en concreto. Todos ellos, salvo el modo individual, como ya explicamos anteriormente, giran en torno al tag. La posibilidad de disputar tres combates dentro de uno sin tener que esperar por una carga es realmente agradable, efectiva para mantener nuestra atención en la pantalla.

La curva de aprendizaje es algo alta, no es fácil acostumbrarse a los controles o al modo de juego si nunca nos hemos puesto al mando de un King of Fighters. Poco o nada tiene que ver con los juegos de lucha en 3D. El uso de una quinta tecla para realizar movimientos especiales puede confundir en un primer momento al no-iniciado, aunque una vez hechos al control, éste se torna una delicia; rápido, duro, pero siempre bajo control.