Hospital, dulce hospital

Hospital Tycoon llega con una clara intención: llevar la simulación de hospital a una nueva dimensión en clave de humor. Lejos queda ya el clásico Theme Hospital, que gracias a su sencillez y grandes dosis de diversión conseguía ofrecer una experiencia que no logró ser superada por los títulos posteriores. Ahora, el juego de Codemasters intenta fusionar la idea jugable de la obra de Bullfrog con el exitoso Sims de Maxis.

Sin embargo, pese a que el resultado es bastante atractivo, le falta mucho para llegar a los niveles de cualquiera de estos dos juegos por separado, cuanto menos para conseguir que la unión de estilos de juegos llegue a triunfar por sí sola. Además, la sensación general que causa es la de que se ha dejado muy de lado la estrategia de hospital para centrarse más en el sistema de Sims.

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El intento se centra en ofrecer grandes dosis de humor, partiendo ya de una carátula que no puede evitar recordar al estilo de la serie de humor Scrubs, y lo cierto es que consigue su cometido ofreciendo modelos de personajes, conductas e historiales médicos alocados que resultan agradables y entrañables. No llega al nivel de originalidad de Theme Hospital, su comparación más directa e inevitable, pero resulta más que suficiente.

Además de las tareas de construcción, posteriormente tendremos que hacernos con un buen número de instrumentos médicos (bastante simpáticos por lo general) con el fin de poder realizar los tratamientos a la gente, del mismo modo que tendremos que contratar a doctores, enfermeras, recepcionistas o conserjes para que puedan ocuparse de todos los elementos de nuestro hospital.

Todo esto cuesta dinero, que se recupera salvando la vida de los pacientes, en un sistema básico sencillo, pero que a la larga puede resultar bastante complejo, sobre todo en este título, que puede llegar a provocar que el jugador se vea atascado en misiones sencillas que parecen haber sido ya cumplidas, pero que tarda en evolucionar la situación y pasar al siguiente reto.

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Un aspecto importante desde el punto de vista jugable es que, como ya dijimos, se deja poco al usuario en cuanto a control sobre la gestión del hospital. Por ejemplo, lo más destacado, es no poder decirle a los médicos qué hacer; tienen su propia rutina de trabajo y no la alteran por un moribundo que queremos salvar en otro lado del hospital.

Tampoco podemos controlar las finanzas del hospital, ni las investigaciones, que se hacen de forma automática. Siguiendo la estela de los Sims, lo principal será preocuparse por las relaciones de los personajes entre sí (con cuatro categorías de actos para cada uno: maldad, diversión, sociabilidad y amor), así como prestar especial atención a la decoración del hospital y la construcción de nuevas salas.

El otro modo es el personalizado, que nos permite empezar nuestro hospital e intentar mantenerlo hasta las últimas consecuencias. Es un modo de juego infinito que puede ofrecer numerosas horas de diversión. Gracias a estas dos ofertas lúdicas, el título consigue una vida bastante considerable y pese a sus carencias jugables consigue resultar atractivo.

Algún que otro cabezón y simpáticas animaciones demasiado exageradas, junto a unos diseños de calidad de la maquinaria y los elementos de las habitaciones, componen un apartado visual colorido y atractivo. El apartado sonoro es, del mismo modo, discreto pero cumplidor, con melodías típicas y sencillas y efectos que tampoco destacan especialmente, pero no desentonan. En definitiva, técnicamente es un juego correcto, y su control es bastante sencillo e intuitivo, natural si cabe con respecto a este tipo de juegos.

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