Caballeros del Zodíaco... Chino

En estos últimos tiempos es cada vez más evidente la dualidad que hay entre la industria del cine o la TV con los videojuegos y viceversa. Hace catorce años (Que se dice pronto) el hecho de que el videojuego Super Mario Bros. fuese a ser llevado al cine, fue una noticia de impacto mundial que sorprendió a propios y extraños. Sin embargo en la actualidad, raro es el año que no hay un par de adaptaciones de un videojuego a la gran pantalla (Hecho que en parte tenemos que 'agradecer' al discutible director de cine Uwe Bowl).

Es en esta ocasión de este segundo grupo del cual nos ocuparemos en el siguiente análisis. La serie de dibujos Legend of the Dragon, emitida por Jetix en EEUU y por TVE en España el año pasado, por fin ha saltado al videojuego. Y no es de extrañar. Tras una primera temporada encandilando a los más jóvenes de la casa con sus frenéticos combates y sus personajes con los que más de uno se identificaría, estaba claro que el juego no iba a tardar mucho en llegar a nuestras consolas. ¿Estaremos en esta ocasión delante de otra licencia malgastada, o nos ofrecerá algo nuevo e interesante que disfrutar?

El juego

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Esta injusticia hace que Ang se sienta humillada, decidiendo abandonar su clan originario y uniéndose al del Maestro del Zodíaco para recibir los poderes del Dragón Oscuro. Desde ese momento, ella será la pieza más importante en el malvado plan para derrotar a los 12 guardianes de los templos, y acabar resucitando a Yin, el  Emperador de las Sombras.

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Dentro del modo para un jugador nos encontraremos con el eje central de la historia, las misiones. En este modo tendremos que ir recorriendo el mapa con los dos personajes principales (Más uno secreto desbloqueable al finalizar el juego) para descubrir la ubicación de los templos, y una vez localizados, enfrentarnos a sus guardianes.

Después de finalizar el combate principal, y solo si jugamos con el hermano bueno, se nos ofrece la posibilidad de ayudar a dicho guardián en la misión de defender su templo. Si aceptamos, tendremos que tomar el control del guardián y derrotar a una batería de enemigos que se nos presenta en combates de un solo round. Después de superar los más de diez encuentros que tendremos que afrontar, recibiremos como recompensa el escenario de ese guardián para jugar en el resto de modos, más un video con el motor del juego donde veremos una sucesión de katas en la que el guardián ejecuta algunos de sus movimientos.

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El único inconveniente de esta mejoras es que no conseguiremos nuevos combos, hecho que hubiese sido más que interesante, si no que se limitarán a subir la fuerza con la que golpeamos, a reducir el daño recibido, o a aumentar el tiempo en el que podremos estar transformados.

El resto de modos que podremos encontrar son los ya típicos en cualquier juego de lucha. Versus, en donde podremos luchar contra un amigo eligiendo el escenario y personaje. Pelea rápida, lo mismo pero contra la CPU. Supervivencia, donde tendremos que aguantar el máximo de combates seguidos con una sola barra de vida. Y finalmente, contrarreloj, donde deberemos vencer al máximo número posible de rivales en solo diez minutos.

Gráficos y sonido

Aquí nos encontramos con uno de los apartados más peliagudos del juego. A fecha de 3 de junio de 2007 es imperdonable que un juego de la Next Gen, por muy multiplataforma o licencia que sea, tenga unos escenarios tan pequeños, con unos efectos de luz tan pobres, y con unos fondos estáticos tan poco cuidados.

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El único elemento del apartado técnico digno de mención es el del diseño de los personajes, que lucen el tan de moda últimamente efecto Cell-Shading, idóneo para recrear los juegos basados en series de animación. Lástima que solo con un buen hacer en el diseño de personajes no sea suficiente para que este juego acabe de convencer a cualquier usuario que lo pruebe.

Respecto al sonido, pocas sorpresas. Temas inspirados en la música oriental con sus instrumentos típicos y que prácticamente pasan desapercibidos al quedar eclipsados por el volumen de las voces y los FXs. Si queremos disfrutar de este apartado en condiciones, deberemos calibrar a nuestro gusto el volumen de cada uno de estos efectos sonoros en las opciones del juego.

Jugabilidad

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¿Qué opción habrán elejido entonces en The Legend of the Dragon? Pues desde The Game Factory, y teniendo en cuenta que el título es un producto dirigido a los seguidores de una serie de televisión infantil-juvenil, han preferido renunciar a la profundidad jugable y desarrollar un control simple. Muy simple. Extremadamente simple.

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Y llegamos al mayor atractivo del juego, la transformación zodiacal. Cada uno de los personajes es el guardián de uno de los templos del zodíaco chino, representados por su respectivo animal (Mono, rata, cerdo, serpiente, gallo...), así que durante un combate, y si conseguimos suficiente energía espiritual al dar y recibir golpes, tendremos la posibilidad de transformarnos en el animal al que representamos.

Estos movimientos especiales se ejecutan mediante tres minijuegos diferentes. La primera, es un choque de rayos entre los dos adversarios, y para ganarlo, deberemos agitar el Wiimote y Nunchaku más rápido que nuestro contrincante. Si ganamos, le causaremos un gran daño, mientras que si fallamos, los dos saldremos indemnes. La segunda consiste en hacer siete movimientos con el Wiimote hacia los cuatro puntos cardinales, y seguidamente, nuestro adversario deberá repetirlos. Por cada movimiento que no haya memorizado bien, recibirá un golpe, mientras que si los acierta todos, resultará ileso. La última magia es muy similar a la anterior. Durante unos cuantos segundos, deberemos hacer unos movimientos con el Wiimote, mientras que nuestro adversario apenas dispondrá de unos instantes para ir repitiéndolos y bloqueándolos antes de que le golpee la bola de energía que lanzamos con cada uno de ellos.

Así que si hacemos balance de todo lo visto en este apartado, tendremos la sensación de estar ante un juego con una jugabilidad excesivamente simple, con un control que no aporta ninguna dificultad o aliciente al juego, y que puede terminar haciéndose repetitivo a las pocas partidas para los más exigentes del género.

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