Una aventura como las de antes

Mucho tiempo llevamos esperando los aficionados a las aventuras gráficas a que aparezcan en el mercado algo más que meros refritos de los éxitos de Cryo, con su ya vetusta metodología lúdica dispuesta a no actualizarse nunca. Todos los fans del género esperamos casi utópicamente una representación del género capaz de arrastrar la aureola de las viejas glorias aventureras, aquellas que en la época dorada de la VGA mostraban su magia bajo el antaño buen nombre de LucasArts o Sierra.

Es por ello que la llegada de un juego tan bien hecho como este Tunguska me hace aplaudir de júbilo, al poder disfrutar de un producto que recuerda sobremanera a las más clásicas y viejas experiencias aventureras al estilo SCUMM y, de paso, asombrar a propios y extraños con sus hermosísimos gráficos. Así, nos encontramos con una obra que destila grandes dosis de mimo en su realización, a la par que su artesanal concepción es capaz de llegar a desprender una magia que, todo hay que decirlo, se echaba en falta en este género tan castigado a día de hoy.

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Curiosamente compartiendo nombre con un juego que vio la luz a principios del presente siglo (que mezclaba a partes iguales los combates cuerpo a cuerpo y la aventura), la aventura de Tunguska se centra en un misterio al más puro estilo 'Ríos de Color Púrpura', donde una trama inquietante y repleta de enigmas darán pie a una historia compleja y llena de épica.

Se suponía que la tarde del 27 de marzo de 2006 debería ser de lo más relajante: una partida de ajedrez con su padre, acompañada por una copa de buen vino tinto y puede que una tableta de delicioso chocolate también. No es lo ideal para mantener la figura, pero está tan bueno... Sin embargo, Nina Kalenkov tiene esta noche otras cosas de qué preocuparse, bien distintas de su figura, puesto que al entrar en la oficina de su padre en el pequeño museo de historia natural, no tiene un agradable encuentro con Vladimir Kalenkov, sino con el puro caos. ¿Qué ha sucedido aquí? Y... ¿dónde está su padre?

Dado que, aparentemente, la policía no puede (o no quiere) ayudarle, esta joven de 25 años decide emprender la búsqueda de su padre por sus propios medios. Sin embargo, rápidamente se da cuenta de que sus enemigos no sólo no tienen escrúpulos, sino que aparentemente son también muy poderosos. Pero, ¿quiénes son realmente sus enemigos? ¿Qué papel juegan los hombres de túnicas negras en la desaparición de su padre? ¿A qué se debe el súbito interés del FSB (sucesor del KGB soviético) por ella? ¿Y qué tiene que ver la mítica tribu montañesa de los Dzopa con todo esto? La respuesta a todas estas preguntas parecen tener su origen en el pasado, en los hechos acaecidos el 30 de junio de 1908, lejos, muy lejos, en la estepa siberiana. El 'Caso Tunguska' sigue siendo incluso un misterio para los científicos actuales: ¿fue un meteorito, una explosión nuclear o quizá tuviesen algo de cierto los rumores sobre un ovni?

La búsqueda de respuestas te llevará por todo el mundo: desde ruinas de castillos medievales y sofisticados centros de investigación, a playas del Caribe y picos nevados del Himalaya. Viajarás en el conocido Ferrocarril Transiberiano, para llegar hasta el mismo lugar en el cual se produjo la tragedia de Tunguska hace ya casi cien años, una catástrofe cuya sombra no sólo alcanza hasta el presente, sino que se proyecta incluso hacia el futuro. Pronto comprobarás cómo los amigos se convierten en enemigos y que, finalmente, está en juego mucho más que la propia vida del padre de Nina, ya que estamos hablando en realidad de un complot al más alto nivel: se trata de los 'Secret Files: Tunguska'.

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Aún con el escaso nivel de máquina que pide esta obra, Tunguska luce de forma especialmente brillante. Los personajes están modelados más que correctamente, con detalles dignos de los títulos de última generación. Aparte de que poseen un bagaje poligonal que no escatima en triángulos, reciben hermosos efectos de luz y sombreado en tiempo real. También gozan para determinadas acciones de animaciones previamente capturadas, otorgando así una naturalidad en los movimientos imprescindible a día de hoy.

Trabajar con escenarios que no se generan en tiempo real se nos antoja fácil y poco meritorio, pero todos y cada uno de los fondos mostrados en Tunguska son soberbios, cargados de detalle y color. La información gráfica que representan dice mucho a favor de los diseñadores, auténticos artistas del píxel. Da gusto recorrer las distintas pantallas del juego en pos de regalar a la vista las excelencias de los parajes con los que nos congratula Tunguska.

La realización de los vídeos cumplen con la única función informativa a la hora de narrar la historia, sin llegar a sorprender cinematográficamente hablando con falsos artificios. Dicho así, facilita la integración de estas secuencias con el propio motor del juego, detalle que será palpable al fundirse ambos momentos tecnológicos de manera notable.

Ya entrando en el apartado sonoro, decir que el doblaje al castellano cumple de sobra en términos de interpretación. Del mismo modo, la banda sonora se mantiene en un nivel muy alto, basando usualmente su presencia en situaciones ambientales. Con todo, existen piezas realmente hermosas, que sin duda conceden buenos momentos al oído. Los fx también rallan a buen nivel, como no podía ser de otra forma.

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Así, la metodología lúdica de Tunguska está basada en aquella que implantaron los juegos nacidos del sistema SCUMM. Lejos del estilo que parece predominar a día de hoy en el género, veremos a nuestro personaje y lo guiaremos a base de puntero de ratón, a la par que interactuaremos con él en los elementos del escenario susceptibles de hacerlo. Sin comandos de órdenes de por medio, Tunguska es más parecido a lo que ya nos inculcaron títulos más recientes como Syberia o las aventuras de Agatha Christie, pero destilando un aroma a clásico difícil de definir. Cuando lo probéis, ya sabréis el por qué.

Los puzzles diseñados por Jörg Beilschmidt y Klaus Schnohr evocan claramente a los de los tiempos de Roberta Williams, con genuinos enigmas que en pocas ocasiones acusaremos de ilógicos. De hecho, a pesar de que la estructura de juego está realizada de tal forma que nuestras pesquisas se hacen cada vez más interesantes y más oscuras de resolver, Tunguska puede sufrir de pecar de cierta sencillez debido a un recurso que, por el hecho de estar presente, puede terminar de definir al programa como un lanzamiento aparentemente fácil.

Esto es, Secret Files Tunguska hace gala de una opción que siempre estará presente en pantalla. Al activarla, se harán visibles en pantalla todos y cada uno de los puntos susceptibles de ser interactivos, con lo que se elimina de sopetón una de las partes más interesantes de este tipo de juegos, la búsqueda del píxel maldito que en tantas ocasiones no ha frustrado durante días en cualquier aventura de renombre que se precie.

Claro está, muchos dirán que vaya excusa para achacarlo de hacedero, de dificultad dócil... Pero por mucha fuerza de voluntad que tengamos, os apostamos lo que sea a que propios y extraños acabarán usando dicho recurso tarde o temprano. Y no es que sea porque a nadie le gusta trabarse demasiado en un juego (que también), sino porque el argumento de Tunguska nos arrastra hacia un justificado deseo de saber los cómo, cuándo y porque del destino de nuestra protagonista.

Como pega, se puede decir que el conjunto, si bien está bien hilvanado, peca de tener un progreso ciertamente lento. La mayoría de las veces, con todo lo que aparentemente se nos viene encima (la búsqueda de nuestro padre, el fin del mundo), nos veremos inmersos en una serie de circunstancias que aparentemente magnifican en demasía ciertas trivialidades, convirtiendo en puzzles cualquier pequeña traba. Afortunadamente, el bien implantado sistema de inventario y el perfecto control de todo el conjunto lúdico hacen que cualquier acción sea sumamente llevadera.

De todos modos, esto no hace más que prolongar una odisea que nunca debería pecar de ser breve. De hecho, la extrema cantidad de ayudas son las que pueden hacer de Tunguska un juego corto y con pocos alicientes, pero que en verdad sólo será así para los pobres seres humanos perezosos y de poca voluntad... ¡no pulséis el icono de ayuda!