Una armada de juguetes

Mario vs Donkey Kong 2 sigue la estela de su predecesor en el afán de crear un divertido juego que mezcle puzzles y plataformas. En la anterior entrega ya aparecían los Mini Mario, pero el protagonista principal era la encarnación verdadera de nuestro fontanero bigotudo favorito.

En March of the Minis Mario pasa a un segundo plano dejando toda la responsabilidad en manos de sus clones de juguete. Donkey Kong tampoco está solo y multitud de muñecos simiescos le sirven de ayuda para evitar que Mario rescate de nuevo a la dama en apuros.

Una historia clásica

El argumento de esta secuela sigue el guión usado en el original, pese a que como es obvio, no deja de ser una mera excusa para sumirnos en un mundo de color y fantasía. Mario inaugura una nueva tienda de su franquicia de juguetes con nuevas incorporaciones a la gama de productos como Mini Peach, Mini Toad e incluso Mini Donkey Kong.

A la inauguración acuden decenas de Toads, el propio Donkey Kong y una estrella invitada, Pauline. ¿Y quién es Pauline? Esta joven es, ni más ni menos, la primera dama en apuros a la que debió rescatar en su momento Mario (Jumpman por aquel entonces) en el Donkey Kong original. Es decir, no se trata ni de la princesa Peach ni de la princesa Daisy, sino de la auténtica y original que vuelve muchos años después. No deja de ser una mera curiosidad, pero salvo en algunos escasos juegos en el inicio de NES y en el remake que se hizo del clásico Donkey Kong para GameBoy, no habíamos vuelto a saber de ella.

Pero volviendo al argumento del juego, tras el ceremonial corte de cinta, Mario le ofrece a Pauline uno de sus juguetes, al igual que un prendado Donkey Kong hace lo propio con una de sus réplicas en miniatura. La dama elige, y decide escoger el muñeco del fontanero, lo cual enfurece al simio gigante que, rememorando viejos tiempos, secuestra a la chica y sube a lo más alto de la nueva tienda.

Mario no logra alcanzar a tiempo el ascensor y ahora tiene que tratar de llegar a lo más alto. Para ello, nada mejor que ayudarse de sus pequeños clones dispuestos a todo por repetir la hazaña que antaño hiciese su creador. Por delante, nada menos que ocho pisos.

Controlando a unos pequeñuelos

Mario vs Donkey Kong nos permite manejar mediante la pantalla táctil hasta seis Mini Mario a la vez en escenarios repletos de obstáculos para impedirnos llegar a la puerta de salida. El juego está organizado en ocho niveles diferentes, cada uno de ellos correspondiente a una planta. Además, en la última planta nos espera el enfrentamiento final con el simio gigante.

Cada uno de los niveles consta de nueve fases que hemos de ir superando en orden. El único requisito para hacerlo es que al menos uno de los Mini Mario atraviese la puerta en cada fase. Pero, por supuesto, recibimos mayor puntuación según cómo acabemos cada una de ellas.

Además, en cada nivel encontramos otras dos apartados, un minijuego que desbloqueamos al recolectar una carta especial en las nueve fases y un enfrentamiento con Donkey Kong al que llegamos como paso previo al siguiente piso de la tienda que estamos escalando.

El control se realiza íntegramente mediante el puntero, con el que interaccionamos no sólamente con los Mini Mario sino también con el escenario. En un primer momento, el rango de acciones que podemos hacer es muy limitado, pero según vamos avanzando más de una veintena de opciones diferentes manejando diversos dispositivos para lograr avanzar.

Los muñecos se mueven desplazando sobre ellos el puntero en la dirección deseada. Dando un toque sobre su cuerpo hacemos que se paren y deslizando hacia arriba logramos que salten, aunque una mínima altura y distancia. Hay que advertir que, si un Mini Mario en movimiento toca a otro parado, activa su mecanismo, por lo que también hay que tener cuidado con esas cosas.

En cierto sentido, March of the Minis recuerda a los Lemmings, ya que controlamos varios personajillos a la vez que no se les puede dejar a su libre albedrío salvo en zonas controladas o se dirigirán seguramente a su muerte más inmediata, que puede producirse de diversos modos, como quemándose, cayéndose desde una altura demasiado elevada, chocando con un enemigo, pinchándose, ahogándose, etc.

Rienda suelta a nuestra creatividad

Una de las características más relevantes de este juego es la posibilidad de crear nuestros propios escenarios con varios kits de construcción distintos que vamos desbloqueando según avanzamos. Prácticamente no hay limitaciones y podemos realizar escenarios idénticos a los que vemos durante el modo principal.

Pero jugar nosotros mismos nuestros propios niveles pierde gran parte del interés, ya que nos sabemos todos los recovecos al haber salido de nuestra imaginación. Sin embargo, el juego nos permite intercambiar con nuestros amigos tanto en red local como a través de la Nintendo WiFi Connection nuestras pequeñas obras de arte para ponerlos a prueba y recibir nuevos retos de una forma bastante sencilla.