Universo por expandir

Phantasy Star es una de las sagas más longevas de Sega. Desde sus comienzos como una saga de rol clásica, con títulos de importante calidad, ha llegado a evolucionar como pocas pueden hacerlo, adaptándose al mundo online completamente. El genial juego de Dreamcast Phantasy Star Online pasará a la historia por ser el primer MMORPG para una consola doméstica.

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Pasó bastante tiempo desde que la saga se estrenase de una forma tan particular en la última máquina de Sega, y el concepto mundial que se tenía de ella se había asociado al universo de Internet. Nos llega ahora una nueva entrega, Phantasy Star Universe, con una sorpresa en su interior: aúna en un solo disco las dos vertientes de la saga, un intenso juego de rol offline, siguiendo las raíces de la saga, y un eterno mundo online similar al de sus últimas vertientes.

De este modo, nos encontramos con lo que podríamos considerar dos juegos en uno. A pesar de compartir los aspectos técnicos, como es lógico por otra parte, las historias son independientes, y se puede disfrutar de una sin la otra sin ningún tipo de problema. Mismos escenarios y apartados visuales para dos modos distintos de disfrutar un juego, con un aceptable resultado final.

Nos meteremos en la piel de Ethan Waber, quien sufre un accidente que le lleva a conocer, sin saberlo, a la gran sacerdotisa que conduce una ceremonia muy importante. Sin embargo, durante dicho evento, algo extraño sucede y la colonia espacial en la que el protagonista vivía con su hermana pequeña sufre un ataque inesperado de unas formas de vida desconocidas.

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La historia se irá complicando y enrevesando a lo largo de las múltiples horas de juego, divididas en capítulos, completando un RPG quizás no del todo original, pero sí entretenido. Tendremos dos armas, una en cada mano, siendo la principal una espada y la secundaria una pistola, con las que defendernos de unas criatura de diseño bastante original y elaborado, mejorando cuanto más avanzado esté el argumento.

Por supuesto, las armas se podrán ir cambiando, siempre teniendo en cuenta nuestras dos manos. Es decir, si nos hacemos con una espada que requiere que usemos ambas manos para agarrarla, no podremos llevar otra cosa equipada. Cada una tendrá sus propias características, tanto en rapidez como en daño causado al enemigo, por lo que cada jugador deberá encontrar el arma que mejor se adecúe a sus preferencias.

Se trata de una historia bastante larga, de unas 40 horas de juego, que consigue entretener y, hasta cierto punto, puede llegar a retener al usuario a los mandos de la consola. En determinados momentos iremos acompañados de otros personajes, formando equipos, y las conversaciones y mensajes de estos serán casi constantes, a veces molestando la visión por ponerse el globo de conversación encima de nuestro protagonista.

Lo primero en este modo es crearnos nuestro personaje. Podremos configurar diversos parámetros, tales como la cara, el color de los ojos, pestañas, cejas y orejas (en caso de que nuestro personaje, tal cual lo estamos creando, tenga), tipo de cabeza, color de la piel o las proporciones que queremos que tenga. Desgraciadamente, no resulta difícil encontrarnos con otros jugadores de aspecto idéntico o muy similar al nuestro, en parte por la limitación a tres razas.

Una vez entramos en lo que es la partida en sí, en el mundo online, nos encontramos perdidos sin razón de ser. Durante un buen rato no sabremos qué hacer, sin llegar a poder determinar hacia dónde deberemos encaminarnos, y preguntándole a la gente qué se puede hacer y por dónde. Muchos estarán igual de perdidos que nosotros, aunque alguno sabrá encaminarnos.

Aquí está uno de los principales factores de interés del juego online, el relacionarnos con otros usuarios y llegar a crear grupos con los que luego saltaremos a las misiones. Contaremos con chat por voz para hablar con ellos, algo que funciona de un modo bastante bueno, aunque a veces ofrezca pequeños fallos de trasmisión, como pueden ser retardos.

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Con nuestro equipo podremos encaminarnos a tan sólo tres áreas: la colonia de los Guardianes, y los planetas Parum y Neudaiz. Algo incomprensible ya que el modo offline goza de un planeta más. Una sola ciudad en cada uno de ellos donde podremos relacionarnos con otros jugadores, comprar mejoras y saltar a las misiones solos o con nuestro equipo.

Las misiones pueden resultar repetitivas por su escasa variedad, además de que los escenarios son bastante similares entre sí. Sin embargo, el juego tiene algo que lo convierte en una experiencia bastante adictiva, que puede conseguir tenernos enfrascados en nuestro intento de conseguir subir niveles o de hacernos con armas más poderosas.

Para terminar, comentar que tenemos nuestra habitación particular, que podremos adornar a nuestro antojo, ofreciendo una personalización mucho más completa de la que podremos realizar en nuestro personaje. Pese a que no estemos ante el MMORPG definitivo, sí que es una interesante alternativa que, pese a su sencillez, puede mantenernos entretenidos durante largas horas.

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Hay algunos detalles que no nos gustaron en exceso, como la gente (personajes no jugables) que habitan las ciudades. De lejos parecen modelados fuertes, pero según nos acercamos se vuelven transparentes, llegando a desaparecer una vez a su lado. Es un efecto extraño que, si bien en el online puede ser justificable, en el modo offline empaña mucho el resultado visual.

En el apartado sonoro nos encontramos con melodías que, pese a no destacar por su virtuosismo y calidad, cumplen con solvencia su papel, ofreciendo un acompañamiento a la acción bastante digno. Los efectos sonoros, por su parte, resultan algo más simplones y faltos de personalidad, sin llegar a hacernos creer del todo que sean sonidos reales o acordes con el movimiento realizado.

Estamos ante un juego largo y lleno de opciones. El modo historia offline nos entretendrá durante unas 40 horas, una duración más que respetable. Si optamos por el universo online, tendremos juego ilimitado, pudiendo unirnos a nuestro grupo y enfrentarnos a las misiones que queramos. Una pena que la variedad de las mismas sea más bien reducida y que acabamos cumpliendo siempre los mismos cometidos.

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