Más medieval, igual de total

The Creative Assembly revisita, por primera vez desde que inició su exitosa serie Total War, un título anterior de la misma: Medieval. ¿Este nuevo es entonces una reconstrucción desde los cimientos del anterior o una mera revisión remozada? Bien, pues tiene más de lo segundo que de lo primero, pero no desdeñemos las numerosas virtudes que el juego atesora porque, desde luego, seguimos estando ante un gran título de estrategia.

En efecto, quienes hayan seguido el devenir de los juegos Total War inmediatamente se darán cuenta de algo: es la esencia de juego de Medieval repintada con las artes que ya se empezaron a usar en Rome. Pero también es cierto que conforme vamos jugando empezamos a observar que el tiempo transcurrido entre ambos programas no sólo ha sido absorbido por el apartado técnico; si bien la jugabilidad sigue siendo fundamentalmente la misma, ésta ha sido enriquecida con algunas nuevas opciones en algunos de sus aspectos.

Que nadie espere, no obstante, cambios radicales o novedades realmente sustanciosas. De hecho, si has jugado al anterior Medieval, todo en este nuevo título te recordará enormemente al sistema de juego y apariencia general del anterior. Para los habituales de Total War poco más hay que explicar, para los demás, decir que seguimos teniendo la misma dinámica de juego, dividida en la gestión estratégica sobre el mapa geográfico y las confrontaciones sobre el campo de batalla.

Sobre el mapa nos toca gestionar nuestras ciudades, decidiendo qué edificios construimos, qué tropas entrenamos, o cómo ajustamos los impuestos; los movimientos y posicionamiento de nuestras tropas; nuestras relaciones diplomáticas, así como las acciones de espionaje y contraespionaje; y también la actividad comercial y la creación de rutas a tal fin.

Ya en el campo de batalla, comienza la que es la auténtica seña de identidad de los títulos de la serie de The Creative Assembly: la apasionante simulación táctica de un combate militar. Ejércitos multitudinarios formados por unidades de todo tipo, batiendo el acero sobre un escenario repleto de recursos tácticos tan importantes, si no más, que los propios soldados que intervienen en él.

La religión sigue teniendo reservado un papel en Medieval II, al igual que en el primero. Cruzadas, Jihad, y la necesidad de complacer a la Iglesia, si tomamos parte en el juego con una facción cristiana, siguen siendo elementos a tener en cuenta e influyentes en el desarrollo de una campaña. Y precisamente por este apartado, podemos empezar a hablar de las novedades más representativas.

Y es que ahora no sólo existe la figura del Papa, sino que podemos participar activamente en la elección del mismo, eligiendo al mismo de entre cuantos cardenales aspirantes existan haciendo carrera por alcanzar el trono papal. Ni que decir tiene que no nos conviene nada que salga elegido un cardenal de una facción enemiga, y lo mucho que nos interesa que sea un cardenal de la nuestra. También están las figuras de la bruja, el inquisidor o el hereje, que pueden influir sobre nuestros clérigos e incluso sobre nuestros generales.

En Medieval II nuestros generales son capaces de construir edificaciones básicas de carácter militar, como fuertes y atalayas, que reportan ventajas tales como dificultar el avance del enemigo por tu territorio o tener una mejor visión del mapa.

La otra novedad destacable es la doble vertiente en la que dirigiremos el desarrollo de cada una de nuestras poblaciones: o desarrollarla como ciudad, o convertirla en castillo. Si se opta por lo primero, conseguiremos mayores recursos económicos y una mayor diversificación en las construcciones y producción de unidades. Si se decide convertir una población en castillo, se conseguirá un emplazamiento más fuerte y difícilmente expugnable, pero a cambio menos versátil y económicamente menos productivo.

En el campo de batalla las cosas siguen más o menos, como estaban, salvo un aspecto gráfico mejorado, claro, que, cómo no, conlleva una merma de rendimiento no sólo respecto del primer Medieval, por supuesto, sino también respecto de Rome.

En cuanto al apartado visual, sobre el mapa geográfico se observa la mejora, con respecto al primer Medieval, inspirada por Rome, donde nuestras unidades gozan de animaciones y el propio terreno es cambiante según la estación del año, sobre el que se pueden ver ríos que fluyen y árboles que se balancean por el viento.

En la batalla, se hace uso de shaders, que incrementan notablemente el realismo del escenario cuando la perspectiva de la cámara se acerca al suelo. También se ha incrementado algo el detalle de las unidades, y ahora tenemos incluso un par de modelos gráficos por cada tipo de unidad, de modo que no tendremos un ejército de clones sino que, dentro de un mismo tipo de unidad, nos encontraremos con soldados que exhiben un atavío, montura o rostro diferentes.

Los elementos del escenario no han sido olvidados en esta labor de mejora, y ahora las ciudades son más amplias, tienen mayor número de construcciones, y las mismas son más complejas en su estructura y sus texturas más detalladas. Los árboles, por ejemplo, también son uno esos objetos que muestran una mejoría notable con respecto a entregas anteriores de la serie, siendo ahora más diversificados en sus formas y realistas.

También se han mejorado y diversificado las animaciones durante el combate, de tal modo que, sin llegar al punto de que merezca la pena detenerse a observar cercana y detenidamente un enfrentamiento cuerpo a cuerpo, sí es apreciable el trabajo realizado al respecto.

Resumiendo, que técnicamente muestra un buen nivel, sin entrar en lo espectacular, pero notable tratándose de un juego de estrategia.

Medieval II ofrece como modos de juego Las batallas rápidas, batallas personalizadas, la batalla histórica -que pretende recrear algunas batallas reales-, y la Gran Campaña, que es la razón de ser del juego, la que lo explota por completo, y la que se desarrolla a lo largo del periodo histórico al que se ha hecho referencia antes.

En el multijugador tomaremos parte en partidas en red local así como sobre Internet, con hasta un máximo de ocho jugadores, pudiendo personalizarlas o bien elegir directamente jugar un tipo de partida ya predefinido.

El juego se desarrolla sobre dos espacios fundamentales: el mapa geográfico y el escenario de batalla. Sobre el primero, como ya se ha dicho, tiene lugar la gestión de las ciudades, los movimientos de tropas y las actividades diplomáticas y de comercio. La mecánica de ello bien se puede intuir: es necesario ir ampliando nuestra ciudad con nuevas construcciones, que nos darán acceso a otra mejores, que a su vez permitirán el entrenamiento de más y más avanzadas unidades, tanto militares, como las destinadas a la diplomacia, espionaje, religión o comercio.

Sobre el campo de batalla el juego despliega su auténtico rasgo definitorio, que a fin de cuentas no es el de la gestión, sino la de la táctica del combate militar. Hasta 10.000 unidades simultáneas, tanto de infantería, como de caballería o artillería, pueden verse luchar en un enfrentamiento Total War.

Las variables que se tienen en cuenta para recrear una batalla van desde las más obvias del tipo y número de unidades o la formación del ejército, hasta otras como la orografía del terreno, la meteorología, el nivel de mando de nuestro general o el estado físico y anímico de las tropas, entre otros. Todo ello depara enfrentamientos espectaculares que pueden llegar a ser maratonianos, en especial cuando los ejércitos de uno y otro contendiente son numerosos, o el terreno ofrece dificultades adicionales, como la necesidad de atravesar puentes.

c o n c l u s i ó n

En definitiva, que las pequeñas novedades y ampliación de opciones se encuentran prácticamente en todos los ámbitos del juego, pero sin que sean de un calado enorme para la jugabilidad.

Como se ha dicho más arriba, el aspecto y la mecánica de juego de Medieval II son perfectamente reconocibles por cualquier jugador que haya visitado su primera entrega, pero en modo alguno significa esto que carezca de interés para él, puesto que la esencia Total War sigue intacta. Pero, sin embargo, sí implica que ha de considerar si merece la pena el desembolso por otro programa de esta serie de estrategia que, en esta ocasión, es más una puesta al día -buena, eso sí- de algo a lo que ya había tenido la oportunidad de jugar, que un título novedoso y refrescante para dicha serie.

Si te encanta la serie Total War tal y como estaba hasta ahora y quieres más de lo mismo -que no es poco- conformándote con unas cuantas opciones y posibilidades más, Medieval II colmará tus requerimientos, porque, insisto, este juego rezuma espíritu Total War por los cuatro costados.

Si, por el contrario, demandas un paso significativo en el recorrido de la serie, has de saber que Medieval II no lo da. Ese paso ha de ser el combate naval a la misma escala que el terrestre. Entonces y sólo entonces tendremos un Total War perfecto. Seguiremos esperando.