Liberado del yugo que lo mantenía preso, Orochi ha vuelto a desatar su maldad sobre los pueblos de Nippon. Okami Amaterasu es la última esperanza que queda para acabar con el maleficio que ha sumido al país en la más profunda oscuridad. Con la ayuda de su inseparable compañero Issun, la diosa del sol devolverá la vida a sus parajes y habitantes a golpe de pincel durante esta maravillosa aventura. "Érase una vez, en un tierra muy lejana, existía una pequeña aldea llamada Kamiki. Cuenta la leyenda que una horrible bestia amenazó a sus habitantes, pero también cuenta que hubo un lobo que lo arriesgó todo con tal de protegerlos...". Con este universal recurso literario comienza una jovial fábula de tintes ecológicos ideada por Hideki Kamiya.
Probablemente pocos aficionados conozcan a este peculiar autor japonés, dado que no le gusta prodigarse en los medios y acaparar atención alguna. Sin embargo, las obras que ha dirigido durante la última década no han podido ser más elocuentes y clarificadoras en lo que respecta a su capacidad y a su actitud a la hora de crear videojuegos. Resident Evil 2, Devil May Cry, Viewtiful Joe y la obra que nos ocupa, Okami, hablan de versatilidad, de arrojo tanto en el ámbito visual como el plano jugable, de éxito pero, por encima de todo, hablan de calidad. Esa ha sido la constante más importante de toda su trayectoria. Kamiya garantiza calidad, una calidad endulzada con grandes dosis de inventiva. Pocos autores, conocidos o celosos de su anonimato, pueden estar orgullosos de haber conseguido tal empresa. Pero no nos desviemos en exceso del que es hasta ahora su trabajo más personal, una fábula llena de animales y personas entrañables que deja bien a las claras sus intenciones didácticas y su moraleja final, sin abandonar un tono socarrón que nos hará esbozar más de una sonrisa. Narrada por la pluma del propio Kamiya, describe esta historia en sus primeras páginas la increíble hazaña lograda por un enigmático lobo, a quien los aldeanos de Kamiki llamaron Shiranui, y el héroe de ésta villa, el gran guerrero Nagi, al acabar con Orochi, la gran bestia de ocho cabezas.
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Pero el paso de los años pronto hizo olvidar a los aldeanos estos acontecimientos y su respeto para con los dioses que una vez les protegieron. Y el olvido se transformó en osadía cuando, cien años más tarde, unas manos no demasiado inocentes deshicieron la prisión que retenía al pérfido Orochi, liberando así nuevamente su maldad por todo el país. Con sus últimas gotas de energía, Sakuya, el hada del bosque, devolvió la vida a la diosa Okami Amaterasu, a quien los habitantes de Kamiki conocieron y veneraron una vez como Shiranui.
Jugando a ser artista La narración de esta fábula, su desarrollo, su estructura guarda no pocos símiles con otra gran obra conocida por todos: la saga Zelda. De hecho, resulta bastante sencillo establecer paralelismos entre ambos estilos. Desde su estructura general divida en mazmorras repletas de puzzles, hasta la interacción con los aldeanos de los distintos pueblos, que nos harán vivir pequeñas aventuras para resolver sus problemas del día a día. Kamiya y su grupo de planificadores han captado a la perfección las directrices de esta gran saga épica de Nintendo y las han moldeado según sus necesidades para lograr un producto nuevo, que no reniega en ningún momento de su brillantísimo origen. Y el principal elemento que le permite distanciarse lo suficiente como para erigirse en una obra de entidad propia es el pincel celestial. Se convertirá en un pieza clave no sólo para resolver todos los puzzles, sino también en nuestros enfrentamientos con los diablillos que pueblan el mundo de Okami.
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Hacer uso del pincel implicará dibujar sobre un rollo de pergamino, que en nuestro caso contendrá una instantánea en sepia de lo que está sucediendo en pantalla. Con la imagen congelada se podrán aplicar multitud de trazos o técnicas que nos permitirán modificar nuestro entorno o infligir ataques certeros a nuestros enemigos. Para ilustrar mejor su manejo, nos serviremos de uno de nuestros principales deberes para con el país de Nippon: recuperar la flora, insuflar nueva vida a la naturaleza. Durante los primeros compases de la aventura, el dios Sakigami nos enseñará el poder de la floración. Gracias a esta habilidad podremos hacer florecer, por ejemplo, los árboles marchitos. Bastará con pulsar el botón para congelar la imagen y lograr así una instantánea donde aparezca el árbol, dibujar un círculo sobre sus ramas marchitas y, al descongelar, asistiremos a unasecuencia en la cual veremos como recupera su frondosidad perdida. Aplicada esta técnica sobre los grandes árboles que protegen las distintas regiones, conseguiremos ahuyentar la oscuridad y el poder de Orochi de ellas. A pesar de todos estos esfuerzos, aún tendremos que vernos las caras con sus secuaces. Vagabundean por el país de Nippon en forma de rollos de pergamino y pequeños templos que al contacto nos trasportarán a una dimensión demoníaca de diseño circular, donde se producirá el combate propiamente dicho. Para salir airosos, deberemos combinar los ataques que podremos realizar con las dos armas que llevemos equipadas en conjunción con técnicas ofensivas y defensivas dibujadas con el pincel celestial. El proceso para aplicar dichas técnicas es completamente análogo al explicado líneas más arriba. Y éstas son de los más variadas: dibujar líneas rectas para aplicar un tajo certero a nuestros enemigos, dibujar puntos sobre el suelo para hacer crecer árboles que harán las veces de barreras defensivas, pintar la silueta de una bomba para crear una real, etc. Tampoco debemos olvidarnos de las ventajas que nos puede propiciar una correcta colocación de las dos armas pues, en función de su posición como primarias o secundarias, podremos obtener combinaciones de golpes únicas.
Algunas de estas armas, además, nos otorgarán nuevas técnicas para el pincel celestial, como las balas de tinta, que nos permitirán agujerear a un enemigo a balazos dibujando pequeños puntos sobre su cuerpo. Asimismo, la última estocada asestada a cada enemigo será vital para conseguir jugosas bonificaciones, pues existe un golpe adecuado para acabar con cada uno de ellos. Por último, al final de cada combate, se nos detallará el número total de monedas conseguido en función tiempo empleado, la vida perdida y el dinero extra recogido tras la muerte de los diablillos. Alejándonos un poco de los momentos más frenéticos del juego, descubriremos el gran aspecto social que posee Okami. Toda interacción con los habitantes de Nippon se centrará en facilitarles la vida o resolver los problemas presentes en sus quehaceres diarios. Nuestro objetivo es hacer y repartir el bien. Desde ayudar a una pequeña viejecita a tender y secar sus ropas hasta alimentar a unos jabalíes que habitan en el bosque o hacer florecer todos los árboles marchitos de una población. A menudo, estas pequeñas acciones constituirán mini aventuras que podremos completar al margen de la historia principal y, en algunas ocasiones, serán vitales para seguir avanzando en nuestra particular odisea.
Estos últimos casos implicarán atravesar mazmorras con un diseño inteligente y llenas de ingeniosos, aunque algo sencillos, rompecabezas. La consecución de estas buenas acciones nos otorgará puntos de divinidad, pues la fe de los humanos y el aprecio de los animales y la flora hacia los dioses aumentará. Estos puntos podremos distribuirlos para aumentar nuestra vida, la cantidad de contenedores de tinta, el tamaño de nuestra bolsa de dinero, etc. Como suele ser habitual, a lo largo de nuestro periplo por Nippon, iremos obteniendo nuevas técnicas para el pincel celestial con cada constelación que aprendamos y, por supuesto, nuevas armas que también podremos ir mejorando con determinados productos. De esta forma, las posibilidades de juego tanto a nivel de rompecabezas como de combates irán aumentando de forma progresiva, con todas las ventajas que ello conlleva.Sin embargo, se ha de notar que, si bien las mecánicas que sirven de base a Okami no podrían estar mejor construidas, su implementación quizás peca de excesiva sencillez, son permisivas en exceso para con el jugador. Una dificultad un poco más ajustada habría terminado de poner la guinda a este sabroso pastelIngenio oriental La fastuosa caligrafía de esta fábula, su armonía, se debe a una banda sonora de corte puramente oriental, como no podía de otra manera. Aunque su instrumentación no es muy compleja por normal general, su carácter melódico y el exotismo que aportan los instrumentos empleados convierten a esta decisión estilística en una elección natural. Tampoco conviene desdeñar su extensión pues no hace nada más que acentuar la enorme variedad que atesora su repertorio. Facilita mucho las cosas el hecho de que Okami albergue tal cantidad de registros en su interior. Es capaz de pasar de la comedia al drama o del drama a la épica sin despeinarse. Y su acompañamiento musical no podía ser menos, para mayor júbilo de los usuarios.
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Aunque los efectos de sonido poseen una calidad innegable, su brillante acabado técnico queda relegado a un segundo plano al destaparse como auténtica protagonista su magnífica implementación. Y por implementación hacemos referencia, por ejemplo, al curioso doblaje que presentan todos los diálogos. A medio camino entre balbuceos y graznidos, los habitantes de Nippon nos espetarán sus alegrías y pormenores sirviéndose de una jerga ininteligible que garantiza una comicidad constante. Con este recurso tan simple, los diseñadores han logrado que el peso dramático de sus líneas de dialogo recaiga por completo en la cadencia y entonación, acercando a Okami al humor de los sketches animados que abundaban en televisión décadas atrás. Otro graciosa muestra de este buen hacer lo encontramos en los intermitentes pitos de locomotora que se pueden escucharcuando un personaje muestra un cabreo bastante aparente. Sinceramente, la lista de aciertos como los citados en líneas anteriores es interminable. Los técnicos de sonido han realizado una labor digna de mención y resulta refrescante comprobar cómo los recursos sonoros pueden buscar complicidad con las imágenes más allá de la pulcritud técnica. Deberían tomar nota bastantes desarrolladores.
Marcando estilo Los pinceles que dan vida a las ilustraciones y letras capitulares que encontramos en la fábula de Amaterasu siguen las directrices de una técnica pictórica que los monjes budistas zen introdujeron en Japón a mediados del siglo XIV. Conocida como Sumi-e o Suibokuga, esta técnica de dibujo monocromática en tinta se funde en Okami con un exquisito y resultón tratamiento del color para dar vida a uno de los universos más auténticos, fieles e inusuales de todos los creados hasta ahora en la corta historia de los videojuegos. No podría haberse concebido un estilo más apropiado para esta fábula profundamente enraizada en la mitología y religión oriental. Y sería de necios negar la maestría desplegada a la hora de plasmarlo en un medio interactivo. Al contrario que en otras intentonas realizadas con anterioridad, aquí se puede hablar sin tapujos de auténticos "cuadros" en movimiento. Como obra de su época, Okami también ha absorbido influencias de otros medios de expresión actuales, en especial, del mundo del cómic. Desde un primer instante nos será fácil divisar globos de diálogo, con signos de exclamación, de interrogación, etc. Y, por supuesto, gags visuales como pequeños nubarrones que descargan lluvia intensa sobre personajes apesadumbrados; habitantes que desprenden retahílas de corazones como muestra de aprecio o nubes de humo como muestra de enfado, etc. Potencian una forma de expresión que se complementa a la perfección con el espíritu afable y distendido que ofrecen las situaciones y diálogos en los que nos veremos inmersos. En ningún momento se nos antojarán fuera de lugar pues su comunión con el resto de recursos visuales es innegable.
En lo que respecta a aspectos técnicos propiamente dichos, los programadores de Clover han realizado una labor excelente, en líneas generales. La estética de la técnica Sumi-e está retratada de forma excepcional, con modificaciones en tiempo real del grosor de las líneas en función de la perspectiva, multitud de elementos en pantalla, texturas de calidad notable, etc. Con todo, no está exento de alguna que otra carencia digna de mención. La más llamativa es una creación de geometría demasiado aparente cuando Amaterasu corre a máxima velocidad. El otro punto negativo lo provocan algunas ralentizaciones puntuales aquí y allí. Estos defectos no llegan a empañar su calidad técnica pues se ven ensombrecidos por el buen hacer de sus aciertos, pero afean un apartado que podríamos tachar de cercano al sobresaliente.
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Okami es un título donde confluyen y conviven tradición y audacia en una simbiosis perfecta. También constituye una nueva muestra de la versatilidad de su creador ¡Cómo si a estas alturas tuviera que demostrarnos algo! Respira amor, respeto y dedicación en la práctica totalidad de sus apartados. Desde luego, y a tenor de estas primeras impresiones, se ha convertido desde este mismo instante en una de las últimas grandes joyas que va atesorar Playstation 2. Estamos seguros de que va a hacer las delicias de muchos seguidores cuando aterrice en el viejo continente durante los primeros meses del año que viene.
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