Más monos que nunca

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Aiai, Meemee, Gongon y Baby se han embarcado en un nuevo viaje no apto para personas con vértigo. Con pocas novedades en cuanto al sistema de juego, lo más relevante de este título en el manejo de la dirección de nuestro simio mediante la pantalla táctil, que difiere sensiblemente de como estamos acostumbrados a hacerlo con una palanca analógica.

Otro aspecto interesante es el apartado multijugador, que hace un buen uso de las capacidades inalámbricas de la consola y resulta muy variado y entretenido. Se disfruta casi tanto como en el modo individual.

g r á f i c o s

Super Monkey Ball no pasará a la historia de Nintendo DS como uno de los juegos con mejor aspecto visual, aunque por suerte tampoco como uno de los que peor se muestran a nuestros ojos. El diseño de los niveles es muy básico, suelos llenos de cuadraditos de colores, bonitos fondos bidimensionales y poco más, es decir, a lo que estamos acostumbrados en esta saga.

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El modelado de los objetos es lo suficientemente completo para no mostrar demasiadas aristas, mientras que nuestros monitos en esta ocasión no pasan de simples dibujos animados planos tanto en la pantalla superior como en la inferior. Todo el conjunto se mueve con fluidez y, pese a la conocida falta de filtros gráficos en DS, el juego no se presenta muy pixelado.

No hay más que reseñar, ya que si por algo se han caracterizado las distintas versiones de Super Monkey Ball, desde luego nunca ha sido por sus gráficos. No esperéis cosas como potentes efectos de partículas o luces y sombras en tiempo real, porque no las hallaréis. Se trata sencillamente de un juego alegre de vistosos colores, con una ambientación más que suficiente para un título en el que tenemos que controlar unos monos dentro de unas bolas, algo un tanto peculiar.

m ú s i c a   y   s o n i d o  F X

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La banda sonora de Touch & Roll da todo lo que se espera de ella: melodías videojueguiles sonando continuamente, pegadizas y que no llegan a hacerse repetitivas, con un estilo muy similar a la época de los 8 y 16 bits.

Los efectos de sonido son bastante divertidos y desenfadados, aunque su variedad brilla por su ausencia, limitándose casi exclusivamente al deslizar de la bola y la recogida de plátanos, aunque algo mejor en los minijuegos.

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En primer lugar hay que decir que el juego no detecta movimientos relativos, sino posiciones absolutas. Eso quiere decir, que según donde pongamos la punta del lápiz respecto al centro de la pantalla, nuestro simio avanzará en ese sentido y a una determinada velocidad, mayor cuanto más lejos, independientemente de si lo hemos deslizado desde otra posición o lo hemos puesto ahí directamente.

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Es por ello que se puede alcanzar un mayor grado de precisión que con una palanca analógica, dado el mayor recorrido. Pero al principio es más costoso y puede resultar más complejo, requiriendo más tiempo para adaptarnos. En contra también se puede decir que es más difícil hacer movimientos rápidos en caso de necesitarlos. Por lo que la conclusión es que no se trata de un sistema mejor o peor, sino sencillamente distinto y un nuevo reto para los aficionados a esta serie.

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Por otro lado, si lo deseamos, también podemos hacer uso de la cruceta. De hecho, no sería el primer Super Monkey Ball que implementa este sistema de control, pues las versiones para Game Boy Advance y N-Gage lo requerían. Aunque no es muy recomendable, sobretodo porque elimina la mayor novedad (y casi la única) que incluye Touch & Roll.

El juego se divide en 10 mundos, cada uno de ellos con 10 fases distintas,así que en total hay 100 puzzles diferentes, a cada cual más complejo y divertido. Se puede decir que aproximadamente la mitad de ellos son nuevos mientras que el resto ya los hemos visto muy similares o idénticos en anteriores entregas.

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A causa de esto no hay grandes sorpresas en este aspecto y produce sensaciones muy similares a las versiones de sobremesa. El objetivo es el mismo, atravesar cada nivel recogiendo el mayor número de plátanos posibles sin caernos y llegar a la meta. Si te gustaron, Touch & Roll también lo hará, si las destestaste, no esperes reconciliarte con la saga gracias a este título.

Por último, comentar que se han mantenido las fases de bonus intercaladas y hay que destacar que es relativamente sencillo conseguir muchas vidas, por lo que podemos tener muchas oportunidades para afrontar los retos más complicados con garantías de éxito.

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Los cuatro ya conocidos han sido rediseñados ligeramente y potenciados con más circuitos o escenarios, para así aprovechar las posibilidades innovadoras de la portátil de Nintendo. Carrera consiste en una competición al más puro estilo Mario Kart en la que podemos lanzar objetos a nuestros rivales, lucha nos sitúa en un ring con un enorme guante de boxeo con el que tenemos que intentar lanzar fuera del mismo al resto de participantes y minigolf y bolos son lo que su propio nombre indica, ambientados por supuesto en este título.

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Hockey es probablemente el que mejor se aprovecha de la plataforma sobre la que funciona. Similar al zig zag que podemos ver en salas recreativas, debemos dibujar una línea con una tinta finita que posteriormente usamos para golpear el disco. La misma se controla pinchando sobre ella y moviéndola a través de la pantalla inferior, intentando meter gol en la portería superior.

Se pueden activar varios objetos distintos, tanto positivos como negativos para nosotros o nuestros contrincantes y jugar tanto individual como a dobles. Y en este último modo hay que tener cuidado porque ambos compañeros comparten la misma tinta y hay que repartirla equitativamente.

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Batalla es un minijuego inspirado en juegos de disparos en primera persona como Quake o Unreal. En un pequeño laberinto nos tiramos todo tipo de variopintos ataques, como bananas o tartas, para intentar ser en cada ronda el que más veces ha matado a alguien. El control es algo confuso al principio pero con un poco de práctica en seguida nos hacemos con él.

Todos estos minijuegos pueden ser también disfrutados en multijugador inalámbrico de hasta cuatro personas, cada una de ellas con su propio cartucho. También existen opciones, pero más limitadas, con una única tarjeta. Gracias a esta opción la vida de este título se alarga enormemente.

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El problema es que no pasa de ser un Super Monkey Ball más, probablemente a la altura del resto, pero no sobresaliendo, lo cual en realidad no es poco. Por ello, probablemente los únicos alicientes que encontrarán los ya poseedores de alguna de las versiones de sobremesa será el nuevo reto que supone adaptarse al control mediante la pantalla táctil y un apartado multijugador muy potenciado.

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En cambio, para todos aquellos que aún no hayan tenido ocasión de probar esta curiosa serie, es una buena ocasión de acercarse a ella de una forma diferente.

Por último, y como curiosidad antes de cerrar este análisis, reseñar que el menú está muy bien realizado, resultando muy evidente qué estamos eligiendo sin necesidad siquiera de leerlo.

l o   m e j o r

l o   p e o r