Un regreso agridulce

Recibimos con los brazos abiertos la noticia del desembarco de Suikoden IV en nuestras costas y hoy, tras haber finiquitado el juego, estamos en condiciones de presentaros su correspondiente análisis con la versión definitiva en nuestro poder. Han sido 27 horas y 35 minutos de juego oficial para completarlo casi casi al 100% y, aunque es posible rejugarlo, poco nos llama a hacerlo de nuevo.

La ya conocida leyenda china de los 36 héroes celestiales y los 72 terrenales, que juntos forman las 108 estrellas del destino, vuelve a estar presente en la saga. En esta ocasión, si Suikoden III acontecía 15 años antes de Suikoden II, la cuarta parte se sitúa cronológicamente alrededor de 100 años antes del primer título original, lo que a efectos prácticos significa bien poca cosa.

Un cadete del ejército de Obel está a punto de graduarse junto con sus compañeros Snowe, Tal, Kenneth y Paula. Durante una misión de patrulla rutinaria sucede un enfrentamiento con el pirata Brandeau, que posee una misteriosa runa atada a su mano: la Runa del Castigo. La maldición de esta runa es que, a medida que se hace uso de ella, va consumiendo la vida de su portador hasta que el huésped muere, tras lo que de forma aleatoria invade a otro. Eventualmente, como era de esperar, nos toca a nosotros llevar esa pesada carga.

A pesar de que se ha optado por no incluir la excelente mecánica del sistema 'trinity' de Suikoden III (recordemos 3 historias independientes que acababan convergiendo en un punto), la verdad es que la narración consigue mantener el interés del jugador; no obstante debo admitir que su desarrollo es considerable menor en cuanto a duración que su predecesor y su profundidad, desgraciadamente, también.

Nuestro periplo consistirá en recorrer de cabo a rabo el mapa bien a pie o en barco a través de la historia principal o, al no haber sidequests, decidirnos por recopilar el máximo número de personajes posibles (estrellas del destino) o, dado el caso, llegar a dominar la multitud de minijuegos que Konami ha puesto a nuestra disposición, algunos de ellos muy dignos de mención y tremendamente adictivos.

Una imagen vale más que mil palabras, así que podéis ir echando un vistazo a los pantallazos que adjunto para comprobar que el juego, todo y no ser desagradable para la vista, no está al nivel de los títulos más recientes ni de lejos, prácticamente a ninguno de los niveles. Tanto si nos ponemos a contar polígonos, observar texturas o comprobar la cantidad y la calidad de las animaciones faciales y corporales, veremos que hay gran cantidad de espacio para la mejora.

Si bien el diseño de los escenarios se me antoja correcto, en la mayoría de los casos existe muy poca variedad y dado que infinidad de combates se producen en el mismo sitio (el barco), puede acabar resultando monótono en ese sentido. La paleta de colores escogida, al igual que en Suikoden III es muy viva pero no consigue dar un toque de 'realidad' al juego y al mismo tiempo es inapropiada para un estilo de cómic.

En ocasiones las localizaciones incluso destilan bastante falta de inspiración, como por ejemplo en las mazmorras, o simplemente no se han aprovechado todo lo que se podría. Si nos ponemos a echar cuentas, la cantidad de lugares distintos que podemos visitar es bastante limitada y los enemigos suelen reciclarse con distintos colores para evitar tener que usar modelos diferentes. Así, durante nuestros periplos encontraremos bolas de pelo de varios colores, mil tipos de ardilla y rayas manchadas cuya única distinción es el número de puntos de vida que atesoran.

La escenificación de las magias tampoco es que sea nada del otro jueves, cuando precisamente podría habérsele dado un toque carismático mucho mayor. En algunas CGs sí podemos apreciar el verdadero poder de la runa del castigo, cosa que en el juego (al margen del daño causado) no vemos. Existen algunos efectos chulos (la 'estampida', por ejemplo y algunos combos como el 'ataque ninja verdadero'), pero a nivel global no es un título que nos haga abrir la boca contínuamente.

Tras 'La Mer', la canción que abre la intro y que se me antoja muy bien orquestada y adecuada a lo que vemos en pantalla, el apartado sonoro tampoco es nada del otro jueves. Hay un porcentaje considerado de diálogos que están doblados al inglés y todos los textos están en castellano, pero no soporto ver como nuestro héroe no articula palabra ninguna en todo el juego. Los efectos sonoros no están mal pero, de nuevo, no sobresalen en ningún aspecto concreto.

Ahora bien, consigue su objetivo? Bueno, a medias. Bajo mi punto de vista, y tal y como está el panorama de títulos de hoy en día, para que un juego te motive a jugarlo durante más de 15 horas tiene que tener un algo, un no-se-qué, que te empuje a irlo jugando y no abandonarlo en la estantería: una buena historia que convenza, un buen ritmo de progreso y, por encima de todo, que NO sea tedioso. Suikoden IV es tedioso.

El principal problema es que, para ir en barco de Mordo a Nay (a menos que tengamos a Viki en nuestro equipo, que tiene la habilidad de teletransporte y una estrella MUY recomendada de reclutar) conlleva la friolera de 11 combates 'aleatorios'. Y a lo mejor solo vamos a Nay a comprar un item que sabemos que es más barato allí para venderlo de nuevo en Mordo… tras lo que necesitaremos 11 combates más para el camino de vuelta. 22 combates para el trayecto Mordo - Nay - Mordo no es exagerado: es abusivo.

Hay una tremendidad de combates que, además, no dependen del nivel de tu personaje con lo que, muchas veces y a partir de nivel 35, serán batallas en las que ejecutaremos el comando 'automático' para que golpee una sola vez y listos. Y no nos dé experiencia. Y eso conociendo el camino de antemano, porque si tenemos que buscar Nay por nuestra cuenta y no sabemos por donde empezar, de 50 combates no bajamos. Y todos en el barco.

Esta dinámica condiciona mucho la experiencia de juego, la verdad. Básicamente nos encontramos con un grupo de hasta 4 luchadores simultáneos (más 1 de soporte) para entrar en lucha; las acciones habituales están disponibles, tales como luchar o defender, intentar la huida o utilizar un objeto. Cuando dos jugadores son 'compatibles' (Snowe y el protagonista, Mizuki y Akhagi, Kika y el héroe) pueden realizar combos, y la opción 'estampida' permite un ataque de confianza del grupo a todos los enemigos.

Por supuesto está el tema de la magia, transmitido por Suikoden IV como las runas. Las runas se compran en esferas selladas en cualquier tienda y sólo allí se pueden poner y quitar de los personajes (por cierto que Jeanne, la 'rune master', está muy bien conseguida). A medida que nuestro personaje gana nivel puede ejecutar más cantidad y mejores ataques, ya que cada runa permite un máximo de 4 niveles. Algunos personajes tienen runas especiales que no pueden comprarse y otras deben 'pescarse'.

Lo mismo sucede con el equipamiento; si conseguimos las 108 estrellas y queremos equipar al máximo todas las jugables, id preparando el billetero. La mayoría de las armas pueden subirse hasta 16 niveles, dependiendo de si le hemos proporcionado al herrero el martillo que necesita. Por supuesto hay montones de accesorios y, como dije antes, el comercio a nivel más básico (compro aquí por 10, vendo allí por 30) es pieza importante para conseguir aumentar nuestras arcas (siempre y cuando tengamos teletransporte, si no no vale la pena).

Al margen del combate principal está la batalla naval, algo que en casi ningún momento supondrá un problema para nosotros (exceptuando 1 ocasión) si tenemos dos dedos de frente. En estas situaciones, un mapa cuadriculado sirve de tablero para, de nuevo por turnos, decidir la configuración, movimientos y acciones de la nave; la clave es saber usar los cañones de runas que se disparan entre sí los barcos, el arma por antonomasia, que siguen una especie de correlación elemental de fácil deducción que no conlleva mayor problema.

Los combates de 'uno contra uno' son probablemente el único momento en que verdaderamente estaremos con posibilidades de perder la partida. En dichos combates existen tres posibilidades a escoger: atacar, defender o ataque especial. Funciona como una especie de piedra-papel-tijera, con la salvedad de que el enemigo siempre ataca primero y debemos deducir su acción a través de la frase que suelta antes de actuar: 'Voy a terminar esto de una vez por todas' significa un ataque especial, mientras que 'Veamos que tal lo haces' significa que se protegerá.

Aparte de todo esto hay numerosos mini-juegos que pueden entretenernos un buen rato. Desde jugar a la peonza a un '51', un juego de dados, un juego de hacer tríos con fichas, capturar ratones o incluso la pesca (bastante más importante de lo que parece) servirán no solo para alargar la vida útil de Suikoden sino para conseguir utensilios de otra forma imposibles de obtener. Y dinero, claro. Un consejo gratuito: lanzad la red en los alrededores de Nay, esperad 10 minutos y recogedla. Cortesía de Motenai.

Obtener todo lo que se puede conseguir en Suikoden IV sin una guía es muy complicado. Tan solo la mitad de estrellas del destino se unirán a nosotros de forma automática: la mayoría hay que buscarlas. Y para eso hay que patearse el mapa; y patearse el mapa significa 2 millones y medio de combates. Por otro lado, hay muchos mapas del tesoro que encontrar y que sólo con René en el grupo (por cierto, está en la isla Donut) nuestra búsqueda fructificará. En fin, que hay cosillas por hacer… si se quiere.

Pero lo que es finiquitar la historia principal es algo que puede hacerse sin dificultad en 20 horas. Los personajes de nivel bajo suben muchos niveles de golpe y se sitúan a nuestra altura, sea cual sea la diferencia en apenas un par de combates (menos mal!) y en realidad la obtención de los extras es opcional. Los minijuegos, sin embargo, sí pueden acaparar buena parte de nuestra atención en un momento dado.