Stronghold 2
A lo largo de la historia de los videojuegos ha habido varios títulos que situaban al jugador en la piel de un señor feudal con el objetivo de construir un castillo y defenderlo. El primer Stronghold introdujo la estrategia en tiempo real en este subgénero y esta segunda parate nos ofrece aún más novedades. ¿Quieres descubrirlas?
Cuando oí hablar del primer Stronghold, pensé que era un remake de aquel juego en el que controlabas a varias razas fantásticas (elfos, magos, etc) y que consistía en ampliar tu imperio derrotando a las fuerzas del mal. Pese a la desilusión que sufrí al enterarme de que no era así, ésta se trocó en curiosidad por ver de qué iba el juego de FireFly Studios.
El nuevo Stronghold te permitía construir un castillo y gestionar la economía asociada a él, además de defenderlo contra los invasores para pasar a continuación al ataque. Seguro que los más veteranos estáis pensando en aquel Castles de Interplay, pero el nuevo juego añadía a la gestión del castillo un género tan popular como la estrategia en tiempo real.
Con una premisa tan convencional, el primer Stronghold y su expansión se convirtieron en todo un éxito de ventas y como suele suceder, eso dio lugar al desarrollo de una segunda parte, cuya principal novedad (que no la única) es el paso a las 3D.
El nuevo motor gráfico del juego nos permite ver nuestro castillo desde cualquier ángulo posible, ya que dispondremos de total libertad para orientar la cámara, pero quizá lo más curioso es que podemos ver los edificios por dentro, lo que nos ofrece la posibilidad de ver a los soldados haciendo sus rondas por las escaleras en el interior de las torres, pero también cómo se prepara la comida en la cocina o los aposentos de la reina. Gracias al modelado poligonal, se ha aumentado la variedad de personajes que pululan por la pantalla, así como sus animaciones, recreando fielmente la vida en el medioevo.
Y ya que había un motor 3D, ¿por qué no aprovecharlo para mejorar los asedios? Pues así ha sido. En esta secuela, la única manera de conquistar castillos es con máquinas de asedio, como catapultas o trebuchets, que podrán derribar las murallas del castillo con rocas y fuego griego. Una vez que tengamos paso libre, podremos lanzar a nuestra infantería y caballería a través de la brecha para llegar hasta la torre señorial y ver cómo se combate escalera por escalera, recinto por recinto. Además, como es lógico con el cambio a las 3D, la influencia del terreno en los combates es mucho mayor: unos arqueros sobre una colina tendrán mucha mayor ventaja que si disparan en llano, por ejemplo. Y no penséis que con el cambio de motor gráfico se ha perdido calidad, al contrario. Los vídeos que hemos podido ver del juego así lo demuestran, pudiendo ver los árboles en movimiento, escaramuzas en las escaleras de las torres, las murallas desapareciendo en una nube de polvo o los soldados que atienden las catapultas cortando la cuerda para lanzar sus proyectiles.
Pero como no sólo de gráficos vive el jugador, FireFly ha añadido nuevas opciones de juego y ha mejorado la gestión económica. Respecto al primer punto, ahora habrá dos campañas diferentes para jugar en solitario. La campaña puede transcurrir de la misma forma que en el juego original: deberás luchar contra tus adversarios, defender tu castillo y asediar los del resto de señores. Pero también podremos disfrutar de una campaña más basada en el poder económico, sin tener que preocuparnos todo el rato del combate y enfocando nuestros esfuerzos a conseguir un pueblo auto suficiente y estable. También dispondremos de un modo libre, en el que podremos jugar a nuestras anchas sin tener que cumplir una misión específica.
Pero quizá el modo más interesante de juego sea el modo Kingmaker. Cuando juguemos de esta forma, no sólo tendremos que construir y defender nuestro propio pueblo, sino también expandir nuestra influencia a otras tierras. Los mapas pertenecientes a este modo de juego están divididos en territorios que tienen aldeas y castillos, habiendo dos formas de conquistar estas nuevas tierras: mediante el Honor o con la conquista.
En cualquier caso, nuestras nuevas tierras producirán comida y materiales que llegarán a nuestro castillo, contribuyendo a enriquecer nuestras arcas. Evidentemente, tendremos que defender estas nuevas posesiones, así como las caravanas hacia nuestra fortaleza con los recursos recolectados, un blanco muy apetecible para nuestros enemigos. Por si fuera poco, en este modo puede haber misiones secundarias que nos hagan repartir esfuerzos entre éstas y la principal, como rescates de doncellas de las manos de bandidos o cosas así.
Cuando juguemos a este modo en multijugador, cada participante empezará en una parte del mapa y tendrán que construir rápidamente sus castillos para empezar a ganar puntos de Honor y poder así ganarse el favor de las tierras cercanas. Una vez que todas las tierras han sido conquistadas por uno de los jugadores, dicho jugador será coronado rey y la partida acabará.
Y, ¿cómo se ganan los puntos de honor? Pues siendo un buen señor. Tendremos que construir una economía estable para procurar bienes de lujo a cada miembro de la clase alta, asistir a misa regularmente, celebrar banquetes, acumular libros, casarse (con lo que nuestra mujer exigirá atención de vez en cuando), celebrar justas y ser un buen modelo de conducta para los campesinos bajo nuestro mando. También se pueden ganar puntos cumpliendo ciertos objetivos de una misión.
Los puntos de honor sirven, como ya hemos dicho, para que las aldeas se unan a nosotros, pero también para comprar unidades militares o para ascender en la escala social hasta llegar a ser rey. Como era de esperar, con cada nuevo título nobiliario tendremos a nuestra disposición nuevos tipos de unidades y estructuras, aunque las unidades existentes no serán ascendidas a otras más actualizadas. De entre las unidades más potentes destacamos a los caballeros, cubiertos con armadura pesada (lo que les hace moverse lentamente), y con una potencia de ataque que rivaliza con la de varios soldados juntos.
No debemos olvidar que además de la estrategia en tiempo real, Stronghold 2 trata de construir un castillo y mantenerlo. Gracias al nuevo motor 3D, podremos observar todo el proceso de edificación, desde los primeros bloques de piedra hasta las almenas más altas. Incluso podemos adornar nuestro castillo con estandartes personalizados y nuestro propio escudo de armas o con cabezas de nuestros enemigos ensartadas en picas.
Hablemos ahora de la economía. Conforme los campesinos van comenzando a trabajar, veremos cómo producen estructuras como canteras. También observaremos cómo se acumulan recursos, lo que hace que estén disponibles nuevos edificios: cervecerías, panaderías, iglesias, incluso cámaras de tortura.
Dichos edificios no suelen ser una fuente de recursos por sí solos, sino que forman parte de una cadena de producción. Por ejemplo, veremos al cerero recoger cera de abejas para fabricar velas, que luego el cura recoge. Cuando tiene diez velas, celebra una misa y la iglesia se llena de parroquianos, con lo que ganaremos puntos de honor.
Un punto divertido sobre el medioevo que pocas veces se tiene en cuenta en estos juegos es el tratamiento de desechos. ¿Había alcantarillado y cañerías en la Edad Media? Pues no. Así que conforme más campesinos vayan viviendo en el interior de los muros de nuestro castillo, más excrementos se irán acumulando en ciertos puntos. Demasiados desechos atraerán a las ratas, que son portadoras de enfermedades, y como suele pasar, los siervos empezarán a ponerse malos hasta que tengamos una bonita epidemia en pantalla. La única manera de acabar con las ratas es construir cetrerías, para entrenar halcones que puedan capturar a las ratas. Quizá sea un tema un tanto escatológico, pero tratado con un punto de humor no hace daño a nadie.
Como señor del castillo, también tendremos que prestar atención a la ley y la justicia. Pero claro, no hay jurados ni jueces y podemos aplicar nuestro propio concepto de justicia. Cuando un campesino es encontrado culpable de algún crimen, podremos sentenciarlo a tortura (hay varias para elegir) para rehabilitarlo. En casos extremos podremos condenarlos al cepo o incluso colgarlos en ejecución pública.
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