El Rey de los Goblins...

Jaleco ha intentado lo que parece una utopía: crear un juego de estrategia en tiempo real que sea fácil de jugar en Xbox. Goblin Commander, además, llega apadrinado por los creadores de Starcraft. Parece que lo tiene todo para triunfar... ¿lo conseguirá?

Introducción y argumento

Si eres fan de los juegos de Estrategia en Tiempo Real (en adelante ETR o RTS, por ser esas las siglas en inglés) y tienes una consola, tienes verdaderamente un problema. Un problema porque este tipo de juegos fueron diseñados para jugarse mediante teclado y ratón y, como bien sabrás, tu pad dista mucho de tener tantas teclas y combinaciones como los usuarios de un compatible.

Como jugón que he sido y sigo siendo de los grandes juegos ETR que existen en PC, ya sean los Age of Empires, Kohan, Warcraft o Starcraft, debo ser honesto y deciros que no esperaba gran cosa de este Goblin Commander, al margen de la publicidad que se le ha hecho. Y para seguir siendo honesto debo decir que me ha sorprendido gratamente por destacar en un aspecto básico: su jugabilidad.

Y supongo que algo de eso podía esperarme, ya que tras las filas de Jaleco Entertainment y como responsables de este título constan varias personas (como los hermanos Millar, por ejemplo) que en su día participaron en proyectos de mucha trascendencia como Warcraft o Diablo cuando estaban en nómina de la archiconocida Blizzard Entertainment.

Y es que sinceramente no encontramos nada por el estilo que haya funcionado igual de bien en consola, ni tan siquiera las versiones que se han hecho años después. Algunos podrían responderme con 'Pikmin', es cierto, pero aunque el concepto es similar, su ejecución es distinta. Más aún cuando todo el mundo sabe que el verdadero éxito de un ETR no radica en su campaña monojugador, sino en sus posibilidades multi…

Pero más adelante encontraré el momento para explicaros más detalladamente esas impresiones. El juego nos pone en el papel de Grommel, un 'general' de uno de los cinco clanes de goblins que poblan Ogriss, unidos bajo la bandera de un mago muy poderoso: Fraziel. Pero el mago muere en extrañas circunstancias y, resueltos a encontrar la verdad, deberemos llamar puerta por puerta para averiguarla.

Pero lo que me causaba una cierta sensación de temor al coger el juego no iban a ser los gráficos que me iba a encontrar, que aunque cumplen perfectamente no son nada del otro jueves. Prácticamente podríamos hablar de tres funciones o deberes del entorno gráfico: la perspectiva, los efectos y la fluidez. En todos los apartados el nivel general es notable, sin llegar ni a fascinar ni a defraudar.

Por ejemplo, empezando por la perspectiva; debo decir que el juego usa una perspectiva muy similar a Warcraft 3, por ejemplo, incluido el efecto de zoom para acercase o alejarse de la acción con la salvedad de que, en este caso, el entorno puede girar completamente sobre sí mismo, pero solamente resultará posible y útil en tanto a que a menudo podremos manejar una única unidad titánica como si fuera un Baldur's Gate Dark Alliance.

El zoom está muy bien trabajado y a pesar de que la mayoría de las veces lo llevaremos lo más alejado posible, se distingue a los personajes gracias a una especie de aura de colores (como en D&D: Heroes). Obviamente el juego pierde todo el potencial gráfico que puede desplegar a nivel de efectos, hechizos y demás, pero de nuevo hay que mirar el enfoque práctico de la situación.

El juego se mueve a una tasa de frames correcta, incluso cuando hay múltiples enemigos y aliados en pantalla (como máximo puede haber 80) aunque el nivel de detalle poligonal, tanto del entorno como de los objetos animados no sea demasiado alto. Cuando jugamos en multiplayer a pantalla partida, además, el rendimiento no se resiente de manera especialmente reseñable, lo que da buena idea de la solidez de la programación del motor que mueve Goblin Commander.

En cuanto a los efectos, el detalle de determinados hechizos a gran escala (como 'ventisca' o 'Armaggedon') es espectacular, aunque todo hay que decirlo, escasos. También el derrumbamiento de los edificios o los montones de chatarra se me antojan correctos, así como los lanzamientos de veneno del clan de Hellfire, los disparos de las torretas y otra buena cantidad de detalles más.

En cuanto al apartado de efectos de sonido que encontramos en el juego, cabe destacar que se ha realizado un buen trabajo en cuanto a lo que la ambientación de esos sonidos se refiere; buena interpretación del sub-lenguaje, ritmo y sintonía en la música, notables detalles como el lanzamiento de las catapultas o el chocar de las espadas, el gruñir de los guerreros, los escupitajos venenosos…

El problema es doble: por un lado la escasez de los efectos sonoros, lo cual produce que los que hay se repiten con notable asiduidad y por otro la música, que peca del mismo defecto. Y es que en general el juego es escaso en todo: pocos efectos sonoros, pocas texturas, pocos mapas multijugador, poca música, pocas horas de juego para la campaña individual… parece más un aperitivo de juego que un juego en sí.

La clave de este relativo éxito es simple y, a su vez, la simpleza puede ser la clave de su éxito. El tema está en que todo el mundo sabe que si algo se diseña para el PC como base, difícilmente encontraremos una buena contrapartida para las consolas. El ejemplo más claro de esto son los FPS, género de PC por antonomasia, y del que solo hasta hace relativamente poco empezamos a ver cosas dignas en nuestras consolas.

Y como sucede con el género del FPS, los ETR no se quedan atrás. Y en cierto sentido, y tras terminar ayer por fin la fase que se me resistía, no he podido evitar tener una sensación extraña a pie de mando, al no utilizar mi ratón para seleccionar las unidades, al no machacar a clicks las unidades rivales o a cambiar totalmente mi mentalidad acumula-recursos. A ver si os puedo explicar el por qué.

Jaleco ha decidido allanar un poco el camino para el jugador menos experimentado y ha apostado por un sistema de recolección de recursos tremendamente simple. Para empezar, para la confección de unidades se necesitan 'almas', que se obtienen tras ir eliminando unidades de nuestros adversarios así como tras ir localizando y controlando las denominadas 'fuentes de almas', que como su mismo nombre indica son manantiales inagotables de poder.

Sin embargo, para desbloquear la construcción de mejores unidades, sí será necesario el oro, que obtendremos tras ir eliminando construcciones (ya sean muros de piedra, chatarra o bien instalaciones enemigas). Hay algunas unidades avanzadas que, no obstante, requieren el uso de ambos recursos pero por regla general se siguen los pasos que he nombrado arriba.

Debido a que tanto las fuentes de almas como el oro son bastante escasos, los programadores han intentado dedicar sus esfuerzos para que huyamos del clásico binomio acumuación-rush y pensemos en una estrategia antes de mover ficha. Para ello, el desarrollo de nuestras habilidades es idéntico en cualquier clan que manejemos. Eso puede quitar profundidad al título para el jugador experto pero para el novato, sin duda, no deja de ser un acierto.

Para empezar, y como era previsible, no existe el incómodo click-arrastre que en PC funciona tan bien. Con un simple toque de botón seleccionamos todas las unidades que formen ese clan en concreto que, como máximo serán 10. No se pueden seleccionar 6 ó 5 si se dispone de más; lo que sí será posible será meternos en la piel de una de ellas para movernos a través del mapa en tercera persona (y de paso causar graves destrozos y que nuestro clan nos siga).

Podemos crear distintas localizaciones de acceso rápido en el mapa, accesibles con la cruceta de dirección. Esto suple en gran medida la rapidez del ratón en cuanto a un desplazamiento rápido a nuestra base para construir unidades (ya que solo el comandante, que figura como un aura de luz en el mapa, puede dar esa instrucción. Es decir, no podemos crear hotkeys en estructuras (C-C, Construir Cañón del Starcraft murió) pero sí en nuestra base, en la base rival, en fuentes de almas…

Y aunque al principio estaremos atados al tipo de unidades de un solo clan, al avanzar durante el juego tendremos la posibilidad de incluir en nuestro arsenal las unidades de clanes rivales, que serán las que darán variedad a nuestras habilidades de ataque o defensa. Por ejemplo, el clan Stonecrusher (con el que empezamos) es verdaderamente fuerte en ataques cuerpo a cuerpo, pero no sabe nada de ataques a distancia, al contrario que el clan Hellfire.

Así pues, en teoría el juego beneficia cierto tipo de equilibrio para alcanzar la victoria. En la práctica esto no es así; basta con producir una cantidad de almas suficiente e ir repitiendo la construcción de nuestra unidad más poderosa, sea del clan que sea, y provocaremos estragos entre las filas enemigas. Eso si, siempre y cuando no nos decidamos por la construcción de un…

En primer lugar sucede algo muy importante: mientras manejamos al titán (que en el caso del clan Stonecrusher es una especie de troll de las cavernas de El Señor de Los Anillos, pero a lo bestia) no podemos manejar ninguna unidad más. A lo sumo podemos hacer que las nuestras nos sigan de un lado para otro, pero nada más. Eso sí, nos podemos abrir paso a mandoblazos que deberemos aplicar manualmente. Por otro lado, mientra manejamos al monstruo, no podremos fabricar unidades.