Painkiller, Primeras Impresiones (PC)

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Falta muy poco tiempo para que el dolor haga presa de nosotros y se extienda a través de nuestro cuerpo. En un mundo sobrenatural y plagado de aberraciones monstruosas, resulta evidente la necesidad de obtener un fármaco milagroso que acabe con tanto sufrimiento. Le llaman el analgésico, sí, pero os aseguro que la experiencia de Painkiller no va a ser tan simple como tomar una aspirina…

People Can Fly sigue trabajando duro para que su puesta en escena no pase desapercibida entre los seguidores de la acción. El seguimiento que venimos haciendo a Painkiller desde los albores de su creación prosigue a día de hoy con un capítulo que tengo el honor de contaros a través de estas líneas. En este caso, estamos ya en la recta final del proceso de programación. Son tres los niveles que he podido comprobar a través de mis sentidos. Y son más de tres las veces que Painkiller me ha sorprendido con su divertida simplicidad de juego.

Y digo bien: una idea simple y antigua, tan antigua como puedan serlo los shooters en primera persona, vuelve a ser rescatada del olvido para demostrar que se puede seguir sacando petróleo a una fórmula bastante erosionada por el tiempo y los juegos que la han implementado. Pero ¿acaso no hay seguidores del género "acción sin contemplaciones"? Evidentemente, la respuesta es tajante. Aquellos que disfrutaron con Doom, Blood o Quake siguen inmersos en el mundo del videojuego. Acogieron con los brazos abiertos las horas de juego que les proporcionó un tal Sam, el Serio; ahora, permanecen atentos a lo que les pueda deparar el programa que hoy nos ocupa. Así que será mejor no hacerles esperar más…

Entre el cielo y el infierno

Daniel Garner es un hombre que lleva una vida bastante normal. Por desgracia, muere al sufrir un accidente de tráfico. Sin embargo, por alguna razón que escapa a su conocimiento, Garner se convierte en un purificador de almas. Atrapado en una especie de purgatorio de carácter oscuro y gótico, tendrá que hacer frente a hordas ingentes de demoníacas criaturas. Es hora de olvidar su antiguo nombre; a partir de ahora le llamarán Painkiller.

Pues bien, el mencionado purgatorio está compuesto por una amplia variedad de niveles, aún no determinados en cantidad, pero sí en lo referente a calidad. El diseño de las fases se está cuidando al máximo, estudiando hasta el más ínfimo detalle de cada estructura. Si recordáis lo que os conté hace unos meses, el primer nivel que Painkiller mostró se desarrollaba en una impresionante catedral de estilo gótico. Los chicos de People Can Fly aseguran haber estudiado la arquitectura de catedrales tan famosas como Notre Dame para diseñar este fastuoso nivel. Pero hay mucho más.

Tendremos fases que nos recordarán a Venecia -con canales incluidos- y otras donde visitaremos un país oriental imaginario. Para desarrollar esta última fase, se ha contado con especialistas en la materia, algo que ha posibilitado incluir templos y castillos reales, adaptados al motor gráfico del juego y a la jugabilidad del mismo. Incluso habrá un nivel desarrollado en el interior de una cárcel donde nos dará la sensación de estar visitando la mítica prisión de Alcatraz, ya que se ha tomado dicha localización como base para su diseño. En el trasfondo de cada polígono de Painkiller se deja entrever un trabajo de documentación de considerables dimensiones.

Para hacer posible esta diferenciación entre niveles, se han implementando texturas de alta resolución, distintas para cada uno de los mapas. El resultado de esta labor desemboca en proporcionar la impresión de que estamos ante un juego diferente cada vez.

Los mapas de cada nivel tendrán un considerable tamaño -a lo largo y a lo ancho- desmarcándose de lo acostumbrado en este tipo de juegos. Aquí es cuando salta a la palestra el Pain Engine, un motor gráfico propietario y desarrollado para la ocasión que asegura una potencia mucho mayor que cualquier engine actual, al menos en lo referente al manejo de polígonos.

Es evidente que no me he puesto a contar los polígonos que se muestran en pantalla, pero os aseguro que tanto los escenarios como los enemigos y personajes del juego dan una sensación de detalle pocas veces vista hasta la fecha, apoyados por una brillante utilización de texturas. Todo se complementa con el aclamado Havok, el motor que efectuará los cálculos de la física para los cuerpos, con un resultado a caballo entre el realismo y la espectacularidad.

Experiencia aterradora

La nueva versión beta que tengo en mis manos me ha permitido probar en vivo y en directo tres nuevos niveles de los que compondrán próximamente Painkiller. En general puedo deciros que se han reforzado las sensaciones que se generaron en mí cuando probé la anterior beta: impresionante aspecto gráfico, un ambiente de opresión y horror bastante bien conseguido y una cantidad ingente de enemigos que atacarán con un único objetivo: despedazarnos.

Recorrí las calles de una vieja ciudad europea, entre ruinas y llamas, donde me topé con todo tipo de zombies que se abalanzaban contra mí. Por si fuera poco, horribles brujas cruzaban el cielo lanzándome malignos hechizos. El atrezzo del escenario incluye cadáveres por el suelo y ahorcados en sus correspondientes sogas. Aquí pude descubrir una de las armas más espectaculares del juego, la ballesta de estacas. Este artilugio permite empalar literalmente a los enemigos, y con un poco de habilidad, podremos lanzarlos contra una pared y dejarlos allí clavados. Un punto más a favor para el diseño del armamento.

Solamente hace falta echar un vistazo a las screenshots que incluimos en este avance para notar que el componente 'gore' estará presente en cada esquina y en cada enfrentamiento contra el bestiario que People Can Fly nos tiene preparados. Aquí también juega un importante papel el motor Havok, ya que dependiendo del impacto y de la distancia a la que se encuentre nuestro blanco, podrá salir despedido por los aires o saltar en mil pedazos, existiendo toda clase de desmembramientos, decapitaciones y demás. Si eres sensible a estos temas, ¡no digas que no te lo advertimos a tiempo!

Quizá el nivel más flojo de los que he jugado hasta ahora haya sido el que corresponde a un cementerio, demasiado arquetípico para esta clase de juegos. Sin embargo, en esta fase pude ver por primera vez la transformación demoníaca del protagonista -se lleva a cabo al recoger cierto número de ítems-, una especie de 'bullet time' muy espectacular donde podremos destrozar a los enemigos sin compasión. Un éxtasis de acción que se agradecerá bastante, os lo aseguro.

Pero lo mejor estaba por llegar, ya que la última fase jugable enfrenta a Painkiller y un demonio alado que ocupará gran parte de la pantalla. Una lucha vibrante con un final boss en la que tendremos que hacer gala de toda nuestra habilidad con las armas. Como se anunció, el escenario podrá ser destruido en parte. De hecho, en el transcurso del combate se quebrará el suelo en repetidas ocasiones. Y es que los jefes finales prometen ser uno de los puntos fuertes del juego. Fuertes y complicados de doblegar.

Diagnóstico: asesinato

Painkiller no se va a quedar aquí. Ni mucho menos. Aún está por ver su verdadero potencial, el rendimiento que ofrecerá su potente motor gráfico -por lo que he podido vislumbrar, va por el buen camino-, el diseño de todas sus fases al completo y un as guardado en la manga: el modo multijugador. El combate on-line promete ser mucho más que un simple añadido para el programa de People Can Fly. Modos de juego revolucionarios confluirán con los clásicos Deathmatch y juego por equipos.

Como veis, la clásica fórmula del FPS de acción vuelve a estar de moda. Se ha hablado mucho de este juego, se sigue hablando, y todo apunta a que cuando salga su versión definitiva no pasará desapercibido para nadie. Quizá el mayor inconveniente que pueda tener Painkiller venga del lado de sus contrincantes, ya que es muy posible que su salida al mercado coincida con Doom III y su legión de seguidores, expectantes desde hace mucho tiempo. Sin embargo, el buen jugador sabe hacer hueco a los grandes juegos, y si finalmente Painkiller cumple todas las expectativas, será valorado en la medida que merece. Tiempo al tiempo.