La magia vuela en un dragón...

Smilebit vuelve a Xbox con un título imperecedero, recuperando una de las sagas más importantes en el pasado reciente de Sega para darla a conocer a las nuevas generaciones. Acompaña a ORTA en su particular odisea a lomos de un dragón y descubre uno de los mundos más fascinantes e imaginativos jamás creados.

Al igual que el nombre de ORTA sugiere, la obra que nos ocupa supone una auténtica bocanada de luz, una brillante ruptura del alba en la oscuridad de la noche en la que se hallaba inmersa no sólo la saga Panzer Dragoon sino también un género no demasiado agraciado en los últimos años. Y ese brillo intenso, que llega a cegar por momentos, no se debe esencialmente a la arrolladora calidad plástica que desprenden sus imágenes sino que nace de un soberbio desarrollo jugable y narrativo que se extiende a lo largo de sus diez fases de juego.

Dos cambios aparentemente superficiales nunca han conseguido dar tanto juego. Las nuevas habilidades de gliding y morphing, heredadas de Azel:Panzer Dragoon RPG, consiguen insuflar nueva vida y alejar ostensiblemente esta obra de sus predecesores shooters. Tal es la magnitud del cambio que en este PD ORTA se ha logrado reunir una intensidad y una profundidad de desarrollo de la que PD y PD Zwei jamás pudieron soñar. La inmediatez y simpleza anterior ha dado paso a una concienzuda elección de la forma más adecuada para cada situación y a la necesidad imperante de posicionarnos correctamente durante las batallas con los jefes finales.

Gracias a todos estos factores y a la insistencia de Smilebit en exprimir hasta la última gota de esta palpable piedra filosofal, la variedad de situaciones en las que el jugador se verá inmerso crecerá de forma exponencial a lo largo del juego. Dentro de ese estupendo aprovechamiento está incluida la posibilidad de aumentar independientemente el nivel de cada una de las tres formas en función de cual coja los genes que desprenden determinados enemigos. Por tanto, se elimina la rígida forma de evolucionar que poseía PD Zwei y se exige del jugador no sólo la habilidad necesaria para obtener el gen sino también la decisión de equilibrar la evolución de las tres formas o insistir en alguna de ellas en función de sus prioridades.

La habilidad para acelerar y desacelerar (gliding), que variará en función de la forma en la que nos encontremos, acrecienta aún más si cabe las posibilidades abiertas por el morphing. Dicha habilidad se mostrará en todo su esplendor durante las intensísimas batallas con los jefes finales, en las cuales confluirán toda esta sinergia de posibilidades. Estas últimas, en su mayoría, se convertirán en un auténtico festín de mutaciones de unas formas a otras, aceleraciones y desaceleraciones para posicionarnos durante la batalla con el fin de esquivar ataques enemigos, etc.

Asombra la cantidad de patrones de ataque que llegarán a exhibir a lo largo del enfrentamiento ya que no sólo variarán frecuentemente por motivos temporales sino que también lo harán en función de la posición que ocupemos con respecto a ellos. Detalle absolutamente soberbio que muestra una vez más cuan grande es la línea que separa la grandeza de la genialidad. A destacar también, la posibilidad de continuar directamente desde el combate con el jefe final. Una decisión que podría ser polémica en un principio pero que se entiende y se agradece al comprobar la intensidad de dichos combates y su duración en el transcurso de nuestras primeras partidas con el juego.

Se logra dosificar de forma ejemplar los momentos jugables y aquellos dedicados a desarrollar la historia que acontece durante esta epopeya. Todo ello refrendando por la variedad en los desafíos jugables anteriormente mencionada. Cada fase constituye un reto totalmente distinto en cuanto a como aprovechar las distintas mutaciones para acabar con determinados enemigos de forma efectiva, elegir el momento adecuado para usarlas, utilizar las aceleraciones o desaceleraciones, posicionarnos, etc. Sorprende aún más que en partidas posteriores descubramos vías nuevas para lograr mejores puntuaciones y descartemos otras que, en principio, creíamos más apropiadas para una situación determinada. Es en ese momento cuando se sabe apreciar la profundidad de la que hace gala el juego.

Además, el hecho de poder elegir caminos alternativos en la gran mayoría de las fases aumenta el placer de redescubrir el juego en nuevas partidas. Se ha de notar que se ha dado una mayor variedad a estas elecciones. Ahora no sólo dependerán de nuestra orientación/posición en la pantalla sino que en ocasiones lo harán en función del tiempo que tardemos en acabar con determinados enemigos, cuanto daño inflijamos a determinadas partes del escenario o si hemos podido acabar con una determinada cantidad de enemigos. Y es que esta obra sabe envejecer como los buenos vinos y se ha de degustar varias veces para apreciar su sabor en todo su esplendor.

No sólo porque Smilebit ha incluido una cantidad ingente de extras en esa milagrosa sección llamada Pandora's Box sino porque los matices anteriormente comentados apenas se dejan notar en la apabullante primera toma de contacto. Aquellos que busquen un juego de gran duración no lo van a encontrar en esta obra pues fácilmente lo pondrán terminar en 4 ó 5 horas en el modo normal. Sin embargo, aquellas personas que disfruten perfeccionando sus habilidades, descubriendo los entresijos jugables, ahondando en la profundidad que ofrece el título, desbloqueando la multitud de extras del juego, etc. encontrarán en Panzer Dragoon ORTA la compra adecuada.

Ambos colectivos encontrarán enormemente atractivas las pequeñas misiones que nos permitirán jugar con distintos personajes del juego. Algunas de ellas, muy especialmente la pequeña gran aventura de Iva, contarán con una historia cuidada que aportará una visión distinta de los hechos ocurridos durante el juego. Sin duda, un forma inteligente de dar profundidad al ya de por si interesante argumento del juego. En términos jugables, la mayor parte de ellas pecan de ser un poco cortas y presentan un control no cuidado en exceso. Sin embargo, se agradecen enormemente como contenido adicional.

Gracias a esta forma prácticamente interactiva de entender el desarrollo de una historia preestablecida, se logra que el jugador se sumerja por completo en la épica de lo que acontece durante la partida. Por supuesto, habrá estupendas cinemáticas entre las distintas fases e incluso durante las mismas pero, en cierta manera, se sienten más integradas y naturales gracias a este decisivo cambio. Destacar el estupendo acabado que muestran las secuencias pre-renderizadas, dignas de la mejor Square e impropias de los juegos de Sega desde, precisamente, el último Panzer Dragoon realizado.

La historia supone una auténtica bocanada de aire fresco para la saga. Constituye la dosis perfecta de sabia nueva y sabia vieja. Recupera arcos argumentales inconclusos durante los hechos acontecidos en Azel: Panzer Dragoon RPG e introduce una amplísima variedad de temas nuevos. Los personajes expresan muchas cosas pero al mismo tiempo hablan poco. Prima la sutilidad sobre la afirmación. Predomina la narrativa visual sobre las palabras. No existen los colores blanco y negro sino una inteligente escala de grises.

Todo elemento imaginable tiene un sonido característico y particular. No se podría hablar de los efectos de sonido sin hacer mención al fascinante lenguaje en el que se expresan los personajes del juego, una ingeniosa ramificación de dos lenguas muertas como son el latín y el griego. Destacar la sabia elección de dobladores que se ha realizado, entre los que destacan Maaya Sakamoto y Youko Honna, y las estupendas máscaras aplicadas sobre algunas de sus voces para producir timbres imposibles de obtener de la voz humana.

En esta ocasión las composiciones corren a cargo de Saori Kobayashi, co-creadora de la BSO de Azel:PD RPG y Yutaka Minobe, novicio en estas lides. A pesar de que repite un compositor por primera vez en toda la saga, se ha logrado mantener su principal seña de identidad: coherencia expresiva y entidad propia. De esta manera, se ha conseguido que aún manteniendo una indudable deuda con Azel:PD RPG, muestre un espíritu propio e identificativo.

Por esta razón,  junto al ya habitual estilo new age que mezcla sabiamente instrumentos tribales, de viento y cuerda con otros sonidos puramente electrónicos, en este PD ORTA cobran gran importancia los elementos de percusión y la milimétrica progresión dramática de la mayor parte de las composiciones. Dada la naturaleza del juego, donde el ritmo es fundamental, no sólo se entiende el cambio sino que se agradece de sobremanera. Destacable también la gran capacidad para evocar estados de ánimo en el jugador y que van desde la eterna melancolía de la melodía que nos acompaña durante la tercera fase hasta el rítmico tema que escuchamos durante nuestro asalto a la flota imperial.

¿Y qué decir del majestuoso "Anu Orta Veniya"? Pocas veces se ha podido escuchar un tema final tan emotivo, brillante y sugerente como éste. Pura genialidad en forma de notas. Como pequeña anotación "negativa", comentar el desajuste en el volumen de los efectos de sonido con respecto al de la música que presenta la configuración sonora seleccionada por defecto. Oscurecen de sobremanera la calidad de las composiciones. Así que, para disfrutar plenamente de ellas, sería recomendable bajar un poco el volumen de los mismos en el menú de configuración correspondiente.

Desde los pequeños tripulantes que vemos corretear por la cubierta de la nave imperial Vermana o las detalladas explosiones de las naves imperiales al ser abatidas por las flechas de luz de nuestro dragón hasta el batir de las alas del mismo, todo ha sido realizado con una dedicación absolutamente ejemplar. Y es que la sobrecogedora animación que muestran criaturas como Catharp, Ikrakav o Pussa Bubo no hace otra cosa nada más que aumentar la calidad y capacidad de inmersión que produce este maravilloso juego.

Tan enfermiza es su preocupación por insuflar vida a ese universo y tan variadas las fuentes de las que bebe que el jugador sólo puede verse abrumado ante semejante creación: naves imperiales deudoras de la estética y las construcciones de la revolución industrial, arquitectura orgánica de formas completamente surrealistas, engendros de reminiscencias anfibias, ropaje con claras muestras de influencia árabe-oriental, soberbio uso del color, etc. Quizás sea este uno de sus principales méritos, saber fundir tal cantidad de influencias en un estilo que se siente propio, real, con entidad y rezuma riqueza en cada uno de sus esfuerzos. Imaginación por bandera y técnica al servició de la imaginación, porque, indudablemente, PD ORTA no adolece precisamente en este apartado.

Sin embargo, la maestría de sus creadores no ha sido conseguir plasmar multitud de efectos gráficos simultáneamente, manejar cantidades ingentes de polígonos, crear texturas de un nivel sobresaliente o dotar al juego de una suavidad pasmosa sino conseguir que toda ese saber y dominio tecnológico quede relegado a un segundo plano y que constituya una simple herramienta y no el fin en si mismo. Desde el mismo instante que se comprende esta realidad, hablar en términos de frames por segundo, bump mapping, efectos de blur, etc. se vuelve tan vulgar como innecesario.

Como último comentario, el redactor de este análisis aconseja comenzar el juego en modo normal. Sólo en el hipotético caso de que nos veamos abrumados por la dificultad de dicho modo, se debería recurrir al modo fácil pues este último es excesivamente sencillo en cuanto a exigencias se refiere y no permite disfrutar plenamente de los principales logros del juego. Por supuesto, será necesario completarlo para desbloquear elementos de Pandora's box pero siempre después de haber completado alguno de los otros modos. Resaltar también el fantástico y preciso tutorial con el que cuenta el juego. Totalmente aconsejable el atravesarlo antes de iniciar el ataque al juego en si mismo.

Así pues, Panzer Dragoon Orta es un juego ineludible para cualquier jugador que persiga alguna de las cualidades expuestas en líneas anteriores y una muestra patente de la cantidad de talento que esconde ese irreverente estudio de Sega que es Smilebit. No se trata de un juego más, ni siquiera sería justo calificarlo de sobresaliente, sino de una obra cuya calidad trasciende la plataforma en la que ha sido concebida: Un auténtico 'clásico' escrito con irrepetibles letras de oro en la historia de los videojuegos.