Final Fantasy de pura cepa

Con algo más de un año de diferencia con respecto a su salida en Japón y cuando en ese meracdo ya ha aparecido FFXI, su décima entrega llega a España. Un juego imprescindible pero con una conversión a PAL que no le hace justicia...

Ya está entre nosotros. El décimo Final Fantasy acaba de aterrizar en nuestro país. Como no podía ser de otra forma, llega cargado de personajes carismáticos a conocer, montones de hechizos a dominar, monstruos a derrotar, armas a utilizar, tesoros a descubrir, etc. Es decir, los principales ingredientes que han consagrado a cada uno de los juegos de la mítica serie de Square introducidos en un DVD y aderezados con un apartado técnico a la altura de las circunstancias.

Si a una persona que tenga Playstation 2 se le hubiera preguntado hace unos meses qué 3 de los próximos lanzamientos para su máquina son los que espera con más ansía, con casi toda probabilidad uno sería el décimo capítulo de esa saga legendaria conocida con el nombre de Final Fantasy. Cientos, miles, millones de jugones en todo el mundo se han rendido a los encantos de la serie estandarte de una compañía, Square, que parece haber encontrado la receta mágica mediante la cuál crear con cada nuevo episodio de la Fantasía Final una Obra Maestra con la que asombrar a toda la comunidad de jugones.

Así pues, si tras 9 juegos de la serie de Cid, Squall y compañía, la fórmula ha funcionado, ¿para qué cambiar? Eso es lo que deben de haber pensado en el seno de la compañía que vio nacer a Secret Of Mana al concebir el premiere de Final Fantasy en la 128 bits de Sony. Mejores gráficos, música de otra dimensión y la misma jugabilidad que todos los títulos de una de las series de videojuegos más carismáticas de la historia han sido capaces de ofrecer.

La historia, por supuesto, también es diferente, aunque conserva esos elementos que la hacen tan fácilmente reconocible por los fans de los títulos de la Fantasía Final: amor/odio, riqueza/poder, magia, personajes buenos, personajes no tan buenos y esa capacidad de sorprendernos continuamente con giros argumentales, aventuras secundarias y minijuegos que, aunque no están relacionados estrictamente con la consecucion de nuestros objetivos, sí que contribuyen a expandir el universo del juego en cuestión y a añadir cierto factor de profundidad al guión explicado.

Tidus es una joven estrella del Bliztball. Juega en el equipo de Zararkand Abes, el conjunto de su ciudad. Un día, durante un partido, un extraño ser ataca la ciudad dónde Tidus vive. Aurun, un extraño personaje que conocía al padre de Tidus, una estrella del Bliztball, le ayuda a escapar introduciéndose en la esfera que había traído a los seres que habían devastado la ciudad de Tidus. La esfera, que es la mayor amenaza conocida, se llama Sinh, como Auron informa a Tidus. Y es que Auron parece saber mucho más de lo que está pasando que lo que cuenta...  Tidus se despierta en un lugar desconocido para él. Pero como está demasiado cansado y hambriento como para estrujarse los sesos intentando averiguar qué es lo que ha pasado, decide adentrarse en una extraña construcción en busca de refugio y alimento...

Y aquí es donde verdaderamente empieza la aventura. Encarnando a Tidus deberemos descubrir qué es lo que nos ha pasado y cómo podremos volver a Zararkand, nuestro hogar. Pero parece que para ello deberemos descubrir cuál es la relación entre nuestro viaje y Sinh. Conoceremos a personajes como Wakka o Yuna, que parecen tener las claves para resolver el misterio, y nos daremos cuenta que el mundo al que hemos llegado, sea cuál sea, también está bajo el azote del engendro responsable de su obligado peregrinaje.

Los protagonistas de la décima parte de la eterna historia de amor, odio, magia y fantasía de Square son tan carismáticos como los de los últimos juegos de la saga. Las diferentes motivaciones de cada uno de ellos hacen que las personalidades de los principales personajes sean claramente distinguibles, lo que añade un componente de imprevisibilidad al argumento que es muy de agradecer en un juego cuya linealidad podría convertir al guión en algo muy previsible.

Tidus: Un alegre y brillante promesa del blitzball que milita en los Zararkand Abes. Desde hace mucho tiempo odia a su padre, quien fue un jugador muy famoso antes de que muriera misteriosamente. Los rápidos movimientos de Tidus le permiten enfrentarse con garantías a todo tipo de enemigos.

Yuna: Hija del Gran Invocador Braska. Honesta y muy decidida, Yuna se embarca en un peregrinaje en la búsqueda del Último Aeon, el cuál utilizará para derrotar a Sinh. Yuna es una aprendiz de las artes místicas de invocación de los aeones, poderosos espíritus.

Wakka: Entrenador y capitán del equipo de bliztball local, los Besaid Aurochs. Wakka planea retirarse del deporte tras el torneo de este año para poder dedicarse completamente a proteger a Yuna como su guardián que es. Sus lanzamientos de la pelota de bliztball son especialmente eficaces contra los enemigos aéreos.

Lulu: Una de los guardianes de Yuna. Ella y Wakka ven a Yuna como a una hermana pequeña. Es una especialista en la magia negra, y usa diferentes muñecos para poder realizar poderosos hechizos.

Kimahri Ronso: Un poderoso guerrero de la tribu de los Ronso. Kimahri ha cuidado a Yuna desde que esta era muy pequeña. Habla muy poco, pero su devoción por la invocadora no tiene límites. Kimahri puede aprender los ataques de sus enemigos gracias a sus habilidades especiales.

Auron: El guardian legendario que, junto al Gran Invocador Brasca, derrotó a Sinh hace diez años. Un hombre de pocas palabras que guía a Yuna y Tidus en su misión de derrotar a Sinh una vez más. Cuando balancea su poderosísima espada incluso sus adversarios más temibles comienzan a temblar.

Rikku: Una joven de Al Bhed muy extrovertida. Trabaja duro para conseguir que su gente pueda recuperar la gloria que un día tuvieron. Rikku es especialmente útil en los enfrentamientos contra enemigos mecanizados, y su habilidad de robar items tampoco es despreciable.

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Las transiciones entre las escenas de juego normal a las secuencias de lucha están perfectamente realizadas gracias a que en ambos casos el engine gráfico, a diferencia de los anteriores juegos de la serie, es exactamente el mismo. Los pasos a las secuencias generadas por ordenador también son sumamente suaves, y lo cierto es que la calidad de los motores que ejecutan ambos entornos es tan alta que seguro que a más de uno le costará distinguir cuándo se está ejecutando el engine del juego y cuándo es una película CGI.

Hablando de las secuencias no interactivas, éstas son francamente alucinantes. Algunos, incluso, las han llegado a comparar en calidad con la infravalorada película de Square, Final Fantasy: La Fuerza Interior. Si somos completamente objetivos, lo cierto es que esa comparación es desproporcionada a todas todas, aunque es evidente que el nivel de las películas generadas por ordenador presentes en Final Fantasy X es simplemente el más alto visto hasta el momento en la serie estandarte de Square. Algunas de las secuencias son tan increíbles que se nos quedarán

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En ese sentido destacan algunos elementos interactivos presentes en los escenarios que contribuyen a dar una mayor sensación de, sino realismo, sí que éstos están 'vivos'. Ésto quiere decir que se puede interactuar con algunos objetos situados en varias pantallas, en muchos más casos que en cualquiera de los otros juegos de la Fantasía Final. Así, por ejemplo, en la lucha contra uno de los primeros Bosses (monstruos con más mala hostia de la habitual, comúnmente conocidos como Jefes Final de Fase) encontramos una grúa situada justo a su vera, máquina que podremos utilizar para acabar con nuestro enemigo. 

El interés de Square de conferir a su obra un aspecto de lo más cinematográfico que contribuyera a aumentar la espectacularidad de las imágenes es más que evidente. Para ello ha utilizado efectos más propios de una película de Hollywood que de un videojuego, como movimientos de cámara con zooms, travellings, etc., un montón de primerísimos planos de los protagonistas, hincapié en las animaciones faciales... Un auténtico lujo visual factible gracias al potente hardware de Playstation 2 y, por supuesto, a la genialidad de los creadores de este Final Fantasy X.

Pero no todo les ha salido a pedir de boca, y en ocasiones nos encontramos con que los desplazamientos de cámara son más bruscos de lo que uno podría desear, aunque en otras ocasiones son  extremadamente suaves. Además, a más de uno se habrá preguntado porqué los de Square no han aprovechado las superiores prestaciones de PS2 para habilitar una perspectiva totalmente libre y que, en esta ocasión, se habilitara un stick del mando de PS2 para tener control total de la perspectiva de la acción, pero qué le vamos a hacer.

La coordinación entre la boca de los personajes y las voces no es tan buena como cabría desear, quizá provocado porque las animaciones faciales se realizaron teniendo en cuenta los diálogos en japonés. En cualquier caso, los rostros de los protagonistas de este juego son muy expresivos, capaces de comunicar las más variadas emociones como el miedo, el dolor o la alegría, por lo que no podemos sino felicitar a los responsables de las animaciones faciales por el soberbio trabajo realizado.

Como todo buen Final Fantasy, el clímax de las batallas vendrá de la mano de la invocación de los eones, o espíritus de invocación. Cada vez que uno de los espíritus de antaño haga acto de presencia empezará un auténtico despliegue visual de lo más efectista, prologado por una especie de animación en la que el invocador interactuará brevemente con el eon. Los ataques de algunos de los espíritus presentes en el juego, entre los que encontramos viejos conocidos como Ifrit o Shiva, son muy espectaculares, pero dado el grandísimo trabajo de los grafistas de Square en la representación de las magias, ataques especiales, etc., no destacan tanto como lo hacían, por ejemplo, en Final Fantasy VII.

Algunos detalles que podrían considerarse totalmente secundarios, como la forma de la pelota de Bliztball, no están demasiado depurados. Y es que el esférico con el que Tidus y los suyos juegan los partidos no es perfectamente redonda, que digamos. Pero bueno, puede ser que al Bliztball no se juegue con una pelota exactamente esférica. Que también podría ser.

Si tuvieramos que comparar la calidad visual de este Final Fantasy con algún juego, automáticamente acudiría a nuestra cabeza el nombre de Shenmue. El nivel gráfico es muy similar en ambos títulos, aunque los 60 hz de la versión PAL del juego de Yu Suzuki hacen que, a primera vista, sean más vistosos. En cualquier caso, ambos títulos rivalizan en calidad. Si además atendemos al increíble nivel de las animaciones, este Final Fantasy X puede ser considerado como el juego con mejores gráficos de todo el catálogo de PS2.

Es de agradecer que durante las primeras horas tanto los combates como la interacción con el entorno sean una especie de tutorial mediante el cuál los principiantes no tendrán problemas en hacerse con las diferentes opciones de este título. Así los jugadores menos hábiles o los que no hayan tenido nunca la ocasión de probar un título de esta serie podrán dominar los mandos más rápidamente.

Los ataques especiales, o overdrives, se realizan mediante una combinación de botones o deteniendo una barra móvil en una posición determinada. Contri mejor lo hagamos más efectivo será nuestra ofensiva. Las primeras veces que ejecutemos los ataques especiales nos encontraremos un poco perdidos, porque no sabremos qué es lo que tendremos que hacer para llevar a buen puerto el movimiento en cuestión, pero una vez que ya hayamos utilizado un ataque particular más de una vez, no tendremos mayores problemas en realizar correctamente un determinado overdrive.

Lo mejor de los guardianes es lo rápido que alcanzan el estado de turno, pero a la vez, son derrotados muy rápidamente por los enemigos más poderosos. Y es que los guardianes son grandes aliados que pueden decidir las batallas, pero para poder sacarles todo su jugo tendremos que conocerlos a fondo para saber qué momentos son los adecuados para invocarlos.

Para grabar están las denominadas Esferas del Viajero. Como en esta ocasión no hay World View, tan sólo podremos salvar la partida en determinados puntos. Pero tranquilos, porque hay una gran cantidad de Esferas mediante las cuáles podremos grabar nuestros progresos, y éstas están situadas en puntos auténticamente estratégicos justo antes o justo después de que un evento de cierta importancia tenga lugar.

En el mapa que se encuentra en la esquina superior izquierda se nos indicará casi en todo momento la dirección que deberemos seguir, por lo que perderse será algo menos que imposible. Es verdad que si queremos encontrar todos los secretos y tesoros ocultos en los niveles de este título tendremos que desviarnos de la ruta premarcada, pero también lo es que nunca está de más tener un punto de referencial al que echar manos cuando las cosas vienen mal dadas y el sentido de la orientación nos empiece a fallar.

Lo cierto es que Final Fantasy X es bastante lineal más lineal que, por ejemplo, Final Fantasy VII. Y es que a las evidentes reestricciones de libertad implícitas en toda historia preescrita hay que añadir la supresión de la vista World View (Vista Global) que nos permitía recorrer con más o menos libertad los rincones del mundo de Cloud Strife y compañía. El modo vibración del Dual Shock 2 está presente, lo que añade algo de sensación de realismo a las escenas de acción. Y es que invocar a un aeon de proporciones gigantescas, contemplar cómo arrasa con todo lo que hay en la pantalla y que nuestro querido pad vibre como loco es simplemente alucinante.

Cuando nos encontremos cerca de un objeto con el que podamos interaccionar nos aparecerá un mensaje indicándonoslo. Lo cierto es que siempre viene bien algo de ayuda extra, pero en ocasiones resultará bastante confuso, pues aparecerá el botón a pulsar en la esquina inferior derecha cuando estemos cerca del objeto a interaccionar, sin necesidad de que nuestro personaje esté encarado a él, por lo que nos podemos encontrar pulsando el botón indicado y encontrarnos con que nada sucede.

A los que las 40 horas garantizadas de juego no les parezcan suficientes, los de Square han incluido unos cuantos minijuegos y desafíos extras que contribuyen a alargar la vida de este Final Fantasy X. Por ejemplo, encontrar todos los tomos del diccionario albhed nos servirá para poder descifrar mensajes escritos en esa misteriosa lengua y así encontrar tesoros ocultos. También podremos jugar tanto como queramos al divertido Bliztball, incluso realizando fichajes, jugando diferentes temporadas, etc. O incluso, si creemos tener aptitudes de vaquero, podremos domar los míticos Chocobos, que vuelven a hacer acto de presencia en la serie.

Los combates, aunque son completamente por turnos, es decir, cada integrante de cada uno de los bandos podrá realizar el movimiento que elija cuando le toque, habiéndose suprimido la barra que en los anteriores juegos de la saga servían para determinar cuándo un personaje podía actuar y cuándo no, dependiendo de si la barra estaba o no llena. Ahora los turnos están definidos previamente. Al invocar a un eón, o lo que es lo mismo, una criatura de invocación, pasaremos a controlarlo como si de un personaje se tratara. Cada eón tiene sus puntos de vida y de magia, pero al contrario que los personajes "normales" como Yuna o Lulu, cuando sus puntos de vida se agoten no morirán, sino que tan sólo permanecerán unos turnos inactivos.

Pero no todo será luchar y acabar con nuestros enemigos. Aunque los combates son, sin duda, el eje en el que giran las partidas a los juegos de la Fantasía Final, los puzzles y los enigmas también tiene cabida en Final Fantasy X. Y es que en más de una ocasión nos encontraremos inmersos en peligrosas situaciones en las que echar mano de la astucia y de la perspicacia será la única forma de salir de ellas.

Algunos han criticado a este Final Fantasy X por eliminar el modo Vista Global, mediante el cuál se podía investigar por todo el planeta en el que transcurren los juegos de la serie. A nuestro entender, lo que ha pasado es que los diseñadores de este título han decidido llevar un paso más allá la serie y fusionar en uno sólo los que se podrían llamar estilos de juego. En cualquier momento del combate podremos escoger a cualquiera de los personajes que conforman nuestro grupo de aventureros. Tan sólo los que tomen parte en el combate se verán beneficiados de los puntos de experiencia. Los grupos siguen siendo de tres, por lo que tan sólo podremos poner a la vez a 3 guerreros simultáneamente.

Porque sólo las compañías formadas por auténticos genios pueden conseguir que, sólo introduciendo su último lanzamiento y después de jugar horas y horas y saber que estamos muy lejos de completarlo y disfrutar de todo lo que nos ofrece, ya estemos deseando saber cuánto tendremos que esperar para que aparezca la siguiente entrega. Eso es Final Fantasy. Un video-juego con mayúsculas, un auténtico número uno en ventas que justifica por sí mismo la compra de Playstation 2, la máquina elegida para su lucimiento. Y encima viene acompañado por un más que suculento DVD de extras que incluye cosas tan apetecibles como entrevistas con los creadores,  making off, galería de arte y trailer de  la película Final Fantasy: La Fuerza Interior. Eso sí, el precio es algo elevado...

Vale, es cierto que si disponéis de una PS2 que pueda ejecutar un DVD japonés y el inglés escrito no es un problema para vosotros, quizá os sintáis tentados de adquirir Final Fantasy International en vez del que ya está en las estanterías españolas. Es la mejor opción para disfrutar al máximo de este juegazo, sin duda. Pero si no es el caso, y vuestra máquina es PAL, tranquilos, porque la versión de Final Fantasy que nos ocupa difícilmente os decepcionará.

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