Viktor Hovland: el Haaland del golf da a Noruega su primer PGA
Viktor Hovland, inmerso en una racha imperial, se adjudica con autoridad el Tour Championship y es el primer campeón del circuito de su país
Hace tiempo que el deporte noruego desbordó los márgenes del hielo y la nieve. Lo confirman Haaland u Odegaard en el fútbol, Ingebrigtsen o Warholm en el atletismo. Quizá por la menor repercusión internacional de su deporte, quizá porque hasta este año no había terminado de desplegar todo el potencial que se le intuía en su brillante etapa amateur, cuando fue número uno del mundo, cuando fue el mejor aficionado del Masters 2019, cuando ganó un US Open, ha tenido menos publicidad Viktor Hovland. Pero eso se acabó, porque desde este domingo es el primer noruego que gana la FedEx Cup. O lo que es lo mismo, el PGA Tour. Se lo adjudicó en East Lake, en Atlanta (EE UU), la sede del Tour Championship, con una nueva exhibición en un tramo final de temporada imperial: -7 para -27, contando los ocho golpes con los que partía de salida en esta final con formato escalonado. De paso se agenció 18 millones de dólares (16,6 de euros).
De vestimenta extravagante (”Me pongo lo que me pagan por llevar”, dijo sencillo preguntado por ella hace no mucho”), sonrisa perenne, Hovland es un fenómeno que gusta en el mundo del golf por su extravagante carisma. Porque no es el prototipo de noruego que uno tiene en la cabeza. Es mucho más extrovertido que eso. Y porque es un formidable cazador de banderas: el séptimo jugador del circuito por resultado medio, el cuarto en porcentaje de birdies, el noveno en golpes ganados, el 12º en el approach... Solo le faltaba mano alrededor del green, y las últimas semanas han demostrado que ya la tiene. Además se ha quitado la vitola de ganador de torneos menores, como el Puerto Rico Open o Mayakoba, los dos del PGA que figuraban en su curriculum hasta que en esta segunda mitad de temporada ha añadido el Memorial, el BMW y ahora este Tour Championship. Eso ya es Cinco Jotas.
La final la empezó segundo, a dos golpes de un Scheffler que repitió el fiasco de 2022, cuando salió también en cabeza con -10 y claudicó ante el empuje de McIlroy. Lo del tejano (el mejor del mundo de tee a green hoy por hoy, en registros históricos de golpes ganados) con el putter alcanzó nuevas cotas de misterio este domingo cuando se reanudó la acción tras cerca de dos horas de suspensión por amenaza de aparato eléctrico. Le hizo un tripateo demencial al hoyo 8 para doble bogey cuando su tercer golpe había aterrizado a metro y medio de bandera. Al final acabó sexto, al par en el día y -11 en total, un golpe mejor de lo que había comenzado.
Mientras, Hovland flotaba por East Lake, con un birdie desde tres metros para abrir boca, otros tres seguidos del 4 al 6, todo putts de dos metros para abajo. Después, nueve pares precedieron a otra secuencia genial, tres birdies en el tramo final. Con esa le dio la puntilla a Schauffele, siempre brillante en East Lake, donde acumula 24 vueltas consecutivas bajo par, 27 sin sobrepasarlo, donde fue campeón en 2017. Esta vez no fue suficiente su esperanzador -8 para -22. Ni ganándole 19 golpes al campo respecto al -3 con el que partió pudo atrapar a la presa.
Rahm desafina
No tuvo el día Jon Rahm, en su segunda ronda sobre par consecutiva en Atlanta. Cinco bogeys seguidos del 7 al 11 enterraron sus birdies al 4 y el 6 y cerró un fin de semana para olvidar con un 74, +4 para -7, que completa unos playoffs en los que fue perdiendo paulatinamante el botín acumulado en ese celestial primer tramo de temporada, el de las cuatro victorias y el Masters. Más que por la oportunidad perdida de hacerse con la FedEx por primera vez, preocupa de cara a la Ryder, que está a un mes, justo cuando Hovland parece estar en un pico de forma y McIlroy se mantiene sólido, cuarto en -5 para -14 este domingo tras jugar los cuatro días con una lesión en la espalda.
Lo que nada podrá oscurecer será la temporada, su séptima completa en el PGA, de su consagración en la más absoluta élite de este juego, como un golfista generacional que a los 28 años ya guarda una chaqueta verde (y un US Open) en las vitrinas. Para volverle a ver peleando por los grandes habrá que esperar a abril, cuando volverá a Augusta, pero entre medias queda el comienzo de un nuevo y novedoso curso en el mejor tour del mundo, con la consecución del acuerdo entre PGA, LIV y DP World Tour (tiene que estar antes del 31 de diciembre) sobrevolando siempre la escena.