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ALPINISMO

Txikon: “Estamos con muchas ganas y esperando una ventana de buen tiempo”

El montañero vizcaíno descansa en el Campamento Base del Annapurna (8.091 mts) y podría lanzar el ataque definitivo a comienzos de la semana próxima.

VitoriaActualizado a
Txikon con el móvil en el Base.

El Diario AS ha hablado con Alex Txikon mientras descansa en el Campo Base haciendo los preparativos para conseguir un nuevo ochomil invernal. Ya tiene en su cuenta particular el Nanga Parbat y el Manaslu. También realizó intentonas en el Everest y el K-2 hace unos años.

-¿Qué tal se encuentra?

-Bien, descansando en el Base y haciendo planes para la semana próxima. ¿Qué día es hoy, jueves? Es que no sé ni donde ni cuando vivo. Hemos progresado bastante rápido y ahora esperamos una ventana de buen tiempo para tirar hacia arriba.

-¿En qué condiciones se encuentra la montaña?

-Con muy poca nieve, la verdad. Eso conlleva que haya hielo muy duro en donde no se clavan ni los crampones ni el piolet. El tiempo ha sido bueno y hemos tenido ráfagas fuertes de viento, pero hemos podido portear bien de campamento a campamento. Y luego, lógicamente, está el tema del frío.

-¿Hasta dónde han llegado?

-Hasta los 6.400 donde hemos dejado un depósito. No se puede decir que sea un campamento propiamente dicho, sino un depósito. Cuando subamos igual montamos el campo ahí o buscamos otro sitio. Lo mismo pasa con el 2, que está en un sitio que no me gusta nada. No me transmite nada de tranquilidad e igual hay que moverlo. Campamentos propiamente dicho, lo que se dice campamentos, por ahora hemos montado dos.

-Han pasado la zona más peligrosa de la ruta, ¿verdad?

-Sí, antes de la Hoz hay un lugar en el que la montaña escupe todos los aludes. Cuanto menos tiempo estés por ahí, mucho mejor. Es un cono peligroso, pero ya lo hemos equipado con cuerdas fijas para pasar rápido.

-Irán por la franco-alemana al final, ¿no?

-Es la que conozco de cuando subí con Edurne Pasaban en 2010. En el fondo respeta gran parte del trazado de la original de 1950, pero, en la recta final de la montaña, hay variantes para alcanzar la cumbre. Una de ellas es la franco-alemana.

-A propósito de la cima. Se cuestiona el Annapurna de Messner por unos metros. También otras de sus cimas y se pone en tela de juicio a otros montañeros, ¿qué piensa?

-Me parece fatal. Son alpinistas legendarios que nos abrieron el camino. No tengo ninguna duda que estuvieron en lo más alto y que sus ascensiones no se tienen que cuestionar. La fisonomía de los ochomiles cambia de año a año. Donde había un penacho de nieve y hielo en primavera igual luego no se ve nada en otoño porque se ha desprendido. Metro arriba o metro abajo para mí es cumbre clara. Como en cualquier monte de casa. O, acaso, ¿si no tocas el buzón de cualquier monte no has llegado arriba? Igual luego resulta que hay una piedra medio metro más alta que el buzón. En fin, para mí no hay debate con gente como Messner o Juanito. Son unos fenómenos.

-¿Por qué eligió el Annapurna invernal?

-Cuando bajé de esta montaña en 2010 me prometí a mí mismo no regresar. Cuando bajé del Manaslu invernal en enero me prometí a mí mismo no volver en esta época del año. Se ve que tengo poca palabra conmigo mismo. Tras algunos años intentando ochomiles invernales altos como el Everest o el K-2, llegó el momento de buscar algunos más bajos como el Nanga o el Manaslu y, ahora, aunque sea muy peligroso, el planteamiento es uno pelado, con 8.091.

-Es que es un vicio muy complicado de abandonar.

-Mira, esto es como cuando te enamoras, que te entra un cosquilleo y no puedes pensar en otra cosa. Estás todo el día dándole vueltas a lo mismo. Para mí, subir montañas es eso.

-¿Qué tal los preparativos previos a la ascensión?

-Muy bien. Salimos de Bilbao el 29 de noviembre, organizamos las cosas en Katmandú, repartimos el material y realizamos un trekking por la zona de los Annapurnas que me ha permitido aclimatarme bastante bien. He estado un par de semanas largas pasando collados de 6.000 metros o más y creo que he llegado al Base mejor que en el año del Manaslu.

-¿Han podido subir alguna montaña en esa fase de aclimatación?

-No las que teníamos previstas, pero si hemos hecho alguna cota más baja que siempre te viene bien. Estuvimos, por ejemplo, por la zona del Base del Chulu, casi a 5.000.

-¿Cómo celebró la Nochebuena y la Navidad?

-Comiendo Dal bhat (arroz y sopa de lentejas), porteando, montando campamentos y progresando en la montaña. Estoy muy contento porque la actividad entre los días 23 y 26 ha sido muy productiva. Estamos muy fuertes y con mucha moral.

-¿Cuál es el grupo de ataque la semana próxima?

-Los sherpas son Chhepal, Ang Gyalu, Passang Nurbu, Magkpa, Mig Temba, Lakpa y Pemba. Luego está Mattia Conte, un amigo italiano. También nos han acompañado hasta ahora colegas como Jabi, que ha estado conmigo en el trekking o Andrés Navamuel, un fotógrafo de montaña. En el Base, con la intendencia, está un año más Eneko Garamendi. Se encarga, por ejemplo, de cocinar.

-¿Qué planes tiene para hoy?

-Siempre hay trabajo por aquí. Hay que trazar la estrategia, revisar el material que tenemos disponible, los partes de la meteo y prepararnos mentalmente porque enfrentarse al Annapurna tiene lo suyo. También tenemos tiempo para comer mejor, comunicar con casa para contar la experiencia y disfrutar un poco del sol que hay ahora en el Campo Base.

-Es uno de los Bases con menor altitud entre todos los ochomiles, ¿verdad?

-Sí, estamos a 4.200 mts. y el del Everest por la Sur-Sudoeste, por ejemplo, se está a 5.300. El desnivel en el Annapurna entre Base y cumbre es brutal. Pero, veremos, en cuanto tengamos fuerzas y veamos una ventana de varios días de buen tiempo, intentaremos subir a la cima. Estando a jueves, habrá que pensar en que la fecha clave podría ser en la semana que viene. Pero igual se mete el mal tiempo y nos tiramos unos días aquí en el Base. Ya veremos...

-¿Alguna cosa más?

-Organiza una comida para cuando vuelva de Nepal y cuídame a Jon Guridi, el jugador del Alavés, que es mi vecino en Azpeitia. Tiene un Husky siberiano precioso.

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