ATLETISMO | MUNDIALES EN OREGÓN
“Tengo esta medalla, pero quiero otra sí o sí en el Europeo”
Mo Katir, bronce en 1.500, cumplió a la perfección su plan en Eugene: “Sabía que sería rápida y tenía previsto ponerme el último y dar la cara en los últimos 500 metros”.
Con una sonrisa de oreja a oreja, la medalla de bronce colgada del cuello y el peluche de la mascota oficial de los Mundiales de Oregón en la mano, Mohamed Katir llegaba a la zona mixta para atender a los periodistas españoles desplazados en Eugene.
-Medalla de bronce en un Mundial con 3:29.90 en una carrera sensacional... el guion soñado.
-Cuando me preguntaban qué era mejor si tener el récord de España o una medalla internacional me faltaba saber qué se sentía... y lo estoy haciendo ahora mismo. Siempre decía que mejor un récord hasta que he sentido esto. Es una pasada cuando entras tercero en meta en un Mundial y ves a la gente animándote. Ha sido una locura, nunca lo había vivido y la verdad es que cambio mis respuestas anteriores (ríe).
-¿Cómo ha visto la carrera desde dentro?
-Desde el primer momento sentí que iba a ir muy fuerte e intenté guardar las máximas fuerzas posibles. Me coloqué el último porque aunque parezca que voy algo retrasado voy con el grupo. A falta de 500 metros iba avanzando poco a poco hasta llegar al último 200 con muchísima fuerza y ahí he podido mantener el ritmo y llegar con los mejores del mundo.
-¿Ha sido el 1.500 de final de Mundial que pasaba por su cabeza que sería?
-Sí, sabía que sería rápida. Yo me llevo muy bien con McSweyn y sabía que saldría rápido. Como dice mi hermano es una liebre gratis (ríe). Da gusto competir contra estos rivales. Con él, con Cheruiyot, con Ingebrigtsen... nunca sale una carrera lenta.
-Y su táctica de ponerse el último... ¿también lo tenía previsto?
-Sí. No quería decírselo a nadie, pero quería estar atrás reservando y en los últimos 500 metros dar la cara, que es cuando debo hacerlo.
-¿Cómo fue la recta final?
-Me empezaron a doler las piernas a falta de 60 metros, pero desde el principio tenía unas sensaciones brutales. Hubiera seguido cualquier ritmo que hubieran puesto.
-¿En algún momento vio que ese bronce podía ser oro?
-No lo sé, la verdad. Aún no he encontrado cuál es mi límite, cada año me estoy sorprendiendo más y creo que en 2023 lo puedo mejorar.
-Después de la semifinal dijo que había decidido que lo que tenía que hacer era correr. Que ese debía ser el plan y así lo ha hecho.
-He llegado muy bien a este campeonato y sabía que estaba para correr una carrera lenta y una rápida. Venía a disfrutarlo, que lo he hecho como un niño, y a por todas. Ha salido todo bien y soy tercero del mundo.
-¿A quién se lo dedica?
-A mi padre que ha sufrido muchísimo y gracias a él he podido meterme en este deporte. Se la merece él y se la dedico a él. Siempre me dijo que me enfocara en un deporte. Me metió en el fútbol y no me gustó. Me encontró el atletismo y me dijo que no me pusiera presiones y que siempre estaría para apoyarme.
-¿Y practicó otro deporte antes?
-Sí, jugaba en un equipo que se llamaba Siglo XXI y con 12 años lo dejé para empezar a entrenar en Mula Sports. Mi antiguo entrenadores es Cristóbal Carlos Ramírez que también gracias a él descubrí el atletismo. En una carrera de colegios en Mula vino porque me vio buena planta y me dijo: ‘Habla con tu padre y si él está decidido métete en atletismo’. Hablé , apostó por mí y ahora soy el tercero del mundo. En Mula no hay pista de atletismo y ojalá hagan una. Mis sitios para entrenar son Mula, Sierra Nevada y Murcia. Y de ahí no va a moverme nadie.
-¿Ha podido hablar con su familia?
-Aún no, espero poder hablar en breve con mis padres. He visto un momento a Gabi (Lorente, su entrenador) un momento en la grada, me ha dado un abrazo y ahora hablaremos más tranquilamente.
-Tras pasar la meta, ¿ha hablado con García Romo que ha entrado cuarto?
-Sí, una locura. Yo les dije a Mario y a Ignacio (Fontes): ‘Chavales, disfrutad que estamos en una final del Mundial y es un privilegio. Estamos ya en el Top 12 del mundo y a partir de ahí sólo podíamos mejorar’. Y así hemos salido, a disfrutar sin ninguna presión. Y lo hemos hecho los tres, creo.
-Su abuelo es un gran admirador de El Guerrouj. ¿Cambiará ahora su preferido?
-Aunque dijera eso yo creo que el número uno para él ya era yo. Dice eso para demostrarme y hacerme ver que antes había gente muy buena. Lo dice para picarme y yo le digo: ‘Hicham no es de mi época, donde debo correr yo es ahora. Sus tiempos ya pasaron, ahora me toca a mí’.
-Han pasado 23 años desde la última medalla de España en 1.500. ¿Habrá que esperar menos a partir de ahora?
-Espero que sí. Soy muy joven y seguro que se pueden lograr más medallas. En un mes está el Europeo y espero que me dejen poder doblar aunque aún tengo que hablar con mi entrenador. Yo el domingo me subo ya a Sierra Nevada y ahí comienza la preparación para Múnich, del que quiero traer otra medalla sí o sí. Tengo esta ahora en mi cuello pero quiero otra más. Aún no sé si haré 1.500 o 5.000, o doblaré.
-¿Habrá alguna celebración especial?
-No, no. Yo ya estoy centrado en el Europeo y luego ya habrá tiempo de celebrar después.
-Por último, ¿le ha sorprendido que Ingebrigtsen no fuera oro y que Cheruiyot se quedara fuera del podio?
-La verdad es que no me sorprende nada porque hoy en día en el 1.500 hay muchos muy buenos. Como te despiestes un poco te comen. Yo mismo en las eliminatorias si me duermo un poco no estaría ahora aquí. Miguel Mostaza (su representante) me ha dado un toque de motivación antes de la carrera diciéndome que saliera como tenía que salir, que ya gané en Mónaco a Jakob. Gracias a su discurso he confiado más en mí.