“Si hoy en día hiciera lo que hice con Rafa me criticarían”
Toni Nadal ofrece otra dosis de sabiduría vital y deportiva en una nueva edición del Foro Internacional del Deporte, con Segovia como escenario.
Después de otras joyas de España como Santander o León, el Foro Internacional del Deporte Recoletas Salud desembarcó este jueves en Segovia. En el coqueto Teatro Juan Bravo, en pleno casco histórico de la ciudad, Toni Nadal volvió a ofrecer a los asistentes una buena dosis de sabiduría vital y deportiva, desde la experiencia acumulada durante años de trabajo junto a uno de los mejores deportistas de la historia, su sobrino Rafa, y mientras un artista andaluz, Víctor Jérez, realizaba simultáneamente un retrato al óleo de él, casi un lienzo de un pedazo importante de la historia deportiva española, el que ha protagonizado con quien él gusta de llamar, quizá para resaltar el especial vínculo que han mantenido, Rafael.
Una estruendosa ovación precedió el arranque de la lección de Toni, que comenzó socarrón. “Fui su entrenador tanto tiempo porque siempre es más difícil echar a un familiar y porque los mallorquines somos medio catalanes, miramos mucho el dinero. Durante años fui el entrenador más barato del circuito profesional. Rafa decía ‘con lo que me cuesta Toni, que siga’. Cuando se quiso deshacer de mí el daño ya estaba hecho”, bromeó.
“En la vida uno tiene que tener ilusiones, es lo que marca la diferencia entre el ser humano y el resto de animales. La mía desde que empecé como entrenador era conseguir formar un buen jugador de tenis y tuve la suerte de conseguirlo con un familiar. Aunque tu trabajo consista en pasar una pelota por encima de una red, si no lo haces con pasión se queda en nada”, lanzó de salida, antes de zambullirse en su método. “Siempre he marcado objetivos elevados a mis jugadores. No conseguirlos no era un fracaso, pues el único fracaso en la vida es no ser consecuente con lo que uno elige. Desde joven vi que Rafael tenía buenas condiciones. En nuestro horizonte estaba intentar ganar Roland Garros, Wimbledon, el US Open... y llegar a ser el número uno del mundo. Pero eso no depende solamente de uno. Te puede tocar convivir con un Djokovic o con cuatro o cinco. La victoria no puede ser el único objetivo y yo le marqué, antes de todo eso, uno, que era mejorar- No concibo en la vida hacer las cosas todos los días igual”, relató.
Dos ideas simples fueron la base en torno a la cuál Toni estructuro su idiosincrasia para con Rafa: “Que siempre hay margen de mejorar y algo que hoy en día está en desuso, que es que las cosas nunca son fáciles. Vivimos en un mundo que nos intenta hacer creer lo contrario, pero no es así. Ahora entre lo políticamente correcto, que impide decirle la realidad a nadie porque se ofenden, y la necesidad de trasladas siempre mensajes positivos, que es algo muy recurrente en los psicólogos deportivos, es fácil caer en el autoengaño. Mi compromiso con Rafael fue decirle en todo momento aquello que le permitiría mejorar, decirle la realidad que yo veía, y afrontarla. Para poder superarte en la vida, que es el primer paso para superar a los rivales, tienes que tener un espíritu crítico o saber rodearte de gente que lo tenga, y yo siempre estuve dispuesto a cuestionarle”, desgranó.
“Recuerdo hace muchos años una final en el Masters de Montecarlo contra un suizo que no lo hacía nada mal, un tal Roger Federer. Siempre nos reuníamos una hora y media antes de salir a pista y me preguntaba por la táctica. Yo nunca la sabía. Ese día me preguntó cómo veía el partido y le dije que complicado, ‘porque Federer tiene mejor drive que el tuyo, mejor volea que la tuya...’. Y cuando iba a empezar con el saque ya me dijo ‘para, para’. Si yo hoy en día hiciera eso con algún chico recibiría un mail de los padres quejándose. Yo crecí en un mundo en el que se decía que quien bien te quiere te hace llorar. No sé si será cierto eso, pero sí que quien bien te quiere no te hace reír siempre”, ilustró su forma de proceder con el ganador de 22 Grand Slams, a la vez como queja de una sociedad autocomplaciente.
“Yo nunca tuve la necesidad de engañar a Rafael porque tenía confianza plena en él. Solo engañan los que no tienen confianza. Siempre procuré que tuviera las antenas desplegadas, que en cualquier momento de la vida las cosas cambian y hay que estar preparados. Buscaba un punto de insatisfacción cuando las cosas iban muy bien”, continuó antes de sazonar el relato con otra anécdota: “Cuando quedó campeón de España con 11 años, al día siguiente llamé a la Federación haciéndome pasar por un periodista y les pedí que me mandaran la lista de los últimos 25 campeones de España en esa categoría. No recuerdo los nombres de la lista, pero sí que saqué el papel y le pregunté si conocía esos nombres, que no eran conocidos. Le dije que si quería estar en la lista de los conocidos le costaría. Luego cuando ganó su primer Roland Garros hicimos una pequeña celebración y él se fue de fiesta mientras yo regresaba a la habitación. Aquella misma noche me puse a redactar todo aquello que creía que no había hecho suficientemente bien en la final. Al día siguiente él se iba a Alemania y yo a Mallorca. Le pasé la nota por debajo de la puerta de la habitación. Recuerdo que le puse que habíamos tenido suerte y que si al año siguiente hacía las cosas igual no repetiríamos título. Le dije que Ferrero, Moyá o Costa también ganaron Roland Garros una vez y nunca más, y en cambio otros como Borg lo ganaron varias veces. De nuevo le repetí que él decidiría en qué lista quería estar”.
Toni disparó contra lo que considera una excesiva burocracia hoy en día en torno a los deportistas de élite. “Cuando fui a dar una charla al Manchester City invitado por Guardiola me dijo que tenían más de 50 empleador en torno al primer equipo. Yo creo que todo esto, sobre todo en etapas de formación, confunde más que ayuda. Una vez en un curso me preguntaron qué comía Rafa por el tema de la nutrición y tal. Dije que no tenía ni puñetera idea, que no soy su madre. Se tiende a dar valor a cosas que no lo tienen. Hoy en día tenemos mucha información y datos, pero Rafa llegó a ser un buen jugador con solo tres datos: golpear la pelota lo más fuerte posible, tirarla donde no esté el rival y que vaya dentro de la pista. El cuarto, que creo que marcó la diferencia, era que la golpeara cada vez lo mejor posible, sin esperar a que fuera la final de Wimbledon o Roland Garros. Se acostumbró a hacerlo. Yo siempre supe que un factor esencial era la preparación, acostumbrarse a hacer las cosas lo mejor posible. Es el compromiso que él adquirió con su deporte”, apuntó. “Yo fui un entrenador duro, pero no lo habría sido si no hubiera visto que tenía las condiciones para soportarlo”, justificó. “Ahora en la academia les pido a los entrenadores que sean exigentes, porque es para lo que los padres pagan, pero que a la vez demuestren cariño”, añadió.
La excusa no es una opción
Otra pata de la preparación de Rafa fue la ausencia de excusas. “Yo creo que interiorizó que no llevan a ningún lado, aunque alguna vez ha tenido la tentación de justificarse. Hagas lo que hagas en la vida, pase lo que pase, hay gente que en unas condiciones dadas hace las cosas bien y otras que no. Yo intenté que fuera responsable de lo que hacía. Presté mucha atención a que ejerciera el sentido de la responsabilidad. En muchas ocasiones escucho que los chicos de hoy en día no tienen valores. Yo creo que tienen los mismos que antes, pero no tienen capacidad de aguante, porque vivimos en un mundo de inmediatez y en el que nos han hecho creer que lo único es pasarlo bien y el trabajo es un castigo. Uno de mis aciertos con Rafael creo que fue hacerle entender que el trabajo era fundamental para alcanzar lo que se propusiera”, narró Toni.
Después profundizó más en sus ideas a preguntas de Irene Junquera. “No sé si a propósito pero estamos creando una sociedad de débiles. Exageramos con la salud mental. He visto parar el marcador para que un niño no se frustre, como si la derrota fuese una tragedia, cuando forma parte de la vida. No todo el mundo puede ser número uno, pero esa no tiene que ser la misión principal. Yo tuve la suerte de vivir muy buenos momentos con Rafael, pero ninguno tan ilusionante como los comienzos en Manacor intentando que mejorara el drive o el revés. Nosotros nos dedicamos a algo que no tiene mucho valor, pero que cobra sentido gracias a la ilusión por superarte”, subrayó.
También dejó espacio a la autocrítica el mallorquín: “Claro que habría cambiado muchas cosas. Probablemente no habría tensado tanto la cuerda en algunas ocasiones. En cuestiones técnicas habría prestado mucha más atención al saque (risas). Nadie me ha reprochado nada. Todavía me llaman niños que entrené. Y fui muy exigente, pero lo hice por ellos. Como con Rafa, que lo hice porque eligió ser uno de los mejores del mundo”. Remató tratando la comparativa con Alcaraz: “Se ha hecho toda la vida. Alcaraz es buenísimo. Le ha salido un rival duro en Sinner. A mí particularmente me gusta más Alcaraz, y creo que tiene todavía un extra. Tenemos la suerte de tener a un gran campeón otra vez”.
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